
El expresidente de la Generalitat y líder de Junts, Carles Puigdemont, en agosto
Política
Junts sopesa qué precio hará pagar a Sánchez por su desprecio a la cuestión de confianza que exige Puigdemont
Los postconvergentes sienten ahora que deben elevar el tono y que les toca mover ficha
Con malestar y sorpresa. Así ha reaccionado la dirección de Junts —reunida en Bruselas para analizar los resultados de sus acuerdos con el PSOE al cumplirse un año de la investidura de Pedro Sánchez— ante la rapidez con la que el Gobierno ha despachado la posibilidad de que el presidente se someta a una cuestión de confianza.
Desde Junts habían diseñado la operación como una posibilidad para negociar con el Gobierno, dado que el reglamento de la cámara establece que una proposición no de ley —PNL en el argot de los diputados, la figura parlamentaria que ha usado Junts— puede admitirse a trámite o no por parte de la Mesa del Congreso, y luego gestionarla por la vía del pleno o por comisión.
Carles Puigdemont y su equipo, encabezado por Miriam Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso, y su secretario general, Jordi Turull, pretendían rebajar o, incluso, retirar la PNL a cambio de la concreción de ciertas cesiones pendientes de cerrar, como la transferencia de competencias en materia de inmigración o la condonación de parte de la deuda del FLA.
Subir el tono
La rápida reacción de la Moncloa, descartando que Sánchez se someta a una moción de confianza, ha pillado con el pie cambiado a Junts y ahora apuntan a que se verán obligados a subir el tono y a concretar algunas de las amenazas vertidas por Puigdemont en su conferencia del centro internacional de prensa de Bruselas.
A oídos de los que escuchaban la intervención de Puigdemont este lunes —dirigentes de Junts y prensa catalana—, las advertencias de Puigdemont no sonaban como amenazas reales, sino como un reclamo de atención dirigido a Pedro Sánchez.

Puigdemont reclama a Sánchez someterse a una cuestión de confianza en el Congreso: «No es de fiar»
Frases como «ha llegado el momento de o bien un punto de inflexión o bien dejarlo correr para no hacer perder el tiempo ni la paciencia a nadie» o «confunden voluntad negociadora con rendición» en boca de Puigdemont parecen un reproche personal por no haber sido amnistiado.
El líder de Junts está firmemente convencido que la amnistía se podría haber aplicado de forma absoluta, o sea, a él, si Sánchez así lo hubiera querido. Puigdemont no alberga ninguna duda que la dilación en la aplicación de la amnistía es una maniobra de Sánchez, con la aquiescencia del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, para forzarle a seguir dándole apoyo parlamentario, dado que si Sánchez cae, el regreso de Puigdemont a España, sin carga judicial alguna, podría aplazarse sine die.
Mover ficha
Ante la salida en tromba tanto del PSC, que por boca de Lluïsa Moret, la número dos del partido y presidenta de la Diputación de Barcelona, ha dicho que «Junts comete un error» como las declaraciones de ERC y los Comunes afirmando, respectivamente, que «la moción de confianza es la antesala de una moción de censura del PP, Vox y Junts» y que «lo que Junts debe hacer es negociar los presupuestos del Estado para 2025», en Junts impera la sensación de que ahora deben mover ficha.
Puigdemont ha dejado claro que «lo que se habla en Suiza no se cumple», y ahora tendrá que pensar qué precio hace pagar a Sánchez por el desprecio de haber despachado su petición de moción de confianza en pocos minutos.
A pesar de que Turull ha dejado claro, una y otra vez, que la moción de censura junto al PP está descartada, los Presupuestos están hoy un poco más lejos que ayer, antes de la conferencia de Puigdemont y la precipitada y chulesca respuesta que el Gobierno ha dado a su socio más sensible.