Diana Morant, y José Luis Ábalos, tras registrar la candidatura del PSPV-PSOE pro Valencia al 23-J

Imagen de archivo de Diana Morant con José Luis Ábalos el día en que se presentaron las listas para las elecciones generales de julio de 2023Europa Press / Rober Solsona

El atolladero de Morant ante la declaración de Ábalos en el Supremo

El número dos de la ministra de Ciencia en la lista de las elecciones generales comparece ante la Justicia con las encuestas para el PSPV -PSOE en caída libre

La jornada de este miércoles lleva varios días marcada en rojo en el calendario político y procesal de José Luis Ábalos, otrora ministro de Transportes, secretario de Organización y mano derecha de Pedro Sánchez pero hoy relegado a un escaño en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados, quién sabe si por mantener el aforamiento, mientras los problemas con la justicia se le acumulan. El último tropezón, el de su estrategia para romper con su abogado a escasas horas de acudir a un Tribunal Supremo que no ha pasado por el aro.

Pero más allá de las derivadas en clave de política nacional y de lo que el socialista pudiera hablar, callar, confirmar o negar ante el magistrado Leopoldo Puente y las distintas partes, llama poderosamente la atención la actitud de la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant. Pero no solo en este preciso momento, sino desde hace años.

Merece la pena recordar que la también líder del PSPV-PSOE fue quien encabezó la lista de su formación a la Cámara Baja para las elecciones generales que se celebraron el 23 de julio de 2023. En la misma papeleta formó 'ticket electoral' con el propio Ábalos, en un movimiento cuanto menos llamativo, dado que el valenciano había salido dos años antes por la puerta de atrás del Ejecutivo central fruto de una maniobra de Sánchez que cogió a no pocos con el pie cambiado, el primero, el ministro.

¿Decisión propia o de Sánchez?

Esa candidatura la presentaron ambos, junto a algunos de sus compañeros, con sumo entusiasmo. Todo eran sonrisas, buenos gestos y buenas palabras. Fuera oportunismo político o simple postureo, lo que es cierto es que hasta la fecha Morant no ha dicho palabra alguna sobre cuál fue la razón de la inclusión de Ábalos como compañero de andadura hacia las urnas.

Diana Morant en una de las fotos con Ábalos

Imagen de archivo de Diana Morant con José Luis Ábalos

Es decir, la opinión pública todavía desconoce si fue ella misma la que le eligió como tándem o si fue una imposición de Ferraz y del Palacio de La Moncloa. De ser el segundo caso, no sería el primero de injerencia sanchista, ya que fue Morant la que fue aupada a su actual responsabilidad orgánica por ese mismo trámite. Pero, si se debió a una petición hecha por la misma Morant, ésta no ha explicado los méritos que vio en su ahora excolega de partido para ir ‘de la mano’ en las listas, del mismo modo que no ha detallado qué le dijeron Pedro Sánchez, Santos Cerdán y María Jesús Montero ante semejante propuesta.

Pero si todo lo anterior ya es cuanto menos rocambolesco y difícil de explicar, el panorama pinta aún peor para la titular de Ciencia y aspirante a presidir la Generalitat Valenciana. El desencadenante puede ser el caso Ábalos, pero la gestión de éste que está haciendo la socialista le está poniendo a sí misma en un auténtico brete y es ella la única responsable. Y es que, es la propia Morant la que lleva meses cargando contra el jefe del Consell, Carlos Mazón, acusándole de no pocas cosas a la par que se autoerige como la adalid de la moral, la decencia, la democracia, la transparencia y de todas las virtudes imaginadas e imaginables.

De compañero de lista a «sinvergüenza»

Sin embargo, ese optimismo y esa buena imagen propia hiperbólica no la comparte gran parte de los electores valencianos, puesto que todas las encuestas dan como vencedor de unos comicios al Partido Popular de Mazón, que revalidaría la mayoría absoluta junto a Vox. No hay excepción. No la salva ni el 'mejor' de los Tezanos, del mismo modo que todos los estudios auguran mal resultado para Morant y los suyos: estancamiento en el mejor de los casos y empeorar los 31 escaños de Ximo Puig en el peor.

Y si a todo ello se le une la incapacidad para decir por qué eligió a Ábalos, a quien ahora llama «sinvergüenza», como número dos, la percepción ciudadana para que la líder del PSPV-PSOE sea una garantía para velar por los recursos públicos y combata de manera efectiva la corrupción es más bien baja.

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