Pintadas de Arran en la comisaría de Mahón

Pintadas de Arran en la comisaría de MahónRRSS

'No vas a dormir tranquilo': el ataque de Arran a la comisaría de Mahón con huevos y pintura que señaló a un policía infiltrado

El Supremo traspasa a Barcelona el caso que investiga a seis independentistas como grupo criminal

La madrugada del pasado 14 de enero, la fachada de la comisaría de la Policía Nacional en Mahón amaneció teñida de rojo. No era sangre, sino pintura. Los restos de huevos rotos se mezclaban con las pintadas que rezaban Infiltración es tortura y No vas a dormir tranquilo. Un mensaje claro y personal dirigido a un agente cuya identidad había sido filtrada días antes.

Aquel policía menorquín, que entre 2020 y 2022 trabajó infiltrado en colectivos independentistas catalanes, había pasado de ser un nombre secreto a un rostro señalado tras la emisión de un reportaje en TV3 y su posterior difusión en medios próximos a la CUP. Lo que vino después fue una campaña de hostigamiento que cruzó el mar hasta Menorca.

Según la investigación, el ataque a la comisaría no fue un arrebato espontáneo. Se planificó en Barcelona. Uno de los activistas compró los billetes a Menorca, el grupo viajó expresamente a la isla, ejecutó la acción con huevos, spray y cámaras, y luego regresó a la península. Los vídeos del asalto circularon enseguida por las redes y canales afines al independentismo radical con tono de trofeo. Fue precisamente esa vanidad digital la que permitió a los agentes identificar a los presuntos autores.

En aquellos días de enero, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) reaccionó con dureza al ataque, que calificó de «una muestra de cobardía», y advirtió además de que los responsables «no quedarían impunes» y que «les temblarían las piernas en sus 'Países Catalanes' imaginarios» ante la demanda judicial interpuesta por el sindicato

El caso derivó pronto en un pulso judicial. El juzgado de Mahón, que abrió las diligencias, sostuvo que los delitos más graves —acoso y pertenencia a organización criminal— se habían orquestado desde Barcelona y pidió trasladar allí la causa. Pero el juzgado barcelonés se negó, y el conflicto acabó en el Tribunal Supremo.

Ahora el alto tribunal acaba de resolver que la base operativa del grupo estaba en Barcelona, aunque la amenaza se consumara en Mahón. Por tanto, devuelve el caso a los juzgados catalanes, que deberán depurar las responsabilidades penales.

Los seis activistas identificados se enfrentan a sanciones por daños superiores a 500 euros y a posibles cargos por acoso y organización criminal «con suficiente estructura y reparto de roles». Mientras tanto, en la comisaría de Mahón aún se recuerdan las manchas rojas sobre la piedra y aquel mensaje que no necesitaba firma: «No vas a dormir tranquilo».

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