Uno de los 'minairons', en el videojuego 'Manairons'

Uno de los 'minairons', en el videojuego 'Manairons'3Cat

Leyendas de Cataluña

¿Qué son los 'minairons'? Los elfos del Pirineo que deben trabajar sin descansar para no matar a su dueño

Estos seres de la mitología pirenaica personifican la energía caótica de la naturaleza

En la comarca catalana del Alt Urgell (Lérida) existe la leyenda de unos duendes llamados minairons. Son seres muy pequeños, parecidos a los elfos o gnomos, cuya característica principal es que trabajan incansablemente y a una velocidad sobrehumana. No pueden estar quietos, y una vez se les da una orden la realizan al momento.

Ahora bien, si no tienen trabajo, se vuelven impacientes e, incluso, destruyen lo que tienen a su alrededor, preguntándose: «¿Qué haremos? ¿Qué haremos?». Hay una persona, el portador, que los lleva dentro de un canuto de boj, donde se mantienen siempre que esté puesto el tapón: se dice que caben miles de ellos en este pequeño recipiente.

Cuando alguien los ha podido ver, al parecer su aspecto es como el de ancianos duendecillos, vestidos con una casaca ceñida y la tradicional barretina catalana. Otros los han descrito como un enjambre de mosquitos activos y refulgentes. Nacen en la misteriosa hierba menaironera o hierba de San Juan. Esta es una planta que crece en lugares inaccesibles, en cuevas profundas o bajo la protección de gigantes y dragones, y sólo puede ser recolectada con la luna vieja en la noche de San Juan.

Se cuenta que los minairons matarán a su amo, lo estrangularán o lo despellejarán vivo, ya que no puede soportar la inactividad. También que pueden volverse contra toda la casa y la familia si se les deja vagar sin control. Esta necesidad constante de trabajo hace que poseer un canuto sea una gran bendición, pero también una enorme responsabilidad. Muchas de las formaciones rocosas y puentes antiguos se atribuyen, en el folclore, al trabajo incansable de estas criaturas.

Por todo el Pirineo

La leyenda de estos duendes del trabajo se extiende por todo el Pirineo y tiene variantes en otras lenguas y regiones. En el Alt Urgell y Pallars se conocen como manairons; en la Alta Ribagorça, como diablorins, en el Pallars Sobirà, como jaumets; en el País Vasco, como galtzagorriak, y en el Alto Aragón, como diasplerons.

El simbolismo de estos personajes representa la personificación de la energía natural, indomable y caótica que, si se canaliza mediante el ingenio y el control humano, puede traer una fortuna asombrosa, pero si se deja sin dirección, se vuelve en contra de quien la posee. Conocida es la leyenda del mozo de la Casa feu de La Guàrdia d’Ares en el Alt Urgell, que dice así:

Cuenta la voz popular que hace mucho tiempo, en el pueblo de La Guàrdia d'Ares, vivía el dueño de la Casa Feu, un hombre que había amasado una gran riqueza y era famoso por tener un secreto: el canuto de los minairons. Este canuto era un pequeño recipiente de madera de boj donde guardaba miles de estas criaturas diminutas.

Un día, el dueño de Casa Feu iba hacia la villa de Organyà con su mozo, llamado Ton. Al llegar a un punto del camino, el amo se dio cuenta de que había olvidado en casa el preciado canuto de los minairons.

–Ton –dijo el amo–, tienes que volver a casa y decirle a mi mujer que te entregue el canuto que está en la mesita. Pero ¡cuidado! No se te ocurra, bajo ningún concepto, abrirlo.

El mozo, curioso y un poco fanfarrón, cumplió con el encargo y regresó a la casa. La mujer le entregó el canuto, no sin advertirle del peligro, y Ton emprendió el regreso por la montaña. Pero la curiosidad era demasiado grande. Mientras caminaba, pensaba: «¿Qué puede haber en este simple tubo para que el amo sea tan misterioso y tan precavido?». Finalmente, no pudo resistir la tentación.

Ton se detuvo, retiró con cuidado el tapón del canuto y, en un instante, miles de diminutos seres salieron disparados. Eran los minairons. Se agitaron a su alrededor con una energía frenética, gritando sin parar: «Feina! Feina! Què farem? Què direm? A treballar!» (¡Trabajo! ¡Trabajo! ¿Qué haremos? ¿Qué diremos? ¡A trabajar!).

El mozo, aterrorizado, se dio cuenta del error fatal que había cometido. Sabía que si no les daba una tarea a tiempo, los minairons, en su hiperactividad, lo matarían o le arrancarían la piel. Sin pensar y preso del pánico, señaló una zona escarpada del barranco, lejos de la casa y el pueblo:

–¡Recoged todas las piedras que encontréis en el bosque de la Obaga y amontonadlas al otro lado de este barranco! ¡Y hacedlo rápido!

Los minairons, con una fuerza y una velocidad inimaginables para su tamaño, obedecieron al instante. Empezaron a mover piedras gruesas y enormes pedruscos, acumulándolos en el lugar indicado a una velocidad de vértigo. En cuestión de minutos, se formó una impresionante pila de rocas desprendidas, un pedregal que hasta el día de hoy sigue siendo visible.

Cuando el dueño de Casa Feu regresó y vio la montaña de piedras y lo que había pasado, castigó duramente a Ton por su desobediencia y tuvo que trabajar para que los minairons no se quedaran sin faena hasta que logró encerrarlos de nuevo en su canuto.

La moraleja de la historia. Los minairons son la demostración de que la riqueza y el poder fácil que traen son una carga inmensa, pues requieren un control constante para que no se vuelvan en contra de su propio amo.

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