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Razones que sugieren la última Navidad de Sánchez en la Moncloa

Entre TikTok y Spotify, el presidente apura los últimos sorbos de un 2025 que tiene muchas papeletas para acabar convirtiéndose en el del inicio del fin de su Presidencia

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, el martes tras el último Consejo de Ministros de 2025EFE

Sus acólitos suelen alabar su capacidad de reinventarse y sorprender, pero en Pedro Sánchez ya está casi todo inventado. Incluso lo de hacerse un house tour «a lo Isabel Preysler», como él lo bautizó el viernes en sus redes sociales. Desde 2018, el Palacio de la Moncloa organiza unas jornadas de puertas abiertas. En una ocasión, en junio de 2022, un grupo de visitantes se encontró con la sorpresa de que su guía era el mismísimo presidente del Gobierno. Parece que a Sánchez le gustó la experiencia de enseñar su Palacio al pueblo llano, porque a la vuelta de ese verano decidió celebrar el acto de inicio de curso en la Moncloa, rodeado de medio centenar de ciudadanos. Eran anónimos, claro, pero debidamente seleccionados con antelación por el equipo del presidente. Lo cortés no quita lo valiente.

Pedro Sánchez, junto a un grupo de ciudadanos en la sala del Consejo de MinistrosLa Moncloa/ Fernando Calvo

Entre TikTok y Spotify apura Sánchez los últimos sorbos de un año que tiene muchas papeletas para acabar convirtiéndose en el del inicio del fin de su Presidencia. ¿Será su última Navidad en la Moncloa? En este 2025 dos exsecretarios de Organización del PSOE han ingresado en prisión provisional (uno sigue en Soto del Real, el otro está libre después de cinco meses). La UCO ha entrado en Ferraz y en varios ministerios y empresas públicas. El fiscal general del Estado ha sido condenado e inhabilitado. Se ha desatado un me too en el PSOE, con acusaciones de acoso sexual y otras de encubrimiento. El hermano del presidente ha sido enviado a juicio oral. La instrucción contra Begoña Gómez se ha prorrogado hasta abril. Junts ha bloqueado la legislatura hasta que Carles Puigdemont pueda volver a España o hasta sacar a Sánchez los hígados, lo que ocurra antes.

¿Habrá sido 2025 el año del inicio del fin de la Presidencia de Sánchez?

Más. El presidente ha desairado a sus socios de la OTAN, y en especial a Estados Unidos, con su negativa de llegar al 5 % del PIB de gasto en defensa en 2035, a pesar de que fue ese el acuerdo alcanzado en la cumbre de la OTAN en La Haya. La Audiencia Nacional ha abierto una investigación ante la posible existencia de una caja B en el partido. El Gobierno ha incumplido su obligación de presentar los Presupuestos por tercer año consecutivo. El Congreso le ha tumbado la senda de estabilidad por dos veces. La reforma judicial de Félix Bolaños ha quedado en un quiero y no puedo, encallada en la Cámara Baja porque el Ejecutivo no tiene apoyos ni visos de conseguirlos. Hay una crisis de vivienda desbocada que el Gobierno es incapaz de embridar y una desigualdad creciente.

Fotomontaje de Sánchez

Y todavía un poco más. En la Comunidad Valenciana, la ministra Diana Morant no ha conseguido liderar las encuestas a pesar de la campaña contra Carlos Mazón, y ahora los socialistas tendrán año y medio más de PP -como poco- con Juanfran Pérez Llorca. La cloaca socialista ha reventado, con la aparición estelar de un personaje como Leire Díaz. El PSOE se ha hundido en uno de sus feudos históricos, Extremadura, donde presentó un candidato procesado. En Sumar se ha abierto el debate interno -sotto voce aún- sobre si deberían abandonar el barco del Consejo de Ministros antes de que se vaya a pique. Sus socios parlamentarios han empezado a oler la descomposición. Y en el PSOE se habla bajito del postsanchismo por primera vez desde abril de 2024, desde que Sánchez se borró cinco días de la circulación y el partido se asomó al abismo de un mañana sin él.

Unos días antes de irse dos semanas de vacaciones, el presidente contó a los periodistas que estaba en su momento de «madurez política» y más en forma que nunca. Que va a haber legislatura hasta 2027, que todo se arreglará cuando el prófugo de Waterloo pueda volver, que quiere repetir en las próximas elecciones, que él es el único que puede frenar a la ultraderecha… Luego llegaron los resultados de Extremadura y el dato mató al relato. Una vez más.

Ante la magnitud del desastre, los socialistas llevan toda la semana intentando que las llamas no alcancen a Sánchez. Como si la patada que el electorado extremeño dio a Miguel Ángel Gallardo el pasado domingo no fuese dirigida, en parte o en su totalidad, al presidente del Gobierno. Como si, hasta el día antes de las elecciones, su equipo no se hubiese dedicado a presumir de que Sánchez es «el principal activo» del PSOE y que por eso había ido cuatro días a hacer campaña a tierras extremeñas.

«Gallardo no era el candidato de Sánchez»

«El presidente no se presentaba a las elecciones, es el marco que quiere el PP y que no vamos a comprar», señalan en la Moncloa; conscientes de que a la derrota en Extremadura van a seguir las de Aragón, Castilla y León y Andalucía, donde todas las encuestas dan al PSOE menos escaños de los que tiene ahora en los tres parlamentos regionales. Lo más cómico ha sido escuchar al orfeón socialista cantar al unísono que «Gallardo no era el candidato de Sánchez», porque en las primarias que el PSOE de Extremadura celebró en marzo de 2024 el sanchismo respaldó a su rival. La parte que omiten es que, tras el procesamiento de Gallardo, Sánchez se empeñó en que siguiera siendo el candidato; puesto que haberlo apartado habría sido reconocer implícitamente que la causa judicial contra él y el hermano del presidente tiene base de sobra.

El 28 de octubre, después de que María Guardiola adelantara las elecciones, la entonces portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, respaldó así a Gallardo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros: «El PSOE en Extremadura ha ido en dos ocasiones a primarias y los militantes de esa tierra, los militantes del PSOE de Extremadura han hablado con claridad, y, por tanto, yo solamente le puedo decir, trasladar todo el apoyo, por tanto, al secretario general».

Que se ande con cuidado Alegría, porque ella puede ser la siguiente de quien Sánchez reniegue a partir del 8 de febrero, fecha de las elecciones en Aragón. A pesar de que ha sido la portavoz de su Ejecutivo durante dos años y, antes, del PSOE. Las expectativas de los socialistas allí no eran nada buenas y, ahora que se ha confirmado que la izquierda concurrirá en cuatro candidaturas distintas, la abstención de esa parte del electorado puede ser antológica. Con el presidente no falla: las derrotas siempre son de otros y las victorias son suyas.