Fotomontaje de Pedro Sánchez y Mohamed VI

Fotomontaje de Pedro Sánchez y Mohamed VI

Defensa  Marruecos eleva las presiones contra España por la «ocupación» de Ceuta y Melilla en pleno rearme

«Europa tiene perfectamente claro cuáles son las fronteras de Europa y que Ceuta y Melilla son parte de ellas». Estas palabras pronunciadas por el diplomático Javier Rupérez el pasado 21 de junio reflejan el meollo de una cuestión polémica y que reaparece periódicamente: las reclamaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla. De hecho, poco antes, el pasado mayo, el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí presentó una protesta diplomática contra el vicepresidente de la Comisión Europea responsable de inmigración, Margaritis Schinas, que en varias ocasiones defendió que las dos ciudades autónomas son fronteras españolas y de la Unión Europea. La diplomacia marroquí trasladó a la delegación de la UE en Rabat, una decena de «declaraciones hostiles» de Schinas sobre Marruecos y «las ciudades marroquíes de Ceuta y Melilla».
La citada intervención de Javier Rupérez tiene lugar durante la presentación en Madrid de un informe denominado «El papel de Ceuta y Melilla en la agenda global», elaborado por el 'think-tank' Europa Ciudadana, y que contó asimismo con la intervención del almirante Juan Rodríguez Garat y el teniente general Francisco Gan Pampols. Una de las claves que pone de manifiesto este informe es una estrategia marroquí basada en la «instrumentalización tanto de Ceuta y Melilla como de la relación diplomática con España para la búsqueda de sus intereses».
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el rey de Marruecos, Mohamed VI.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el rey de Marruecos, Mohamed VI.POOL MONCLOA/BORJA PUIG DE LA BELLACASA

En este sentido, el informe denuncia que Rabat no ha cesado en el empeño de «sembrar dudas sobre la españolidad de Ceuta y Melilla». Y deja esta inquietante conclusión: «las dos ciudades españolas han sufrido los designios marroquíes de desestabilización. El giro de la política española no ha venido acompañado de un reconocimiento explícito de la soberanía e integridad territorial española por parte de Rabat. Por lo tanto, no se puede concluir que Ceuta y Melilla vayan a gozar de tranquilidad en el futuro. El imperativo estratégico de Marruecos, hoy incompatible con la inde-pendencia del Sáhara Occidental, choca con la españolidad de Ceuta y Melilla».

«Marruecos no puede entrar a sangre y fuego en Ceuta y Melilla»Almirante Juan Rodríguez Garat

Efectivamente, ejemplos de esa última conclusión no faltan en los últimos tiempos, ya que Marruecos está elevando la presión a España sobre sus reivindicaciones territoriales. Hace un año, en julio de 2022, Mohamed VI reivindicó la entrega de Ceuta y Melilla, que sirven de plataforma para 'prácticas delictivas', pero, al mismo tiempo, manifestó la disposición de Marruecos a dialogar con España de todas las 'cuestiones en litigio'. El rey no pudo ser más claro: '(...) Marruecos no ha cesado, desde su independencia, de reclamar el fin de la ocupación por España de Ceuta, Melilla y de las islas vecinas expoliadas en el norte del reino', afirmó el rey. Para lograr este objetivo 'ha elegido seguir la vía de la razón lúcida y ha adoptado un camino pacífico y civilizado (...) instando a instituir una célula conjunta de reflexión marroquí-española para encontrar una solución al problema de esas zonas ocupadas'.
Un año después, en la recepción real con motivo de la Fiesta del Trono organizada por Mohamed VI en Tetuán (Marruecos), las inscripciones «Ceuta ocupada» y «Melilla ocupada» podían leerse en árabe en las credenciales. Pero en abril fue el presidente del Senado marroquí, Enaam Mayara, el que hizo una declaración en la que exigía la «liberación» de Ceuta y Melilla. Sánchez no reaccionó a las palabras de Enaam Mayara, pero sí lo hizo la ministra de Defensa, Margarita Robles. «Ceuta y Melilla son tan españolas como Zamora o Palencia y no hay nada más que discutir sobre ese tema», afirmó.
Anteriormente, en septiembre de 2022, hubo también una gran polémica por la misma razón. Marruecos aseguró, en un escrito dirigido a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, que su país «no cuenta con fronteras terrestres con España» y que Melilla «sigue siendo un presidio ocupado», por lo que «no se podrá hablar de fronteras, sino de simples puntos de acceso»

El fantasma de la agresión militar

«Marruecos no puede entrar a sangre y fuego en Ceuta y Melilla». El almirante Garat dejaba clara esta premisa pese al fuerte proceso de rearme que está desarrollando Marruecos con el apoyo de Estados Unidos e Israel. «Rusia puede permitirse el lujo de ponerse en contra a casi toda la comunidad internacional porque tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y 6.000 ojivas nucleares», indicó el almirante y profesor en la Escuela de Guerra Naval.
Pero, precisaron estos expertos, el caso marroquí es distinto. Una agresión militar por parte de Marruecos para hacerse con Ceuta y Melilla está prácticamente descartada en el contexto actual puesto que la comunidad internacional no tolera las guerras de agresión, como se ha visto con la de Ucrania, y puesto que España contaría con el respaldo de la OTAN en su defensa.
Un F-16 de las Fuerzas Aéreas de Marruecos

Un F-16 de las Fuerzas Aéreas de MarruecosFuerzas Aéreas de Marruecos

Otra cosa es la «guerra híbrida»: manipulaciones, intoxicaciones, injerencias, acciones en las que la autoría no está clara, como la manipulación de la inmigración... en este contexto, un medio de comunicación marroquí, Hespress, acaba de publicar un artículo en el que se afirma que Marruecos está llevando a cabo un proyecto discreto para recuperar las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, así como las Islas Canarias. El citado medio recoge las declaraciones de un exagente de inteligencia español, Fernando San Agustín, que afirma que este plan no se detendrá y Marruecos va a perseverar en sus intenciones.

Vacaciones en Marruecos

Por mucho que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha auspiciado una nueva etapa de relaciones con Marruecos, promoviendo el giro histórico de España sobre el Sáhara u obviando las sospechas de espionaje marroquí en el caso Pegasus, las reivindicaciones sobre las dos dos ciudades autónomas son como la lluvia fina. Pese a todo, Sánchez incluso escogió Marruecos para sus vacaciones estivales, concitando las críticas de sus socios de Sumar y del PP.
Antes de eso, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno, José Manuel Albares, advirtió de «un inquietante regreso a posiciones antimarroquíes» por parte del PP. «Lo que observo es que el PP está volviendo a sus orígenes: a posiciones de choque con Marruecos». Más allá de la cortina de humo que suponen estas palabras, el Ejecutivo ha desarrollado una política exterior volcada con Marruecos mientras hace oídos sordos a sus ataques a la soberanía española.
Es también un hecho que el respaldo expreso de Estados Unidos e Israel ha impulsado a marruecos a acelerar su rearme, por lo que poco a poco está cambiando el equilibro geoestratégico en la zona. Estados Unidos ha dado acceso a Rabat a la adquisición de armamento sensible, como por ejemplo los drones MQ-9b Sea Guardian o la baterías de misiles Himars. Las Fuerzas Armadas marroquíes han adquirido un lanzador de misiles PULS (Precise and Universal Launching System) de fabricación israelí. Ambas pone a tiro las principales capitales del sur de España.
La recreación muestra los sistemas lanzamisiles Himars y Puls, adquiridos por Marruecos, con alcance a buena parte de Andalucía

La recreación muestra los sistemas lanzamisiles Himars y Puls, adquiridos por Marruecos, con alcance a buena parte de AndalucíaKindelán

Ciertamente, nada parece más lejos que la posibilidad de un conflicto convencional con Marruecos. Pero la suma de factores de muy distinta naturaleza componen un mosaico que también está alejado de la idílica imagen que transmite el Gobierno sobre las relaciones entre ambos países. Es en esa «zona gris» de la que con frecuencia hablan los especialistas militares donde se juega esta partida. Una zona difusa, en la que se atisban unos preocupantes contornos.
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