Fundado en 1910

Asistentes a la manifestación convocada el domingo por el PPEFE

El Gobierno, grogui

La legislatura entra en una fase decisiva sin que Feijóo se lance a presentar una moción de censura

El debate borbotea en la derecha, pero el líder de los populares no quiere dar un paso en falso y mira a la Audiencia Nacional, donde el PSOE puede acabar imputado por financiación ilegal

La legislatura ha entrado en una fase decisiva tras el ingreso de José Luis Ábalos y de Koldo García en prisión provisional el pasado jueves. Esa es la percepción de los populares, que esa misma tarde decidieron jugársela y convocar en menos de 72 horas una manifestación que resultó multitudinaria. Incluso para la Delegación del Gobierno en Madrid.

Los acontecimientos se precipitan. En un día pasan semanas y en una semana, meses. El Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional no descansan, mal que les pese a los socialistas. Ábalos y García tienen ganas de ajustar cuentas. A ello se une el inicio de un ciclo electoral de pésimas perspectivas para el PSOE en Extremadura, Castilla y León, Andalucía y puede que Aragón, y la incapacidad del Gobierno de gobernar. El Ejecutivo está grogui y el PP y Vox no piensan dejar de golpearlo.

En junio, los socialistas sobrevivieron a duras penas al informe Cerdán, según reconocen en la Moncloa. Fueron los momentos más críticos de la legislatura, cuando realmente temieron el final. Apenas medio año después, Pedro Sánchez se enfrenta a otra situación límite, pero mucho más mermado de fuerzas.

Cuando Santos Cerdán estaba a punto de entrar en la cárcel, Sánchez se permitió presumir de que a la vuelta del verano los tribunales iban a castigar al PP en las causas que le afectan – «entonces se verá quiénes son los delincuentes de verdad», llegó a sostener-, y también se permitió retar a Feijóo y a Santiago Abascal: «Lo que tienen que hacer es presentar una moción de censura». Ahora hace tiempo que el presidente no menciona la moción de censura. No porque crea que el PP tendría alguna posibilidad de ganarla a día de hoy, que no lo cree; sino por no importunar a Junts jactándose de algo que, en realidad, está en la mano de Carles Puigdemont y no en la suya.

Carles Puigdemont, en una imagen de archivoEuropa Press

La moción de censura ha desaparecido prácticamente del vocabulario de los socialistas, pero entre la derecha está más presente que nunca. Este lunes, Abascal volvió a pedir a Feijóo que dé el paso para convocar unas elecciones «limpias y democráticas». Dentro del PP, la entrada en prisión de Ábalos ha abierto en canal el debate sobre la conveniencia de presentarla de una vez. Incluso asumiendo que sería para perderla. La manifestación del domingo evidenció que la derecha está hipermovilizada, pero también frustrada, puesto que siguen sin darle los números en el Parlamento y tampoco hay señales claras que apunten a un adelanto electoral.

El temor de Feijóo

El líder del PP no es ajeno al borboteo interno, aunque a él ninguno de sus barones le ha dicho cara a cara que debería presentar una moción de censura. En realidad, no es un tema que se hable a viva voz. Feijóo no quiere dar un paso en falso que vuelva a unir a la mayoría de investidura en torno a Sánchez en su peor momento, ese es su mayor temor. Si el PP tardó casi un año y medio en hacer efectiva la citación de Sánchez a la comisión de investigación del Senado (la había anunciado en mayo de 2024 y fue a finales del pasado octubre), como para correr ahora. El líder de los populares y su equipo prefieren seguir esperando hasta, al menos, tener noticias de la Audiencia Nacional, donde el PSOE se enfrenta a su mayor amenaza.

El partido de Sánchez dispone de esta semana para entregar la juez Ismael Moreno todos sus pagos en efectivo entre 2017 y 2024, así como sus justificantes, en unas diligencias que pueden acabar con la formación imputada por financiación ilegal. «No estamos investigados en la causa, y nuestro compromiso con la transparencia, así como nuestra colaboración con la Justicia, es total. Aportaremos al juzgado la documentación solicitada, colaborando con la justicia, como hemos hecho hasta ahora», repiten en el PSOE desde el pasado miércoles. Pero pasan los días y no han reunido la documentación, a pesar de que llevan meses sosteniendo que sus cuentas están sometidas al escrutinio del Tribunal de Cuentas y a una auditoría externa. Para el PSOE, una imputación sería un golpe letal. Para los socios, un trago más venenoso que la cicuta.

A ello se une que el juicio de Ábalos y García en el Tribunal Supremo va a ir rápido, dado el error de cálculo del exministro al no renunciar a su escaño y a su aforamiento: en la Audiencia Nacional todo habría ido más lento. La causa de Leire Díez también avanza: el 2 de febrero están citados a declarar como testigos Cerdán y el exdirector adjunto del Gabinete de Sánchez, Antonio Hernando, presunto nexo entre las cloacas del PSOE y la Moncloa.

Esas cloacas querían acabar con los mandos de la UCO al frente de las investigaciones que afectan al PSOE. Este martes, el Consejo de Ministros aprobará el ascenso a general del coronel jefe de la UCO, Rafael Yuste, lo que provocará cambios en la unidad de la Guardia Civil justo ahora. El Ministerio del Interior ha negado cualquier intencionalidad política. Según el departamento de Fernando Grande-Marlaska, ha sido él quien ha querido promocionar, pero su marcha causará un movimiento a mayor escala. Precisamente ahora.