El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la ministra de Ciencia de fondo, Diana Morant

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la ministra de Ciencia de fondo, Diana MorantEuropa Press

La sumisión de Morant a Sánchez le vacía la agenda valenciana: agua, señas de identidad y financiación quedan en nada

La ministra de Ciencia y líder de los socialistas en la Comunidad prioriza su fidelidad a su jefe de filas y relega a un segundo plano las prioridades de la región que aspira a gobernar en 2027

La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, es una paradoja. Política y laboral. Mientras las horas trabajadas a nivel nacional por cada empleado bajan, ella las multiplica. Lo hace, todo hay que decirlo, bajo palio de ser secretaria general del PSPV-PSOE y no como componente del Gobierno. Basta ver su agenda para comprobar de primera mano que poco le importa la geografía nacional en comparación con el entusiasmo por la Comunidad Valenciana que le lleva impregnando, sea casualidad o no, desde que Pedro Sánchez y su dedo le auparon al máximo cargo orgánico en la región.

En ese contexto, tiene y mantiene al presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, como su máximo y último enemigo. No como adversario. Diana y Pedro van mucho más allá. Es por eso mismo que asume y predica a diestro y siniestro cualquier versión oficial salida de la ajetreada sala de máquinas propagandísticas del Palacio de La Moncloa. Que se lo crea es harina de otro costal. Solo así se puede entender que presuma de «valencianía» mientras defiende a capa y espada la ilegal denominación «catalán/valenciano».

Sin embargo, esa posición del mundo al revés según los pájaros disparan a las escopetas es la que le lleva a la exalcaldesa de Gandía a una nueva e irremediable contradicción. En Madrid ‘no dice palabra’ sobre las ayudas a los afectados por la dana, no se le conoce posición alguna más allá de una impostada equidistancia entre el cero y la nada argumental en lo relativo al agua. Y en lo concerniente a la financiación autonómica, más cerca del independentismo que del Estatuto de Autonomía.

En este sentido, la agenda valenciana ha quedado vacía más allá de una guerra sin cuartel contra Mazón que todas las encuestas dan por perdida y que a buen seguro también en la sede socialista de Ferraz tampoco es que tengan demasiadas esperanzas. Tampoco ayuda su actitud silente cuando no cómplice.

En lo relativo al agua, la líder del PSPV-PSOE no ha hecho en ningún momento defensa alguna del trasvase Tajo-Segura. Ninguna, que ya es mérito. Desaladoras es lo único que se le advierte a coger como un mínimo argumento. Lo que en su día dijera Teresa Ribera, hoy Sara Aagesen y siempre Sánchez es lo que manda. De atender y saber de primera mano las demandas y reivindicaciones de los agricultores alicantinos no hay noticia por parte de la misma persona que presume de «valencianía» pero que calla las catastróficas consecuencias económicas y medioambientales del recorte a la infraestructura hídrica.

El panorama no es ni mucho menos mejor para Morant por las señas de identidad. Resulta llamativo que lo único claro que ha dicho es que Mazón es, a su juicio, lo peor y que el valenciano es catalán. A tres días vista de que se celebre el 9 d’Octubre, Día de la Comunidad Valenciana, Desprecio absoluto al presidente y ninguneo a la lengua propia de la región, todo un aval para su candidatura. Para ella, aliarse (de nuevo) con toda clase de independentistas es bueno, la quintaesencia de todo lo que se debería hacer. La consecuencia es clara y se ve en el día a día: ‘sí, Bwana’ a todo lo que proceda del ámbito político o mediático del secesionismo y nada para el constitucionalismo.

Finalmente, y como todo para la titular de Ciencia puede empeorar más allá de las encuestas que apuntan a su descalabro en las urnas, está el tema de la financiación. Cabe reconocerle a la socialista que su absoluta falta de discurso propio le hace más que previsible. Es por eso que aunque no se pudiera creer en un primer momento, confirmó que su parecer es el de que aunque la Comunidad Valenciana es la peor parada en el reparto de fondos regionales, ella está con el argumentario de La Moncloa.

Dicho de otra manera, la agenda valenciana de Morant en financiación se reduce a asentir acríticamente a todo lo que se la manda. El resultado no es otro que volver a dejar a la provincia de Alicante por tercer año consecutivo como la más dañada en inversión estatal y, en términos nacionales, fomentar con sumo entusiasmo a que Cataluña siga haciendo dispendios independentistas y anexionistas a costa de una deuda que han de pagar todos los españoles mientras su tierra, su supuesta tierra, sigue asfixiada financieramente con su sonrisa a modo de firma.

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