El líder de Junts, Carles Puigdemont, en una imagen de archivo

El líder de Junts, Carles Puigdemont, en una imagen de archivoEuropa Press

Crónica política

Puigdemont pierde a su interlocutor con Sánchez pero podrá cobrar más caro sostener la legislatura

Santos Cerdán lleva dos años viajando para reunirse con Puigdemont, sometido a frecuentes humillaciones

Mensualmente, sin faltar a su cita excepto en casos más que justificados, el ya exsecretario de organización del PSOE y número tres del partido Santos Cerdán ha estado viajando para mantener reuniones secretas con el líder de Junts, Carles Puigdemont, durante los últimos dos años.

Primero eran vuelos a Bruselas y luego a Ginebra, y en los encuentros, con mediador de por medio, también estaban presentes el secretario general de Junts, Jordi Turull y el abogado del expresidente de la Generalitat, Gonzalo Boye, condenado por pertenencia a ETA y por secuestro.

Desde verano de 2023, el futuro de España se ha estado decidiendo en unas reuniones mensuales clandestinas, celebradas en un hotel, fuera del territorio de la UE. En ellas, el prófugo Puigdemont ha dado instrucciones, en presencia del salvadoreño Francisco Galindo, al embajador plenipotenciario de Pedro Sánchez. Ese embajador no era otro que Santos Cerdán.

Ha sido Cerdán, quien ha protagonizado algunos de los momentos más bochornosos de la historia reciente de la política española y de la relación entre el Gobierno de España y Junts, como la reunión con Puigdemont en la que Cerdán fue sentado debajo de una fotografía de gran tamaño del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. En otras ocasiones, Cerdán viajó hasta Suiza para ser humillado por Puigdemont al no recibirle o suspender la reunión antes de tiempo.

Desde la Moncloa

El ya ex número tres del PSOE fue designado para dichas reuniones periódicas por su confianza, cercanía y afinidad al líder del PSOE y presidente del gobierno. Antes de las reuniones y tras la celebración de las mismas, Cerdán siempre se dirigía a La Moncloa donde preparaba previamente los encuentros y tomaba nota de las peticiones que Sánchez tenía para Puigdemont.

A su regreso, daba cuenta de sus progresos, exponía cuales eran las contraprestaciones que Puigdemont exigía y, sobre todo, trasladaba a Sánchez los lamentos y quejas del expresidente catalán.

En estos casi dos años, Cerdán ha tejido una relación de gran complicidad con el secretario general de Junts, Jordi Turull. Pocas horas antes de la dimisión fulminante de Cerdán el secretario general de Junts salía en defensa de su amigo, insistía en hablar de lawfare, un concepto inventado por Junts que el PSOE ha hecho suyo, y seguía exigiendo a Sánchez una reunión con Puigdemont para que junto a la amnistía judicial se visualice la «amnistía política».

Junts ha dejado claro que no se plantea apoyar una moción de censura contra el Gobierno Sánchez, bajo ningún concepto. Para los independentistas la debilidad del gobierno es una buena noticia, dado que cuanto más precaria sea la situación del gobierno encabezado por Pedro Sánchez más caro pueden poner el precio a cambio de prolongar la legislatura.

A pesar de que Junts no se plantea abandonar a Sánchez, el auto de la UCO que deja al descubierto la trama de corrupción que afecta al partido socialista desde el mismo instante en el que Sánchez tomo posesión como presidente del Gobierno tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, incomoda a los postconvergentes, que han perdido un interlocutor al que trasladar su inacabable lista de peticiones.

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