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El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, y el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, a 25 de septiembre de 2021, en L’Alguer, Cerdeña (Italia)Lorena Sopêna - Europa Press

Los contactos del entorno de Puigdemont con Rusia provocan la enésima división entre el independentismo

El jefe de la oficina de Puigdemont, Josep Lluís Alay, reconoce estos contactos, pero niega que tuvieran relación con el ‘procés’

Las reuniones y los contactos del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y de gente de su entorno, especialmente de Josep Lluís Alay con Rusia, han provocado una nueva división entre el independentismo, entre Junts y Esquerra Republicana en concreto. Contactos que tendrían como objetivo asegurarse en reconocimiento de una Cataluña independiente.
Abría la veda el portavoz de los republicanos en el Congreso, Gabriel Rufián, quien se refería a estos contactos, desde el espacio de la antigua Convergència, como «señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada, porque así durante un rato se creían que eran James Bond. No nos representan. Y me estoy conteniendo, porque es de una frivolidad terrible». Desde Junts han llegado a calificar a Rufián de “miserable» e «ignorante» y uno de los implicados en este asunto, Josep Lluís Alay, ha pedido a ERC que se desmarque de su portavoz en el Congreso.
De hecho, en las últimas horas desde el entorno de Junts per Catalunya han cerrado filas con Carles Puigdemont. El más contundente ha sido el secretario general de la formación, Jordi Sánchez, que decía: «¿Es posible ser más ignorante? En cualquier caso, es imposible ser más miserable. Y es indiscutible que quien habla así se convierte de hecho en el portavoz oficial de las cloacas del estado y de la burbuja de la derecha mediática».
También el portavoz del grupo parlamentario en el Parlament de Junts, Albert Batet, pedía a Esquerra que desautorice a Rufián y el grupo ya ha pedido su comparecencia en la cámara catalana «para informar sobre las acusaciones y las difamaciones que vinculan el independentismo con Rusia». El vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, ya trasladó el martes al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, su enfado por las palabras de Rufián. Otros diputados de Junts decían estar “conteniéndose» por las declaraciones del republicano, mientras otros censuraban a ERC por su silencio, que consideraban intolerable.
Tanto revuelo causaron las consideraciones de Rufián que ha tenido que salir a pedir disculpas, no tanto por el tono, pero sí por las formas. Quien también se ha pronunciado sobre esta polémica es uno de los principales implicados en estos contactos, el jefe de la oficina de Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay. En declaraciones a RAC1 ha pedido a ERC que se desmarque de su portavoz porque si no, añadía, «se puede interpretar que una parte del movimiento independentista da por bueno el relato de las alcantarillas españolas, una parte de la prensa de ultraderecha, la Policía Nacional y del CNI". Una opinión de Rufián, decía Alay, que» hacen más verídica la fantasía”.
Y es que, en esta entrevista, el jefe de la oficina de Puigdemont ha negado que los viajes que hizo a Rusia tuvieron nada que ver con el llamado ‘procés’, es decir, ha negado que se produjeran conversaciones para garantizar el reconocimiento de una Cataluña independiente, para asegurar suministros en caso de independencia o apoyo digital, ni que hubiera una estructura societaria internacional para financiar el independentismo.
Sí ha reconocido tres viajes a Moscú. Uno en marzo de 2019 para cerrar entrevistas de Puigdemont con medios de comunicación rusos, dado el interés, según él, que había allí por conocer lo que ocurría en Cataluña. Otro viaje tuvo lugar en junio de ese mismo año en calidad de profesor y dio una conferencia a puerta cerrada sobre la situación política en Catalunya a la que asistió, entre otros, el exespía ruso Andrei Bezrukov. Volvió a encontrarse con él y con el director de un programa de política internacional en el ruso Canal 1 en febrero de 2020.
También ha explicado que el único viaje que se pagó con fondos públicos, con las partidas de la oficina del expresidente de la Generalitat fue el primero, para concertar las entrevistas con Puigdemont, mientras que los otros viajes, se los pagó él.