Imagen de unos indigentes en un jardín de Port Saplaya.

Imagen de unos indigentes en un jardín de Port Saplaya.El Debate

Indigentes sin control «todo el verano» en una de las playas más populares de Valencia

En coche no hay más de diez minutos desde la salida de Valencia hasta llegar a Port Saplaya, pero el cambio de escenario es como si fuera sideral. Seguramente sea una de las playas más populares cerca de la capital, ya que ofrece la posibilidad de bañarse tranquilamente en un entorno bautizado popularmente como 'la pequeña Venecia valenciana'. Pero este verano esta zona de Alboraya ha estado marcada por el cierre en diversas ocasiones de la playa por la calidad del agua y por la presencia «constante» de indigentes en cualquier punto del barrio. La situación ha llegado a tal extremo que los vecinos han emitido un comunicado denunciando «el abandono absoluto todo este verano sin que las autoridades competentes hayan tomado medida alguna para poner fin a esta situación». Las imágenes hablan por sí solas.

Port Saplaya es un lugar ciertamente tranquilo. Aparcar y disfrutar de la tranquilidad que no da la gran ciudad, que es visible desde la lejanía, pero en este verano los indigentes han sido como turistas a tiempo completo en la zona. Los vecinos han relatado a El Debate el estado de «abandono absoluto» que han sufrido «todo el verano».

«Bancos públicos convertidos en camas improvisadas, basura desparramada en la vía pública, personas viviendo de forma permanente en plena calle, bajo los árboles y entre el mobiliario urbano», detallan en un comunicado remitido a El Debate.

Imagen de dos indigentes este verano en Port Saplaya.

Imagen de dos indigentes este verano en Port Saplaya.El Debate

Obviamente los vecinos han trasladado sus denuncias y sus quejas tanto al Ayuntamiento como a la Policía Local de Alboraya, pero no ha habido solución en ningún momento. Hasta el punto de que los vecinos se han unido para hacer visible una situación que definen como «dejadez intolerable», además de incidir en que han tenido que soportar «inseguridad, insalubridad y una pésima imagen de nuestro entorno» durante las semanas en las que más personas residen en este barrio de Alboraya.

«Sentimos una impotencia enorme: no se trata de casos aislados ni de situaciones puntuales, sino de una realidad constante, visible y conocida por todos. Una realidad que evidencia el fracaso de la gestión municipal, tanto en lo que respecta al cuidado del vecindario como en la atención social que requieren las personas sin hogar, que son igualmente abandonadas a su suerte», insisten los vecinos en el citado escrito.

Las imágenes que los vecinos remiten a El Debate describen bien a las claras la situación que han tenido que aguantar durante el verano. Indigentes tirados en el jardín, adueñándose de los bancos de la zona y de los juegos infantiles y con gritos entre ellos en plena noche, sin pasar por alto el momento en el que uno de estos indigentes accedió a la playa y comenzó a señalar y chillar a las familias y personas que intentaban bañarse con la tranquilidad que siempre ha caracterizado este entorno.

Imagen de dos indigentes durmiendo en un parque infantil de Port Saplaya.

Imagen de dos indigentes durmiendo en un parque infantil de Port Saplaya.El Debate

«Exigimos soluciones inmediatas y concretas. Queremos medidas reales de limpieza y control. Queremos presencia policial y actuaciones firmes. Queremos un plan social serio que impida que la calle se convierta en un asentamiento permanente», señalan los residentes de la zona.

«Port Saplaya no puede seguir siendo un barrio olvidado. Los vecinos no vamos a tolerar más excusas ni silencios. Exigimos recuperar la dignidad y seguridad de nuestra comunidad», sentencia el duro comunicado.

Al final, Port Saplaya ha evidenciado que sin actuaciones, el pueblo se siente abandonado. Lo que debería ser un barrio tranquilo se ha caracterizado este verano por tener a unos nuevos residentes que sólo han provocado molestias. Y así el pueblo ha estallado, ha evidenciado la dejadez y ha mostrado las imágenes con las que ha tenido que convivir durante todo el verano. Lo que deberían haber sido unas vacaciones tranquilas han sido realmente unas semanas de soportar malos olores y malestar general.

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