Imagen de archivo del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El Gobierno rebaja el valenciano a «modalidad» del catalán y el Ejecutivo de Mazón rechaza la «vergüenza intolerable» de Sánchez
El enésimo ataque por parte del Gobierno central a la lengua, cultura, historia e identidad valencianas es más que significativo, ya que pasa ser una declaración en una entrevista o acto de partido y adquiere rango de oficialidad. Se trata de una respuesta parlamentaria que el Ministerio de Cultura, en manos del catalán de Sumar Ernest Urtasun, ha dado a la diputada del Partido Popular en el Congreso Soledad Cruz-Guzmán, que le había preguntado sobre si el Ejecutivo de Pedro Sánchez consideraba cooficial o no al valenciano como idioma cooficial junto al catalán, el vasco y el gallego, tal como adelanta Las Provincias.
El escrito y el parecer del Ejecutivo no puede ser más clarificadora, dañina para los intereses de la Comunidad y, al mismo tiempo, ser motivo de alegría para los independentistas catalanes:
«El Ministerio de Cultura reconoce plenamente al valenciano como lengua cooficial y su valor como parte esencial de la diversidad lingüística y cultural de España. La referencia al catalán se hace en un sentido amplio, que incluye también al valenciano como modalidad lingüística propia y protegida dentro del marco constitucional». Es decir, que el valenciano no tiene personalidad propia y está supeditado al catalán.
Esta posición viene a sumarse a la expresada a lo largo de los últimos días tanto por ministros del Gobierno como por importantes personalidades institucionales del PSOE. Así, los titulares de Exteriores y Política Territorial, José Manuel Albares y Ángel Víctor Torres, respectivamente, se han negado de todas las maneras posibles a reconocer que el valenciano es una lengua como tal distinta al catalán.
Morant lo llama «catalán/valenciano»
Lo han hecho, para más inri, para defender sin argumento jurídico o histórico de por medio, que en la Unión Europea han de ser cooficiales el catalán, el vasco y el gallego, yéndose por las ramas cuando se les pregunta por el valenciano con tal de satisfacer las pretensiones secesionistas. Y obviando, al mismo tiempo, el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, al igual que Salvador Illa apropiándose de escritores valencianos para hacerlos pasar por catalanes.
Este texto es de suponer que se lo ha leído más de una vez la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, dado que su cargo orgánico como secretaria general del PSPV-PSOE le postula para ser la candidata a la presidencia de la Generalitat Valenciana en las próximas elecciones, previstas para 2027. De ser así, habrá visto que el punto 1 del artículo sexto especifica con meridiana claridad que «la lengua propia de la Comunidad Valenciana es el valenciano».
Sin embargo, la socialista en todo momento ha optado por ser fiel a Sánchez y a su estrategia de ceder y ceder ante los que quieren convertir la región en una simple colonia de Cataluña en cuadrada en los inexistentes 'países catalanes' pese a que en menos de dos años aspira a representar a sus más de cinco millones de habitantes. Solo así se entiende que mantenga la postura de que cuando alguien se refiere al valenciano, en realidad lo está haciendo al «catalán/valenciano».
La respuesta de la Generalitat Valenciana al documento del Ministerio ni se ha hecho esperar y el conseller de Educación, Cultura, Universidades y Empleo de Carlos Mazón, José Antonio Rovira, ha sido contundente catalogando el episodio de «ninguneo histórico» y algo «intolerable». «Rebaja al valenciano de lengua e idioma, tal y como reconoce nuestro Estatuto de Autonomía, a una modalidad lingüística dependiente del catalán», ha denunciado.
En este sentido, esta afirmación del Ministerio de Cultura la ve como un «ataque directo a nuestro Estatuto y a nuestra identidad». «Nos parece una auténtica vergüenza, ya que se trata de otro peaje que el Gobierno de Pedro Sánchez está pagando a Puigdemont, quien reclama nuestra lengua como suya», ha censurado, recordando que «no es la primera vez que nos encontramos ante el ninguneo y el menosprecio del Gobierno de España».