
José María Aznar y Tony Blair acordaron un régimen de cosoberanía sobre Gibraltar en 2002
Gibraltar
Los dos intentos fallidos de España por recuperar la soberanía de Gibraltar en el siglo XXI
El Gobierno de Aznar estuvo cerca de hacer realidad en 2002 un régimen de cosoberanía sobre el Peñón, una propuesta que retomó Rajoy tras el Brexit
La disputa por la soberanía de Gibraltar ha sido una constante en las relaciones entre España y el Reino Unido. En el siglo XXI ha habido dos momentos en los que el Peñón ha podido recuperar su soberanía española, o al menos parte de ella. Sin embargo, las circunstancias políticas y sociales impidieron avanzar en esa dirección.
En 2002, España estuvo más cerca que nunca de alcanzar un pacto con el Reino Unido respecto a la soberanía de Gibraltar. Los Gobiernos de José María Aznar y Tony Blair entablaron conversaciones para establecer un régimen de cosoberanía sobre el Peñón. Estas negociaciones, iniciadas en 2001, fueron conducidas por Josep Piqué y Jack Straw, ministros de Exteriores de ambos países. El proceso culminó con un principio de acuerdo el 18 de abril de 2002.
Peter Hain, ministro británico para Europa durante las negociaciones, reveló años más tarde que el acuerdo habría permitido a los gibraltareños conservar su ciudadanía británica y su sistema legal. A cambio, España hubiera obtenido una soberanía compartida sobre el territorio. La propuesta contemplaba también la eliminación progresiva de la frontera, una base militar gestionada conjuntamente y una doble soberanía indefinida, sin una fecha límite para la plena integración en España.
Sin embargo, las relaciones se complicaron en el último momento. El Gobierno de Aznar, temeroso de que el pueblo llanito lo rechazara en referéndum, endureció su posicionamiento, exigiendo que el acuerdo fuera definitivo, sin ser sometido a votación, algo que Londres no aceptó. Los ciudadanos del Peñón debían pronunciarse al respecto.Así las cosas, el 7 de noviembre de 2022 se realizó un referéndum consultivo en el que el 98,48 % de los llanitos rechazó cualquier fórmula de soberanía compartida. El resultado no tenía efectos legales, pero tan contundente que el Gobierno británico decidió marcha atrás y desechar el pacto con España.
Tony Blair reconoció abiertamente que el proceso fracasó porque «los gibraltareños no querían». El Gobierno español, en cambio, criticó al Reino Unido por no respetar los términos negociados. Así, una oportunidad sin precedentes quedó enterrada por la falta de consenso entre las partes y el rechazo rotundo del pueblo llanito a cualquier cambio en su estatus jurídico.
La oportunidad del Brexit
Catorce años más tarde, el referéndum del Brexit reabrió el debate sobre la soberanía de Gibraltar. En 2016, el pueblo llanito votó abrumadoramente a favor de permanecer en la Unión Europea, con un 95,9 % de apoyo. El Gobierno de Mariano Rajoy vio en este escenario una nueva oportunidad y presentó ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una propuesta renovada de cosoberanía, adaptada al contexto de la salida británica del bloque comunitario.
La oferta española incluía la doble nacionalidad para los gibraltareños, su integración en la Unión Europea como parte de España y la eliminación de la Verja. Se prometía, además, el mantenimiento de ciertas ventajas fiscales y un impulso a la cooperación con el Campo de Gibraltar. El Gobierno de Rajoy buscaba convencer así a la población llanita de las ventajas de pertenecer a España.
Sin embargo, esta segunda propuesta tampoco prosperó. El Gobierno del Reino Unido reiteró que no negociaría ningún cambio en la soberanía del Peñón sin el consentimiento de los llanitos. El ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, directamente calificó la iniciativa española de «intento de anexión» y reafirmó el rechazo histórico de su población a cualquier fórmula de cosoberanía.
En estos últimos años, el Gobierno de Pedro Sánchez ha excluido la cuestión de la soberanía de las negociaciones sobre el estatus de Gibraltar tras el Brexit, con el objetivo de alcanzar un acuerdo que ya es una realidad y que supondrá el derribo de la Verja. Aun así, afirma no renunciar a la reivindicación histórica de España sobre el Peñón.
El ministro británico de Asuntos Exteriores, David Lammy, ha asegurado que la soberanía del Reino Unido sobre Gibraltar, incluidas sus aguas territoriales, «sigue siendo sacrosanta». Así, Downing Street y las autoridades llanitas celebran un acuerdo que, dicen, «protegerá la soberanía británica, la autonomía militar del Reino Unido y garantizará el futuro económico de Gibraltar», después de más de cuatro años de negociaciones con la Unión Europea y de un lustro de incertidumbre por el Brexit.