Imagen de archivo de alumnos en una clase
Profesores valencianos alertan del desplome del nivel educativo: «La FP no puede convertirse en el cajón de sastre del que molesta en la ESO»
«Cada año llegan peor preparados». La frase de repite entre profesores de Formación Profesional (FP) de la Comunidad Valenciana, que aseguran recibir, desde hace varias promociones, a alumnos con graves carencias básicas: dificultades de comprensión lectora, redactados pobres, incapacidad para mantener la atención e incluso fallos en aspectos elementales como la ortografía o la expresión oral. La preocupación no es puntual. En los centros de FP, donde confluyen jóvenes recién graduados en la ESO y adultos que retoman estudios, los docentes describen una brecha creciente entre el nivel que deberían tener los estudiantes y el que realmente traen de origen.
Este desajuste, admiten, se ha intensificado tras los últimos cambios normativos. El resultado es una combinación preocupante: menos exigencia en Secundaria, más promoción automática y una FP saturada como «segunda vía» para quienes no han conseguido mantener el ritmo en la ESO.
El marco actual de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria), regulado por la LOMLOE y concretado en la Comunidad Valenciana a través de los decretos de currículo, concede a los equipos docentes un amplio margen para decidir si un alumno promociona aunque tenga asignaturas no superadas. Ya no existe un número fijo de suspensos que impida pasar de curso; la decisión depende, en gran medida, de criterios cualitativos, como valorar si el alumno puede seguir el ritmo o si repetir sería perjudicial para su evolución.
Además, la repetición es considerada una medida «excepcional» y solo puede aplicarse un número limitado de veces en toda la etapa. En la práctica, reconocen profesores consultados, el resultado es que muchos alumnos avanzan por la ESO sin haber consolidado los aprendizajes esenciales.
«Hay centros donde la presión para que nadie repita es enorme», explica un docente de Secundaria que prefiere mantenerse en el anonimato. «Y eso, al final, genera una cadena: llegan a 4º de ESO con lagunas enormes y el título se convierte en un trámite».
El PDC: un programa necesario pero desigual
Otro de los puntos clave es el Programa de Diversificación Curricular (PDC), una modalidad creada para ayudar a estudiantes con dificultades significativas de aprendizaje a obtener el título de ESO con un currículo adaptado. Aunque su objetivo es inclusivo, profesores consultados denuncian que la implantación es muy irregular y que, en algunos casos, se ha convertido en una puerta de salida fácil para alumnos con bajo rendimiento o problemas de conducta.
La FP no puede convertirse en el cajón de sastre del que molesta en la ESOFP Sanitaria
El resultado es un alumnado que, pese a obtener el título con buenas calificaciones dentro del PDC, llega a la FP sin las competencias reales que debería tener. «Hay estudiantes que acceden con notas altas obtenidas en el PDC, pero que no deberían estar en una FP porque no tienen la base necesaria», señala una profesora de un centro de Formación Profesional de Castellón, que pide anonimato. «El nivel dentro de los grupos es muy dispar. Hay alumnado muy bueno, bueno… y alumnado que no está preparado. Es un tema controvertido».
La misma profesora insiste en que es imprescindible desterrar la idea social de que «el que vale para la universidad va a Bachillerato y el que no, a FP».
«La Formación Profesional es otra vía perfectamente válida para acceder a la universidad, y además proporciona dos titulaciones que permiten incorporarse al mercado laboral», explica. «Y no es una vía sencilla: en la rama sanitaria, por ejemplo, los alumnos manejan medicamentos en el mostrador de una farmacia, atienden a pacientes en un hospital, en una clínica dental o en un servicio de dietética hospitalaria».
Hay alumnos con un título de ESO que no saben redactar un pequeño informeFP Sanitaria
Para todo ello, recalca, el alumnado debe adquirir no solo conocimientos, sino también competencias profesionales sólidas. «Como docentes tenemos que asegurarnos de que los alumnos estén preparados para ejercer con seguridad. Y eso requiere habilidades que no todo el alumnado que llega a la FP tiene. La FP no puede convertirse en el cajón de sastre del que molesta en la ESO». Los profesionales consultados coinciden en señalar varios déficits recurrentes en los últimos años:
- Pobre capacidad de redacción
- Dificultad para resumir o interpretar un texto
- Fallos graves de ortografía
- Falta de hábitos de estudio
- Ausencia de autonomía y responsabilidad
- Escasa tolerancia a la fustración
En ciclos sanitarios y técnicos, estas carencias se agravan: manejar instrumental, trabajar con pacientes, comprender protocolos de seguridad o registrar información clínica exige precisión, comprensión y madurez. «Hay alumnos con un título de ESO que no saben redactar un pequeño informe», comenta otro docente de FP sanitaria. «Y eso tiene consecuencias reales en la seguridad del paciente».
Tutores de farmacia, clínicas privadas o laboratorios de análisis clínicos han trasladado a centros de FP que muchos estudiantes necesitan más supervisión, tardan más en adquirir autonomía o muestran inseguridad en tareas básicas. «No podemos olvidar que estos jóvenes van a trabajar con personas reales, con medicación real, con instrumentos reales», recuerda la profesora castellonense. «Si llegan sin base, si vienen sin competencias, los ponemos en riesgo a ellos y a los pacientes».
El deterioro del nivel educativo es un fenómeno complejo. Los docentes apuntan a varios factores que se entrecruzan:
- Normativa de promoción demasiado flexible.
- Falta de evaluación externa que mida el nivel real.
- Implantación desigual del PDC.
- Presión social y política para que nadie repita curso.
- Falta de hábitos de estudio en las familias.
- Una FP desbordada como «vía fácil» para obtener un título.
- El resultado, advierten, es un sistema que entrega títulos pero no siempre garantiza competencias.
Los profesores de FP lo resumen con claridad: se encuentran entre la responsabilidad de formar profesionales competentes y las consecuencias de un sistema que permite avanzar sin consolidar conocimientos. Y temen que la tendencia vaya a más.
La docente de Castellón lo expresa con contundencia: «No todo el alumnado que llega a FP tiene las habilidades necesarias. Y si en la ESO no se hace la labor dentro de los PDC o no se refuerza lo que se debe reforzar, llegamos tarde».
El debate está sobre la mesa. Las aulas ya muestran las grietas de un modelo que prioriza la promoción sobre la exigencia. La pregunta ahora es si la administración educativa será capaz de corregir el rumbo antes de que el problema se vuelva irreversible.