El castillo más espectacular de España está en Albacete y casi nadie lo conoce

Un vistazo rápido al Castillo de Chinchilla de Montearagón puede recordarle al visitante al real, pero sobre todo literario Castillo de If, en Marsella. En dicha fortaleza es donde Alejandro Dumas hizo que se conocieran Edmundo Dantés, el conde de Montecristo, y el abate Faria, el hombre que instruyó en la prisión que era el castillo al desgraciado Edmundo para trazar la venganza más famosa (y gustosa) de la historia de la literatura.

De If a Chinchilla

El castillo de If está rodeado de mar, el Mediterráneo, y ubicado en la pequeña isla sobre la que se yergue, al estilo de Alcatraz, o más bien Alcatraz al estilo de If. El mar del castillo de Chinchilla es la llanura inmensa de La Mancha. Los musulmanes, vieja y común historia, construyeron una antigua alcazaba en el mismo cerro de San Blas que los romanos utilizaron antes y donde la Reconquista acabó imponiendo un castillo que, como el de If, también fue una prisión.

Y una inexpugnable por su impresionante foso excavado en la roca, toda una particularidad, de diez metros de ancho, una distancia insalvable para los enemigos y para los prisioneros, y de veinticinco de profundidad en algunas partes de su perímetro: casi un pequeño abismo. El marqués de Villena lo restauró en el XV y lo convirtió en el fuerte inconquistable que pasó a la fama durante siglos y hasta hoy. Muros altísimos y puertas ocultas como los puentes levadizos hicieron de él un lugar imponente que sufrió importantes modificaciones físicas y «psíquicas» a lo largo del tiempo.

Solo unos años después de su primera remodelación El Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, capturó a César Borgia, hijo del Papa Alejandro VI, y lo encerró en el castillo. Fue el cautivo más famoso de su larga historia que casi comenzó con aquel hecho. En el XIX el castillo fue protagonista durante la Guerra de la Independencia, primero como reducto español y después como plaza conquistada y parcialmente destruida por los franceses.

No mucho más tarde se restauró y solo algunas décadas en adelante se utilizó como prisión casi oficial, hasta que fue oficialmente, al filo del XX, convertido en prisión y remodelado como tal, donde empezó una leyenda similar a la del castillo escogido por Dumas por la dureza de las condiciones para los reclusos. Una leyenda que fue una historia real entre cierres y reaperturas que acabó siendo el mismísimo If de Albacete, adonde se enviaba a los presos más conflictivos.

Recuperó su imagen original

La imagen era la de una terrible cárcel de novela histórica que, sin embargo, a pesar de sus rigores, permaneció como tal hasta 1946 (donde estuvieron primero presos del bando nacional y después del republicano) cuando se cerró y se cedió la construcción al Ayuntamiento que volvió a remodelarla para devolverle su impresionante estampa original del XV.