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La ministra portavoz, Pilar Alegría, este martes en la MoncloaEFE

Sostenella y no enmendalla

El Gobierno descarta la dimisión de la ministra de Igualdad y acusa al PP de inventarse «bulos»

El Ejecutivo lleva cinco días sumido en un escándalo del que no logra salir, y que ni siquiera reconoce, con las pulseras antimaltrato. «La respuesta ha sido inmediata», según Alegría

«Todo el respaldo a la ministra de Igualdad». Así zanjó este martes la portavoz del Gobierno el debate en torno a la actuación de Ana Redondo en la crisis de las pulseras antimaltrato. O lo intentó al menos, porque la polémica está muy lejos de apagarse. Hoy el Congreso debate una moción del PP para pedir la reprobación de la titular de Igualdad y, el miércoles, será protagonista de la sesión de control al Ejecutivo en la Cámara Baja.

En el Ministerio de Igualdad y en el Gobierno, la autocrítica brilla por su ausencia. Al contrario, sostienen que es un asunto que se ha magnificado a base de «bulos del PP que son una absoluta irresponsabilidad», según Pilar Alegría. «¿Qué es eso de que las pulseras se han comprado en AliExpress?», se preguntó. Pero resulta que no fue nadie del PP quien hizo tal afirmación la semana pasada, sino la expresidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, Ángeles Carmona.

El Gobierno lleva cinco días sumido en un escándalo del que no logra salir, y que ni siquiera reconoce. A pesar de que, en este tiempo, han salido a la luz alertas de las Audiencias Provinciales, de fiscales especializados, de mujeres maltratadas con órdenes de alejamiento, del actual CGPJ, del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer y de asociaciones feministas. Versiones que refutan la teoría del bulo mantenida por los socialistas.

«Es verdad que hubo un momento de migración de junio a noviembre (cuando cambiaron los dispositivos), se detectó alguna anomalía que fue subsanada y la información fue recuperada posteriormente». «Las mujeres que son víctimas de violencia machista han estado protegidas en todo momento, antes, durante y después». «La tecnología no es infalible». «Con cualquier mínima afectación la respuesta ha sido inmediata», respondió Alegría a las múltiples cuestiones que se le plantearon en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

La gestión de la crisis ha sido mejorable, es lo único que conceden en la Moncloa. El viernes, la ministra solo reconoció que el cambio de compañía y de pulseras (de Movistar a Vodafone) había provocado un vacío de información durante cinco meses, pero no dijo nada de los fallos ni de la calidad insuficiente de los dispositivos, por debajo de la requerida por contrato. El lunes, después de un fin de semana de aluvión de informaciones, Redondo improvisó varias entrevistas por las televisiones en las que se contradijo, no fue capaz de concretar el número de mujeres afectadas y solo acertó a decir: «La tecnología falla, no hay un sistema fetén».

Aun así, el Gobierno ha optado por cerrar filas con una ministra que ya estaba cuestionada mucho antes, pero a la que Pedro Sánchez no se puede permitir dejar caer. «Estuvo al pie del cañón desde el principio», sostienen en la Moncloa, donde reiteran que todo viene de un informe del CGPJ demasiado alarmista. Éste desvelaba: «Hay víctimas que han perdido juicios por informes incorrectos sobre posicionamientos y, a mayores, hay mujeres que prefieren apagar voluntariamente sus dispositivos ante los errores».

Con todo, la portavoz del Ejecutivo insistió en que dentro de unos meses -en mayo de 2026- vence el contrato actual y que introducirán mejoras. «De todo hay que aprender», según Alegría.

Como contó El Debate este lunes, la crisis de las pulseras antimaltrato ha vuelto a romper el discurso feminista del PSOE, después del daño que han infligido a las siglas del partido las conversaciones en las que José Luis Ábalos y Koldo García elegían prostitutas para sus orgías. Coronadas con la renuncia de uno de los sustitutos de Santos Cerdán, Paco Salazar, el mismo en que fue elegido adjunto en la Secretaría de Organización del PSOE -5 de julio-, después de que varias socialistas le acusaran de «comportamientos inadecuados».