El padre Custodio Ballester, sacerdote de Barcelona, en una imagen de archivo

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Tribunales

Islamistas vinculados al partido de Colau buscan encarcelar a un sacerdote de Barcelona por delito de odio

Un año después, se reabre el juicio contra Custodio Ballester contra el que piden tres años de cárcel

Este martes se inicia el juicio contra el sacerdote de Barcelona Custodio Ballester en la Audiencia de Málaga. Ballester está acusado de un delito de odio contra el islam, a raíz de un artículo que publicó hace casi diez años, el 28 de diciembre de 2016, titulado El imposible diálogo con el islam.

El texto era una crítica a una carta dominical publicada por el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, que llevaba por título El necesario diálogo con el islam. En él, el padre Ballester decía lo siguiente, entre otras cosas:

Una cosa es que no despreciemos a las personas por lo que creen y piensan y no las persigamos por ello, y otra bien distinta que tengamos que poner a hibernar nuestra fe para que no choque con el dogma progre y con la ideología que le ha declarado la guerra a nuestra fe. Con el gravísimo inconveniente añadido de que se la han declarado también a las personas.

En los países donde los musulmanes tienen el poder, los cristianos son brutalmente perseguidos y asesinados. ¿De qué diálogo hablamos, pues? Y ya el colmo es que, puestos a ser dialogantes, además de silenciar «por prudencia» nuestra fe, tengamos que hacerle reverencias a la suya. Es el nuevo estilo de la nueva época: diálogo no sólo con el islam (con la fe islámica), sino también con la nueva ingeniería social y moral y con sus aberraciones.

En 2020, la Fiscalía de la Audiencia de Málaga, dirigida por María Teresa Verdugo, acusó a Ballester de haber incurrido en un delito de odio por ese artículo. Por ello pedía tres años de cárcel para el sacerdote barcelonés. Al conocer la noticia, Ballester mandó una carta a la fiscal Verdugo, que rezaba lo siguiente:

El problema es que ustedes, los fiscales de odio, dando pábulo y cauce a las denuncias de esas asociaciones radicales, han creado un clima de terror donde se crecen ese tipo de personajes. Porque la actuación de la fiscalía de odio ha sido siempre muy selectiva: máxima pena para los denostadores del islam y absolución e indulgencia para las ofensas al cristianismo.

Ahí está el caso del imán Malik Ibn Benaisa, predicador y con fama de estudioso del islam, que en una mezquita de Ceuta afirmó que las mujeres «que usan perfume» son unas «fornicadoras» que buscan provocar a los hombres. A pesar de la denuncia judicial, sus colegas de la fiscalía de odio, doña María Teresa, siempre celosos del respeto a la multiculturalidad, decidieron archivar y enterrar el incidente.

Así, poco a poco, el Derecho que ustedes los fiscales dicen aplicar, se acaba convirtiendo en una ficción… Ese Derecho, que debería estar al servicio de la verdad y de la justicia, acaba convirtiéndose en instrumento del poder político y de la coacción del disidente.

La acusación que aceptó la fiscal Verdugo provenía de la asociación Musulmanes contra la islamofobia, dirigida por Ibrahim Miguel Ángel Pérez. Se trata de una asociación que recibe ayudas del Ayuntamiento de Barcelona para la organización de actos y la celebración de jornadas, y que también ha recibido ayudas de la Generalidad de Cataluña.

Pérez es un converso que estuvo en las filas de Barcelona en Comú, y que siempre ha alardeado de tener muy buena amistad con la exalcaldesa de Barcelona Ada Clau. Se trata de un ingeniero agrícola, sindicalista liberado de UGT, que se convirtió al islam cuando conoció a su mujer, Afifa Azzouzz, que no sólo es una vehemente militante de la plataforma sino que ostenta la presidencia de la marca.

Musulmanes contra la islamofobia tiene como activista también a la abogada Zoubida Barik, quien llevó a Estrasburgo a la Justicia española por no haberle dejado intervenir en un Juicio contra terroristas por llevar el pañuelo.

En septiembre de 2024 se suspendió el juicio contra Ballester. La suspensión de la vista oral se debió a que el abogado del sacerdote tenía otro juicio señalado para la misma fecha y con prioridad, al involucrar a una persona privada de libertad. Un año después se vuelve a abrir juicio para condenarlo a tres años de cárcel. Aún cabe confiar en que el sentido común impere y el caso quede archivado.

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