
Dos participantes (izq y dcha) en el Programa Spes de la Fundación Brafa
Reportaje
De vivir sin techo a entrenar un equipo de fútbol: los 'milagros' de la Fundación Brafa en Barcelona
El Programa Spes reúne cada semana a decenas de personas sin techo, inmigrantes o en situación irregular en torno al balón
Rubén vivía en una tienda de campaña en un descampado de Barcelona, alejado de todo el mundo. Un día escuchó que en un campo de fútbol cercano se jugaban pachangas gratis, y se acercó un día. Se encontró con el Programa Spes —«esperanza» en latín— de la Fundación Brafa, una iniciativa que utiliza el fútbol como herramienta para ayudar a personas en riesgo de exclusión social.
«Rubén tenía una pinta bastante desastrosa, y fue problemático, porque venía con mucha tensión dentro y era violento en el campo», explica Jesús María Vila, director de comunicación de la Fundación Brafa. Sin embargo, «con mucha paciencia y cariño» la vida de Rubén ha dado un vuelco: ha dejado su tienda de campaña, dirige un equipo de fútbol sala de Spes y quiere apuntarse al curso de entrenador.
El caso de Rubén se suma al de Ismail, que llegó de Mali en patera para poder enviar dinero a casa para que sus hermanas estudiasen, y que hoy ya tiene los papeles en regla. O al de Mamary, que escapó de una situación muy complicada en su país de origen y ahora hace de voluntario en el Programa Spes, mientras manda dinero a su familia y sueña con reunirse con ellos en España.
«Son los invisibles», resume el coordinador de la actividad, antes de dejarnos con el bolígrafo a medio camino del cuaderno de notas para resolver un incidente en el campo. Es miércoles, y sobre el césped de Brafa corren una veintena de jugadores venidos de todo el mundo. «Muchos de los que están aquí son la gente que ves en la tele que ha llegado en patera, o que van arrastrando un carro con hierros y cartones», detalla el director de la Fundación Brafa, Ignasi Taló.
Tratado «con dignidad»
El Programa Spes arrancó en noviembre de 2020, y en un principio se concibió para ayudar emocionalmente a los parados de larga duración, pero ha acabado derivando en un primer punto de contacto para, a través del deporte, forjar una relación de confianza con personas en riesgo de exclusión social, como inmigrantes o sin techo, que permita una ayuda más profunda.
«Llegan, les dejamos botas, camiseta o calcetines; luego juegan a fútbol, se duchan –que no es poca cosa–, les damos una pieza de fruta y se marchan», enumera Taló, biólogo de formación pero que siempre ha estado ligado al mundo del deporte, sea como atleta o como el corazón de Brafa. «Uno puede pensar que lo que hacemos en Spes es poca cosa, pero aquí se sienten tratados con dignidad, valorados uno a uno», explica.

Rubén, en el campo de fútbol de Brafa
Además, también se aprovecha los encuentros para transmitirles formación en virtudes. «Cuando acaban de jugar se les explica en cinco minutos una competencia o una virtud: si no aprenden el sentido de la puntualidad, por ejemplo, llegarán 20 minutos tarde a una entrevista de trabajo y ahí acabará», señala Taló.
En la cancha lo vemos en acción: un joven llega corriendo y poniendo excusas, pero tiene que esperar pacientemente al próximo partido por haber llegado tarde. «El partido es el anzuelo; poco a poco vamos inculcándoles que aquí hay unas reglas y unas condiciones», detalla el coordinador. El objetivo final es ayudarles a insertarse en la sociedad. «Hemos empezado un servicio para acompañarlos en la tramitación de papeles, que es su gran problema», apunta Taló.
Otras actividades
El Programa Spes no es la única iniciativa destacable de la Fundación Brafa, que hace apenas unas semanas recibía el Premio Nou Barris 2025 por su labor en la promoción del deporte y la educación en este distrito de Barcelona. Brafa, ligada al Opus Dei, empezó a funcionar en 1954, aunque no se trasladó a Nou Barris hasta 1971. Según Taló, ofrecen formación deportiva, humana y cristiana a unos 550 niños y jóvenes, de los cuales cerca del 60% están becados.
«En la escuela o en casa se ha perdido el sentido de la autoridad, pero el deporte es uno de los reductos que nos quedan, donde aún se ve muy bien tener un entrenador que te exija», reflexiona Taló. En Brafa, además, tienen también equipos para personas con autismo y con discapacidad intelectual, han publicado unos 15 vídeos para concienciar sobre la toxicidad en los partidos de fútbol —especialmente por parte de los padres— y trabajan en red con entidades como Cáritas, Cruz Roja o la Obra Mercedaria.
Pero en Brafa no esconden que el fundamento de toda su labor social es su visión profundamente católica de su trabajo. «Hay una capilla, cada dos semanas los niños reciben una charla de formación cristiana muy básica, hay un sacerdote del Opus Dei para hablar con los deportistas o sus familias, y también ofrecemos catequesis para quien quiera», detalla Taló. Este año, entre bautizos, primeras comuniones, confirmaciones e incluso matrimonios hay unas 50 personas apuntadas.