Agentes rurales instalando drones para el recuento de cabras en Montserrat
Sociedad
La cabra salvaje se multiplica en Montserrat: de 20 a más de 430 ejemplares en 30 años
El control poblacional busca evitar un impacto negativo en la montaña
La población de cabras salvajes en Montserrat ha crecido exponencialmente en las últimas tres décadas. Desde su reintroducción con ejemplares procedentes de los Puertos de Tortosa-Beseit, la especie ha pasado de una veintena de individuos a 439, según el censo realizado en diciembre por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca (DARP) y los Agentes Rurales. Este aumento, de casi 40 ejemplares respecto al año anterior, confirma que Montserrat se ha convertido en un hábitat idóneo para estos ungulados. «Han encontrado un entorno muy propicio», señala Jordi Carrasco, jefe de los Agentes Rurales en el Bages. Sin depredadores naturales, su población debe ser gestionada para evitar que afecte otras actividades en la montaña, como la escalada.
Censos anuales con nuevas tecnologías
El recuento de cabras en Montserrat se lleva a cabo cada invierno, coincidiendo con la época de celo, cuando los machos y hembras se agrupan. Equipos de los Agentes Rurales, junto a técnicos del DARP y el guarda de la Reserva de Fauna, recorren la montaña para contabilizar los ejemplares mediante binoculares, registrando su edad y sexo. Desde hace cuatro años, también emplean drones con cámaras térmicas para acceder a zonas de difícil tránsito. Aunque el último censo arrojó 439 individuos, se estima que la cifra real es superior debido a la dificultad de detectar todos los ejemplares.
Un paraíso sin amenazas naturales
Según Carolina García, técnica del Servicio de Actividades Cinegéticas del DARP, la abundancia de alimento, la tranquilidad y el clima favorable han permitido que la cabra salvaje prospere en Montserrat. «Aquí están como reinas», asegura. Además, la geografía rocosa de la montaña les ofrece refugio y protección frente a posibles amenazas.
El reto de compatibilizar su presencia con otras actividades
Si bien la cabra salvaje ayuda a la prevención de incendios al consumir vegetación, un crecimiento descontrolado podría generar conflictos con excursionistas y escaladores, advierte Carrasco. García añade que Montserrat es una montaña muy humanizada y, aunque podría albergar más cabras, es esencial mantener un equilibrio con el resto de actividades. Un exceso de población también incrementaría el riesgo de enfermedades entre los ejemplares. Por ello, se realizan controles sanitarios en los animales capturados.
La caza como única herramienta de control
Dado que estos ungulados no tienen depredadores naturales en la zona, en 2004 se instauró la caza regulada como método de control. Cada temporada, entre noviembre y enero, se permite la captura de unos 100 ejemplares bajo supervisión de los Agentes Rurales y técnicos del DARP. En dos décadas, se han abatido alrededor de 1.000 cabras.
Los permisos de caza se conceden primero a cazadores locales y luego a foráneos mediante el pago de tasas. La modalidad empleada es la caza por acercamiento, siempre bajo la supervisión de un guarda de fauna o un agente rural, quienes determinan qué ejemplares deben ser abatidos y establecen protocolos de seguridad.
El DARP ha explorado alternativas como la reubicación de cabras en otras zonas, pero las dificultades logísticas para capturar, sedar y trasladar a los animales sin riesgo han impedido su aplicación hasta ahora. Ante la falta de opciones viables, la caza sigue siendo la única estrategia efectiva para gestionar la población de cabras salvajes en Montserrat.