El Papa León XIV durante el rezo del Regina Coeli

El Papa León XIV durante el rezo del Regina CoeliEuropa Press

Historia

El obispo fusilado y quemado por los republicanos en Cataluña cuya reliquia siempre lleva el Papa León XIV

El pontífice porta en su cruz pectoral una reliquia del beato Anselmo Polanco, agustino y mártir

Apenas lleva unos días de pontificado, pero el Papa León XIV ya está sorprendiendo al mundo por su manera de actuar y pensar. Una de estas sorpresas es su cruz pectoral, que le regalaron en su orden cuando fue nombrado cardenal, hace dos años. Y es que en ella lleva engarzada, entre otras, una reliquia del beato Anselmo Polanco, obispo de Teruel asesinado in odium fidei durante la Guerra Civil.

Sacerdote agustino, a Polanco lo hicieron prisionero las tropas republicanas en enero de 1938, tras la conquista de Teruel, y a punto de terminar la guerra lo asesinaron. Fue el 7 de febrero de 1939, en Pont de Molins, a pocos kilómetros de la frontera francesa: fue fusilado por las tropas de Enrique Lister. Aquel día 44 personas perdieron la vida por las balas de los soldados republicanos que, en su huida, no tuvieron compasión por aquellos hombres que les habían servido de escudo o de pasaporte para poder escapar.

Busto del beato Anselmo Polanco, obispo de Teruel y mártir

Busto del beato Anselmo Polanco, obispo de Teruel y mártirWikimedia

A parte del obispo Polanco, aquel día también asesinaron a su vicario general, Felipe Ripoll Morata, y al coronel Domingo Rey d’Harcourt, que capituló durante la defensa de Teruel el 7 de enero de 1938. Aquel día fue capturado, junto con Polanco y 1.500 prisioneros. A pesar de la persecución contra la Iglesia Católica, Polanco no quiso abandonar su diócesis: «Yo soy el pastor y debo permanecer al lado de mis ovejas; o me salvo con ellas, o con ellas muero».

Encarcelado y fusilado

Estuvo encarcelado en Valencia y en Barcelona. Lo fueron moviendo a medida que el ejército republicano se batía en retirada. Poco antes de la entrada de las tropas nacionales en Barcelona, el 25 de enero de 1939, los sacaron de la cárcel y se los llevaron en dirección a la frontera francesa.

De Barcelona fueron a Santa Perpètua de Mogoda, a pocos kilómetros de Barcelona. De ahí a Campdevànol y Puigcerdà. Antes viajaron en tren hasta Ripoll y, de ahí, a pie hasta Sant Joan de les Abadeses. El día era tormentoso. El 31 de enero llegaron a Figueras y de ahí a Can Bosch, en Pont de Molins.

El 7 de enero de 1939 llegó a ese municipio, que no superaba los 500 habitantes, un camión con 30 hombres armados con fusiles-ametralladores, un teniente y varios suboficiales. Eran las diez de la mañana. Aquellos militares republicanos robaron lo que pudieron, a los presos y a otros vecinos.

A los presos los ataron de las muñecas, de dos en dos, una práctica muy común para que no se escaparan. Les pidieron que se pusieran en marcha y tomaron la carretera de Les Escaules. Caminaron un poco más de 1.200 metros cuando pararon. A todos ellos los obligaron a subir monte arriba por el cauce seco del barranco.

Aquellos prisioneros eran soldados capturados en Teruel, junto a Polanco, Ripoll y Rey d’Harcourt. Los hombres que llegaron a Pont de Molins formaban parte de la Brigada Líster. Consiguió salvarse del fusilamiento el coronel Francisco Barba Badona, que se quedó herido en Campdevànol. En la Causa General, sobre el obispo Polanco declaró:

Después de largas discusiones decidieron fusilarlos en un barranco próximo a esta última localidad [Pont de Molins] (…) cometiendo la crueldad de quemarlos después de ser rociados con gasolina y parece ser que algunos al ser quemados todavía vivían, pudiéndose asegurar esto con relación al señor Obispo de Teruel Padre Polanco pues al ser reconocido su cadáver no se le encontró herida alguna.

Muchos de estos detalles los conoce quien declara por haberle sido leído un libro titulado «El Obispo de Teruel» y que publicó un padre Agustino. También conoce parte de estos detalles por manifestaciones que se le hicieron por parte de una hija del Coronel, don Ignacio Gasca llamada Manolita y que vive en la Plaza de Aragón núm. 7, detalles, que a ella le proporcionaron en el pueblo de Pont de Molins, en viaje que hizo a esta localidad para reconocer los restos de los fusilados.

En el informe de la Causa General se relacionan los siguientes nombres:

Los asesinados en el citado grupo fueron: Don José Pérez del Hoyo, teniente coronel de la Guardia Civil; Don José Coelio de Portugal, comisario de Policía de Teruel; Don Felipe Ripoll Morata, vicario general de la diócesis de Teruel; S.I.T.D. Anselmo Polanco Fontecha, obispo de Teruel; D. Javier García Blanco, canónigo de la Catedral de Albarracín (Teruel); D. Joaquín Rodrigo Giner, alférez de la guardia Civil, D. Domingo Rey d’Harcourt, J. Pereda, comandante de Infantería, D. Gerhard Imping, brigada de la Legión Cóndor, D. Antonio Galea, capitán italiano del C.T.V., un militar italiano que no pudo ser identificado, con iniciales en la ropa S.C., catorce soldados italianos, a los cuales no se les pudo identificar debido al estado en que se encontraban, y diez y siete españoles entre militares y paisanos que tampoco pudieron ser identificados por hallarse sus cuerpos carbonizados; todos los cadáveres fueron enterrados en el Cementerio de la localidad, siendo exhumados con posterioridad y trasladados los de los Señores Del Hoyo, Coello de Portugal, Ripoll y Polanco, a Teruel por las autoridades de dicha capital.

Con anterioridad a su fusilamiento, según el padre agustino Amador del Fueyo, el general Vicente Rojo pidió, el 6 de enero, que el obispo Polanco fuera evacuado en avión a la zona centro. Lister desoyó la orden. A día de hoy el obispo Anselmo Polanco aún no figura en la lista de víctimas de la guerra que depende del Ministerio de Cultura.

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