Imagen de la ministra de Ciencia e Innovación y Universidades, Diana Morant
El mano a mano de Morant y el independentismo: compadreo con los 'países catalanes' y silencio cómplice para aguantar a un Sánchez atado a Puigdemont y Junqueras
Hubo un tiempo en el que la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, decía a los cuatro vientos que se sentía valenciana. No hace mucho. De hecho, no hace tanto como desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sacaba una casi kilométrica bandera de España en su gran mitin y desde que, la misma persona, a la que cierto ministro define como el p*** amo, decía que no iba a pactar con Bildu y con el resto de partidos independentistas de toda clase y condición.
Eso era antes. Ahora, el panorama es bien distinto. Por ensalmo, o mejor dicho por aritmética parlamentaria y adicción al poder, para el jefe del Ejecutivo personas como Mertxe Aizpurúa, Oriol Junqueras o Carles Puigdemont han pasado a ser «progresistas» e, igualmente, para la entonces entusiasta valenciana Morant hoy el idioma valenciano ha de quedar relegada a una inventada denominación de «catalán/valenciano».
Ya lo dijo Sánchez con tal de intentar justificar un amnistía que semanas atrás consideraba «inconstitucional». «Hacer de la necesidad virtud», señaló ante, entre otros, un Santos Cerdán que desde junio está sometido al régimen de la cárcel por sus presuntas corruptelas. En ese mismo acto estaba la también líder del PSPV-PSOE, siempre tan sonriente y dócil cuando es su jefe de filas el que marca las directrices.
En manos de la izquierda radical
En este sentido, la exalcaldesa de Gandía ha tomado nota de su maestro. 'Si Pedro no tiene el menor reparo en unirse a los separatistas a nivel nacional, ¿cómo no lo voy a hacer yo?', dicen no pocas lenguas que pensó, piensa y, por qué no, seguirá pensando hasta que las urnas dicten sentencia. Ahí comienza la carrera de Morant hacia la presidencia de la Generalitat, pero no ansiosa de hacerse y conquistar el voto moderado, centrista y otros calificativos similares. Como buena discípula monclovita, se ha echado en manos de los más radicales.
En términos regionales, ningún reparo a pactar con Compromís. El hecho de que no sea una sorpresa no le quita un ápice a que sea enormemente preocupante. Al no tener criterio propio, hace lo que le mandan. Así, al igual que Sánchez, a Morant no le queda otra que abrazarse a la extrema izquierda y a todo el que pueda venir sin mayor criba que el poder. ¿Independentismo? Da igual. ¿’Países catalanes’? ¿Por qué no? ¿Mejora de la financiación autonómica? ¿Qué es eso?
Morant tiene en su hoja de ruta a Compromís como un calco de lo que Sánchez tiene a Sumar. Al ser tal para cual, saben que las transferencias de voto y escaños en las encuestas no se están dando intra bloque, sino inter bloque. Es decir, no hay trasvase de la izquierda a la derecha ni viceversa, sino entre las derechas por una parte y entre las izquierdas de otra. Es por ello mismo que a la titular de Ciencia no le quede otra, y a la desesperada, que intentar 'comerle la tostada' a su izquierda.
Baldoví, Puigdemont y Junqueras
En este contexto, todo el vale. Qué más dará Compromís que Unidas Podemos, Esquerra Republicana de Catalunya en el País Valencià o como quiera que se llame en cada momento una marca u otra siempre y cuando se caracterice por el más atroz independentismo. El poder, la Generalitat, todo le vale. Baldoví, Puigdemont o Junqueras. Juana o su hermana. El tema es el fin y no los medios.
En base a todo lo anterior se explica cómo es posible que la misma persona que aspira a presidir una comunidad cuyo himno comienza y repite las palabras «para ofrendar nuevas glorias a España» guarde y siga guardando un estruendoso silencio no solo ante los ataques a la Nación que ella misma aprueba entre gracietas en el Consejo de Ministros, sino que, por si no fuera suficiente, ve como algo normal que se puedan tejer alianzas con los que pretenden, de manera clara e indiscriminada, destruir la propia identidad valenciana.
Hubo un momento, comienza esta noticia… También hubo un momento en que Morant llegó, es de suponer que por cuenta propia y sin la aprobación previa de su jefe político y de argumentario, a ofrecer los votos del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, tras la dana para que pudiera aprobar unos Presupuestos orientados a la reconstrucción. Queda lejos ese momento de inspiración institucional, pero, a tenor de sus amistades y sus actitudes, queda infinitamente más cerca una inusitada política para tratar de instaurar los mitológicos 'países catalanes'.