El Gobierno resta importancia al enfado de Puigdemont

La reunión de la semana pasada entre José Luis Rodríguez Zapatero y Carles Puigdemont acabó en otro fracaso. Ni el Gobierno ni Junts lo han reconocido abiertamente, pero la relación entre ambos es cada vez más complicada. Los independentistas tumbaron el mes pasado la jornada laboral de 37,5 horas y, ahora, estaban dispuestos a hacer lo mismo con las nuevas cuotas de los autónomos propuestas por el Ministerio de Elma Saiz, que ha tenido que recular.

No obstante, a pesar de que la relación se degenera a pasos agigantados, en el Ejecutivo minimizan la actitud de Junts. El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes quitó importancia al hecho de que el partido de Puigdemont amenace, otra vez, con retirar su apoyo al Gobierno.

Félix Bolaños señaló este lunes que están hablando y negociando con Junts y añadió: «Obviamente tenemos un Parlamento que no es sencillo, que es complejo, que para articular una mayoría necesitamos el voto de todos los grupos parlamentarios de la investidura y eso exige un esfuerzo de diálogo», afirmó.

El ministro recordó que esta legislatura tiene ya dos años de vida, que en este tiempo se han aprobado 44 leyes (aunque no contó que más de la tercera parte, 16, son reales decretos leyes) y que seguirán trabajando para aprobar más. «Ganamos en torno al 90 % de las votaciones, aunque ya sé que la noticia es el 10 % restante», lamentó.

Como publicó El Debate el domingo, el «no» de Puigdemont a los Presupuestos Generales del Estado no es un hecho aislado, sino el inicio de una estrategia de alejamiento definitivo del PSOE. Junts ha elaborado un plan que tiene por objetivo que todo su potencial electorado tenga claro que su colaboración con el sanchismo es pasado.