Jesús Díaz Sariego y Cinta Bayo, responsables de la Confer
Los religiosos apuestan por fusionarse para no desaparecer
La cúpula de la Confer recurre a la 'intercongregacionalidad' y a los laicos para tratar de paliar su desplome vocacional
Un inmenso caserón de miles de metros cuadrados donde sólo habitan 3 religiosas, y de edad provecta. Esa es la compleja —y cotidiana— situación a la que se enfrentan centenares de comunidades religiosas en toda España y, en general, en gran parte del mundo occidental. Desde hace décadas, las congregaciones religiosas se han visto forzadas a ceder, vender o, sencillamente, abandonar inmensos edificios que antaño fueron colegios, monasterios, residencias o centros de formación y reagrupar a sus ocupantes en otras comunidades.
Pero ya no es suficiente la relocalización. La crisis vocacional que castiga con dureza a prácticamente todas las congregaciones desde el fin del Concilio Vaticano II —sin parangón en la bimilenaria historia de la Iglesia católica— ha hecho que algunas de ellas hayan perdido hasta el 80 por ciento de sus miembros en apenas 60 años. Por eso, algunas de ellas se han visto obligadas a dar un paso más: ya no basta con fusionar comunidades de una misma congregación; ahora hay que fusionar incluso congregaciones entre sí.
Es lo que la Confer (Conferencia Española de Religiosos) denomina intercongregacionalidad, y desde hace unos años ha cobrado más peso en la vida religiosa. «Los desafíos internos más inmediatos que tenemos se concentran en la intercongregacionalidad», ha llegado a reconocer el dominico Jesús Díaz Sariego, recientemente reelegido presidente de la Confer. «Debemos seguir trabajando espacios de colaboración entre las diversas congregaciones, fomentando proyectos comunes de misión», ha explicado en una entrevista difundida por la propia organización de religiosos.
«Ser menos tiene sus ventajas»
Uno de los escollos para esta intercongregacionalidad puede provenir del propio carisma fundacional de cada congregación. Cada familia religiosa cuenta con sus constituciones, sus normas, sus costumbres y su espiritualidad, que han sido inspiradas a través de un fundador en un momento y circunstancias concretas de la historia de la Iglesia. Aunque el Evangelio es el denominador común a todas ellas, cada congregación mantiene un estilo, un sello, un carisma propio. Conjugar todos ellos no siempre es tarea sencilla.
«Sabemos que la ruta de la intercongregacionalidad y la colaboración con otras entidades son caminos que están llamados a crecer», defiende en la misma entrevista Cinta Bayo, superiora general de las Esclavas del Divino Corazón y nueva vicepresidenta de Confer. «Todas las congregaciones hemos vivido en estos últimos años procesos internos de reestructuración y de reorganización», agrega Díaz Sariego, a la vez que reconoce que «somos conscientes de la debilidad institucional en la que nos encontramos ante la falta de renovación y de vocaciones». «Pero no nos detenemos ni entristecemos por ello», asegura, porque considera que «ser muchos en número tiene sus ventajas; pero ser menos, también».