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Begoña Gómez y María Cristina Álvarez Rodríguez, las Thelma y Louise de la captación de fondos.

Begoña Gómez y María Cristina Álvarez Rodríguez, las Thelma y Louise de la captación de fondos.Ángel Ruiz

El perfil

Begoña y Cristina, lo que el poder ha unido que no lo separe Peinado

María Cristina Álvarez Rodríguez recibió una llamada en julio de 2018 de su vieja amiga Begoña Gómez. En esa comunicación, la esposa de Pedro Sánchez, flamante inquilino del Palacio de La Moncloa tras una moción de censura a Mariano Rajoy, le ofrecía el puesto de directora de Programas de la Secretaría General de Presidencia del Gobierno. Había un secretario general del Gabinete, llamado Félix Bolaños, algunos subordinados y muchos funcionarios de alto nivel que podrían haberla telefoneado para comunicarle su nuevo puesto de confianza. Pero no, lo hizo su querida Begoña, porque tras la prosopopeya del cargo realmente Álvarez iba a ejercer de asistente personal de su amiga. Es decir, Gómez se iba a apropiar de un puesto de alto rango que pagaríamos todos los españoles para ofrecérselo a su fiel colaboradora, con la que celebraba cumpleaños y a la que siempre llamaba «mi compañera Cristina», como escribió la cónyuge en un intercambio de mensajes con una responsable de Ifema durante un encuentro de marketing.

Ellas no lo sabían, pero comenzaba un rentable camino profesional que abocaría a un horizonte penal común que podría llevarlas a sentarse en el banquillo por el delito de malversación. Este miércoles comparecen ante el juez Peinado. La jefa quiso escaquearse y retrasar su comparecencia aduciendo un compromiso de su abogado en Canarias. Pero el magistrado ha decidido adelantarlo y hacerlo coincidir con Cristina. Lo que ha unido Moncloa que no lo separe el instructor, auténtica bestia negra del Gobierno, del juzgado número 41 de Madrid.

Begoña Gómez y Cristina Álvarez, asesora de Moncloa

Begoña Gómez y Cristina Álvarez, asesora de MoncloaEFE

Codo con codo

Ambas se conocieron hace quince años en la firma Inmark, la compañía de telemarketing dirigida a recaudar fondos para organizaciones no gubernamentales en la que trabajó Gómez veinte años, tras dejar la empresa familiar: feminista empresa. Ambas curraron codo con codo desde 1996 a 2007. A lo largo de ese tiempo forjaron una sólida relación hasta que Álvarez se hizo con la dirección comercial del Instituto de Directivos de Empresa y Gómez desembarcó en las oficinas del Instituto de Empresa para liderar el África Center, como paso previo a su llegada a la Complutense. Durante diez años las amigas dejaron de compartir labor y Cristina empezó a hacerlo con su hermana. Pero la semilla ya había prendido.

De hecho, la mano derecha de Begoña en Inmark, no solo coincidió allí con la esposa sino también lo hizo con el esposo, dado que Sánchez, número 11 por Madrid en las elecciones de 2011, no obtuvo escaño (su partido sacó 10) y tuvo que buscarse las lentejas. Su mujer le propuso para un contrato en la Comisión Europea. Así que el hoy presidente entró en Inmark, pero solo duró un año ya que, en 2013, Cristina Narbona dejó su escaño, corrió la lista y el marido de Begoña se sentó de nuevo en el Congreso. Esas relaciones posibilitaron que el 16 de julio de 2018 Cristina entrara por la puerta grande en el Palacio de La Moncloa: oficialmente para asesorar al presidente en aquellos asuntos y materias que este necesitase para dar a «conocer los programas, planes y actividades de los distintos departamentos ministeriales». Pero esa es la literalidad de las funciones de su trabajo, porque la realidad fue bien distinta. De hecho, Bolaños, que fue imputado y luego archivada su investigación, le dijo a Peinado que no recordaba -aunque formalmente dependía de su departamento- el contrato de la asesora. Es evidente que no pasó los procedimientos habituales. Con la madrina con que contaba, no lo necesitó. El caso es que la esposísima se la llevó a Palacio para que siguiera haciendo aquello que bordó en la empresa privada: captar fondos. Solo que desde entonces el sueldo no se lo pagaba la consultora Inmark, ni Begoña, sino el contribuyente. De hecho, según el organigrama de Presidencia, Álvarez empezó a depender directamente del hoy ministro de Justicia y por encima de ella solo estaba el jefe de Gabinete, hoy Diego Rubio; hasta hace un año, Óscar López. Todos callaron y consintieron. La «presidenta», como diría Patxi, mandaba.

Begoña Gómez declara en los juzgados de Plaza de Castilla

Begoña Gómez declara en los juzgados de Plaza de Castilla

Ambas eran uña y carne. Recordemos que la asesora estaba con Begoña Gómez en la tribuna de invitados del Congreso el 15 de noviembre de 2023, día de la última investidura de Pedro Sánchez. Como amigas personales, la esposa rompió a llorar y Cristina la abrazó conmovida, ante las miradas de la suegra y cuñado de la primera, Magdalena Pérez-Castejón y David Azagra, porque, con la revalidación de la presidencia del esposo, el tándem podía seguir haciendo sus business. Así que después de esa sesión parlamentaria, lo primero que hizo el marido de Begoña fue elevar el rango de las secretarias de las cónyuges presidenciales y duplicar el sueldo a Cristina, que se incorporaba a la lista de 800 asesores de Sánchez. Todas las parejas de los presidentes contaron siempre con una cobertura técnica para sus trabajos de representación, pero, por primera vez, una funcionaria se dedicaba a impulsar la carrera profesional de su jefa.

Al estallar el «caso Begoña», el juez Peinado comenzó a tomar declaración a los testigos. Uno de los primeros fue el exvicerrector de la Complutense, Juan Carlos Doadrio, quien hizo saltar las alarmas en Plaza de Castilla al asegurar que la mujer del presidente siempre aparecía acompañada de Cristina Álvarez cuando iba al Rectorado a tratar de su cátedra. A partir de entonces la justicia enfocó su investigación hacia esa desconocida asesora. Peinado llamó a Álvarez como testigo, quien contó que fue Begoña quien la contrató «personalmente» y que desde entonces se dedicó a ayudarla en las gestiones de su máster «por amistad» y «para hacerle un favor», dado que necesitaba «un entorno seguro, eficiente y discreto». Desde el primer día estuvo ejerciendo de secretaria personal de la pareja del líder socialista: trabajaba con el registro del polémico software de la Complutense que nadie encuentra y por cuya apropiación indebida la mujer del presidente también está imputada. La testigo devino en imputada tras su declaración.

Entre los correos electrónicos que obran en el sumario, destaca uno a los patrocinadores -Reale Seguros- del proyecto privado de Gómez en la Complutense, que reza: «PD: me dice Begoña que te traslade que le encantaría que sigáis como Patronos de la Cátedra, aunque sea con una cantidad inferior. Dispuestos a colaborar con vosotros en lo que necesitéis». Realmente era al revés: la consorte, a través de su asistente personal, pedía financiación para poder seguir forjándose una carrera, con cátedra incluida, al calor de los recursos públicos. Preguntada Álvarez por ese mensaje dijo que «estaba pidiendo una reunión porque Begoña me pide un favor, y yo soy amiga de ella, y le hago un favor. Me costó un segundo». Para esas gestiones mercantiles de la pareja de Sánchez, Cristina usó teléfono móvil y correos corporativos, además de gozar de un salario de 3.600 euros mensuales. Con la dirección de e-mail que acababa en @presidencia.gob.es los receptores de los correos ya sabían a qué atenerse. No hacía falta añadir más.

La asesora de Moncloa, María Cristina Álvarez Rodríguez,

La asesora de Moncloa, María Cristina Álvarez RodríguezEuropa Press

Begoña y Cristina siguen siendo amigas, compañeras de negocios y residentes en el distrito madrileño de Moncloa-Aravaca. Hasta que el juez Peinado decida sobre su futuro. El miércoles, nuevo asalto para las Thelma y Louise de la captación de fondos.

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