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El magistrado Luis Sanz posando para su entrevista en El Debate

El magistrado Luis Sanz posando para su entrevista en El Debate

Entrevistas Jurídicas

El magistrado Luis Sanz, tras la campaña que intentó cancelarle: «No son demócratas. Son totalitarios que no admiten una opinión en contra»

Ha sido el último objetivo acoso y señalamiento en X, antes Twitter, por su intervención como ponente en la presentación de la plataforma Atenea, impulsada por Iván Espinosa de los Monteros

Luis Sanz Acosta (@Magistrathor) es magistrado de la Sección 28 ª de la Audiencia Provincial Madrid, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria y ponente en cursos y conferencias en materias de Derecho mercantil y Derecho procesal civil.

Sin embargo, desde hace algunas semanas se ha convertido en diana de los intolerantes y en el objetivo de una campaña de descrédito orquestada por la izquierda, en redes sociales, de la que han llegado a participar un ministro en activo y un ex vicepresidente del Gobierno.

Su 'delito': pedir el cumplimiento de la ley, respeto al Poder Judicial en el marco de la separación de poderes propia de cualquier democracia avanzada y abogar por una menor injerencia de la política en la Justicia que está desatendida e infradotada de medios técnicos y humanos.

Tras varios días de silencio y reflexión, Sanz ha vuelto a retomar su actividad habitual en su perfil de X, dando su opinión y contribuyendo a la crítica constructiva y a la reflexión. El Debate ha podido hablar con él en una entrevista exclusiva:

- Un juez en activo, el lanzamiento de un centro de pensamiento, Atenea, y el ataque directo de un ministro que daba origen a una campaña de cancelación en redes sociales. ¿Cómo se encuentra? ¿Cómo lo analiza ahora que han pasado unos días desde la polémica?

- Me encuentro perfectamente. A veces es conveniente parar, analizar, tomar aliento para continuar. Atenea es una organización de la sociedad civil, un foro de ideas, que no pertenece a ningún partido político, como tampoco su líder. No formo parte ni de su Junta Directiva, ni de la asociación misma. Solo respondí a una invitación para hablar de la situación del estado de derecho en España. No es la primera vez que lo hago. He trasmitido esas ideas en otros muchos foros de la sociedad civil como, entre otros, la Asociación Pompaelo de Navarra, la Sociedad Civil Catalana, el Instituto Juan de Mariana o la Plataforma Cívica por la Independencia Judicial, de la que, aquí sí, formo parte. O también en entrevistas y artículos en muchos medios de comunicación. He de decir que seguiré acudiendo a los foros, incluida Atenea, cuando me llamen.

Vuelvo porque no volver sería el triunfo de los que pretenden mi cancelación. Ellos buscan echar al disidente de los espacios públicos

Las redes sociales y X en particular tienen más cosas positivas que negativas. Hay gente estupenda con ganas de intercambiar ideas. Por ejemplo, me parece especialmente importante la interacción que ha provocado entre jueces, abogados, fiscales, procuradores y demás operadores jurídicos y también la percepción de los jueces como personas más cercanas a la ciudadanía.

Sin embargo, las redes sociales también albergan intolerantes que esparcen odio y acosan a otros por opinar de forma distinta. No voy a hablar de ninguna persona concreta, bastante tengo de preocuparme por mi propia institucionalidad.

- ¿Qué contestaría a quienes sostienen que los miembros del Poder Judicial no deberían tener perfiles personales o que deberían abstenerse de opinar en público?

- Que se equivocan. Los jueces tenemos libertad de expresión al amparo del artículo 20 de la Constitución, aunque debemos ejercerla ajustándonos al concepto de «neutralidad política» que inspira los principios de imparcialidad, independencia e integridad de los miembros de la Carrera Judicial y asimismo, guiarnos por la prudencia y la moderación que recogen las normas éticas, nacionales e internacionales, cuando abordan los límites de la libertad de expresión de los jueces, tal y como señala el Comité de Ética Judicial del Consejo General del Poder Judicial.

Y esa posibilidad de expresarnos públicamente se torna en deber cuando consideremos que la separación de poderes o el Estado de derecho se vean amenazados. Como señala el Consejo Consultivo de Jueces del Consejo de Europa, en estos casos tenemos el deber de pronunciarnos para defender la independencia de la justicia, el orden constitucional y el restablecimiento de la democracia, tanto a nivel nacional como internacional.

Tengo dos líneas rojas infranqueables. No acudo a actos de partidos políticos ni de sus fundaciones. He rechazado invitaciones que se me han hecho desde ese entorno. Si alguna vez Atenea se convierte en partido político y me llaman, no acudiré. Otros compañeros no hacen lo mismo. Lo respeto, pero no lo comparto. Algunos incluso publican fotos con políticos en activo. Pero, sin embargo, por lo que sea, no se ven acosados por ello.

La segunda línea es la referente a las cuestiones de asuntos judiciales abiertos. No me pronuncio nunca ni sobre los asuntos judiciales que llevo, ni sobre los de los demás, salvo que estén concluidos definitivamente y siempre con un criterio jurídico.

Las redes sociales también albergan intolerantes que esparcen odio y acosan a otros por opinar de forma distinta

- ¿Considera que en su caso, el linchamiento personal, es una forma de censura indirecta para escarmiento de los demás jueces, magistrados y fiscales de nuestro país?

- Sin duda alguna. La finalidad es provocar miedo a expresarse. Se busca que no pueda nadie opinar si no está en la posición de los acosadores. Si incumples esta norma se abre una cacería al disidente, que pretende apagar su voz utilizando todos los mecanismos posibles de difamación, hasta la muerte civil, si es preciso. Esto es muy viejo. De las campañas de señalamiento y difamación encontramos muchos ejemplos en la historia. El nazismo lo hizo con los judíos. El comunismo igualmente con los disidentes u opositores. En Cuba, por ejemplo, los llamados «actos de repudio» obedecían a ese propósito, haciendo partícipe de ello a la propia ciudadanía.

- ¿Ha contribuido el lawfare aceptado por el actual Gobierno al recrudecimiento de los ataques sufridos por algunos jueces?

- Por supuesto. La crítica a las resoluciones judiciales es perfectamente posible, pero no la difamación o el ataque personal al Juez. Eso es muy grave, por cuanto mina la confianza del ciudadano en sus jueces. Siempre ha habido ataques injustificados de personas o grupos radicales. Son inevitables. La diferencia es que esa posición hoy es asumida en España por algunos agentes principales del tablero político, incluso desde altos cargos públicos gubernamentales. Y si ahora ocurre es para deslegitimar procesos judiciales por corrupción política que les afectan. Eso no sucedía en los primeros años de nuestra democracia, ni pasa en los países de nuestro entorno.

- Sin embargo y pese a la gravedad de algunas afirmaciones políticas («ultraderecha judicial», «fachas con toga», «prevaricadores», etc.) el Tribunal Supremo ha rechazado que se trate de expresiones merecedoras de reproche penal. ¿Se ha ido demasiado lejos?

- Esta es una materia muy pegada al caso concreto. El Tribunal Supremo realiza una necesaria labor de ponderación entre la libertad de expresión y el honor y no tiene una jurisprudencia uniforme sobre estos temas. En lo que se refiere a la acusación de prevaricación, que es la más grave que puede hacerse a un Juez, conviene recordar que si hay sospechas de haber cometido ese delito, nuestro derecho ofrece mecanismos para denunciarlo, como ha sucedido en ocasiones.

Hay que tener ideas, no consignas. Si se trata de insultar, conmigo que no cuenten, porque yo no sé jugar al juego del odio

- La cacería de la que ha sido víctima nace de su defensa del Estado de Derecho y la independencia judicial, las críticas al reparto bipartidista del CGPJ o el intento de asalto al Poder Judicial que encierra la denominada ‘Ley Bolaños’ que llevó a los jueces a manifestarse antes de verano. Un discurso muy peligroso, al parecer, en los tiempos que corren…

- Pues es muy triste y revelador que defender esos principios sea considerado un discurso peligroso. Lo peligroso es no defenderlos. La independencia judicial y la separación de poderes son la garantía de los derechos de los ciudadanos. Pero también le digo algo, dirigido a los que me apoyan: todos deben ser activos en su defensa y no solo esperar que otros lo hagan por ellos.

- ¿Se arrepiente de alguna de las reflexiones que parecen haber molestado tanto a la izquierda?

- Absolutamente de ninguna. Yo solo he defendido el estado de derecho, la separación de poderes y la sujeción al imperio dela Ley, frente a lo que considero ataques que lo erosionan. Y lo voy a seguir haciendo.

- ¿Teme algún tipo de consecuencia disciplinaria?

- No. Tengo una profunda discrepancia con el mecanismo partidista de elección de los vocales del CGPJ, pero también un respeto por la autoridad intelectual de quienes forman parte del mismo y en concreto de la Comisión disciplinaria. Ellos saben que en mis palabras no hay ni un milímetro que se adentre en el ámbito disciplinario.

Los que hacen eso no son demócratas, son totalitarios, que no admiten ninguna opinión en contra

- ¿Hay algo más antidemocrático que quienes se definen como demócratas traten de generar la sensación de que expresar las ideas propias, que no comulguen con la línea de pensamiento oficial, es una amenaza que hay que combatir por cualquier medio?

- Estos comportamientos degradan el espacio público y la propia democracia. Los que hacen eso no son demócratas, son totalitarios, que no admiten ninguna opinión en contra.

- ¿Se sentaría a debatir a quienes han dirigido su odio hacia usted?

- Sin ninguna duda, si lo que quieren es debatir sobre ideas. Es más, ya lo he hecho en algunas ocasiones. Pero para eso hay que tener ideas, no consignas. Si se trata de insultar, conmigo que no cuenten, porque yo no sé jugar al juego del odio. No me sale por mi manera de ser. Y si cualquier Juez pretende entrar en esa lucha en el barro, competiría con las manos atadas por su condición profesional.

- Unas horas después de lo ocurrido, cerró su cuenta en X. ¿Se plantea volver en algún momento o su silencio será definitivo?

- Por supuesto. Ya dije que el silencio sería temporal. Vuelvo porque creo que el papel que estoy jugando en X es positivo y así lo percibe muchísima gente que me lo ha transmitido con mucho cariño durante mi ausencia y porque no volver sería el triunfo de los que pretenden mi cancelación. Ellos buscan echar al disidente de los espacios públicos. Aplico lo que decía Séneca frente al emperador Nerón: «Tu poder radica en mi miedo. Ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder» “.

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