Bieito Rubido, poco antes de ofrecer su conferencia en Córdoba

Bieito Rubido, poco antes de ofrecer su conferencia en CórdobaJesús Caparrós

Bieito Rubido, director de El Debate

«La incultura política es un problema muy grave en España»

El periodista participa en Córdoba en un acto para hablar del cambio de paradigma en los medios de comunicación

La conversación telefónica transcurre en un punto indeterminado entre Galicia y Andalucía. Bien puede ser Madrid, claro. Bieito Rubido (Cedeira, La Coruña, 1957) viene camino de Córdoba desde su Coruña natal a dar una conferencia invitado por el Foro Universitario Synthesis. Hay elecciones allí y son días de ajetreo. Le recibirá una lluviosa tarde andaluza para que el gallego no sienta morriña, aunque la nostalgia de este periodista que también es madrileño de adopción, como todos los madrileños, no parece que surja tanto por la tierra como por conceptos y valores ahora de capa caída: libertad, democracia, pensamiento, honorabilidad o prudencia.
El periodista, director de El Debate, viene a hablar del oficio, que es hacerlo de la prisa y los teléfonos móviles, básicamente, y de cómo no conviene perder las raíces ni los fundamentos del asunto este que es informar y narrar lo que sucede. Escribe Rubido en su libro Contar la verdad (Penguin Random House, 2021) que «el periodismo es una profesión en revisión» y confiesa decepciones, cicatrices y algún desencanto. Es inevitable cuando además se está en las primeras líneas de fuego en las que él ejerce la profesión. Pero es solo una pequeña ráfaga autobiográfica en un volumen lleno de historia, viajes, nombres propios y pasión por lo que se hace: el mejor oficio del mundo, que dijo García Márquez.
Bieito Rubido ha venido a Córdoba a dar testimonio de ello con la perspectiva del periodista que ha visto (y contado) cómo ha cambiado todo y la advertencia sobre no perder la capacidad crítica a pesar de los cantos de sirena o arengas que nos llegan desde el bolsillo del pantalón o la chaqueta, cuando el móvil nos reclama.
Bieito Rubido, el pasado jueves en Córdoba

Bieito Rubido, el pasado jueves en CórdobaJesús Caparrós

- Por regla general al fotógrafo no le gusta que lo retraten. ¿Al periodista le incomoda ser entrevistado?
- Pues la verdad es que sí (ríe). Bueno, a mí no me incomoda especialmente, pero reconozco que los periodistas, al final, nos sentimos incómodos cuando nos entrevistan.
- Ha venido usted a Córdoba a hablar del cambio de paradigma de la comunicación y la información. ¿Con optimismo o con todo lo contrario?
- No puedo hablar de optimismo pero tampoco puedo decir que vivamos una hecatombe,pero sí que estamos en un cambio en el que tenemos que ser muy conscientes de que nos pueden manipular mucho mejor. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, la inteligencia artificial, lo que es la digitalización de la sociedad, inevitablemente se ha llevado por delante a los medios tradicionales. Se está cambiando la forma de hacer información y la forma de recibir información. El aspecto más importante es el de recibirla. ¿Y qué podemos hacer? Debemos seguir manteniendo la esencia del periodismo, que es que las noticias sean verdaderas y amenas, que interesen a la gente. La clave está en cómo las reciben. Y hoy la gente básicamente se informa por una cosa que lleva en el bolsillo, que es el móvil. Y eso ha cambiado radicalmente muchos comportamientos. También el famoso algoritmo, que va localizando lo que a ti te interesa y lo que no, en función de tus comportamientos, de tus búsquedas en Internet, también está colaborando a ello. En mi opinión es una de las explicaciones de la polarización creciente que en materia política hay en todo occidente. No es un problema exclusivo de España.Por tanto, esto ha cambiado. ¿Es negativo? No necesariamente. Hay que saber adaptarse, pero desde luego tampoco es para lanzar las campanas al vuelo del optimismo.
- Señala los nuevos canales de información y comunicación como los que de alguna manera fomentan la polarización, pero ¿los medios tradicionales se han contagiado?
- Claro, es que los medios tradicionales hoy en día ya comparten esa polarización. Lo que antes llamábamos medio tradicional, si no ha apostado ya por los nuevos medios, se habrá muerto. Hoy todos los periódicos clásicos, las radios, las televisiones, tienen también sus canales digitales, sus redes sociales, sus documentos en TikTok, en Instagram, en todos ellos.Yo ya no me atrevería a hacer esa división más allá de que los medios tradicionales se caracterizan porque llevan muchos más años. Todo es digital, ya no se puede hacer esa diferencia.
- ¿Y esto cómo repercute en el trabajo del periodista?
- Le ha facilitado muchas cosas, pero creo que la esencia del periodismo es la misma. Es decir, la esencia del periodismo es contar hechos relevantes que interesen al público, que sean ciertos y que estén bien contados. En eso no ha cambiado el oficio ni creo que vaya a cambiar. Es así desde que el hombre se comunica hace milenios. Ahora, como periodista, yo creo que una vez que conoces y dominas la idea, la metodología, y las herramientas digitales, tu trabajo prácticamente es el mismo. Solo cambian las velocidades, los tiempos que antes tenían más sosiego. Antes teníamos una noticia y si tenía que salir en el papel hasta mañana no se publicaba. Teníamos tiempo para documentarnos más, a pensarlo más. Ahora hay una gran celeridad.Creo que lo que más caracteriza hoy a nuestro trabajo es la velocidad con la que ocurren las cosas y la velocidad con la que se nos obliga a trabajar.
- Tras algo más de dos años de vida, El Debate presenta unos números espectaculares, lo cual indica no sólo que se trabaja bien y duro, sino que era y es un medio necesario.
- Sin duda.Nosotros desde el principio vimos que había un hueco, que es el hueco del centro-derecha, para una publicación digital. Pero una publicación que defiende determinados valores que tienen que ver con el humanismo cristiano. Y la evidencia es que llevamos dos años y ya, a estas alturas del mes de febrero, estamos prácticamente consolidando la media diaria de un millón de lectores. Conseguir en dos años un millón de lectores diarios es un éxito que no tiene precedentes, la verdad. Creo que no lo acabamos de vender lo suficiente, pero ninguno de los nuevos medios digitales que surgieron a escala nacional alcanzaron en tan poco tiempo esa cifras de audiencias. Eso, por un lado, nos congratula mucho, y por otro lado nos obliga y nos responsabiliza más.
- ¿Por qué casi todo el audiovisual y la mayoría de la prensa son de izquierdas?
- Pues por varias razones. Una de ellas es muy importante, porque los gobiernos así lo favorecieron, incluidos el gobierno de Aznar y el gobierno de Rajoy. En segundo lugar, porque tradicionalmente en las universidades a los alumnos se les forman en esos valores. En España tenemos 50 facultades de Ciencias de la Información y básicamente todos salen con una misma formación. Por eso a mí en las redacciones no me gusta que la extracción académica sea toda del mundo del periodismo. Me gusta incorporar gente que ha estudiado otras disciplinas, porque creo que eso enriquece mucho una redacción. Y después, porque efectivamente hay un catecismo oficialista, que no todo el mundo tiene el arrojo y la valentía de contravenirlo.
- ¿Y por qué casi todo el centro derecha acaba echándose en los brazos de la prensa progre?
- Pues por unos malentendidos complejos. Habría que ahondar con un estudio sociológico el porqué el centro derecha en España tiene complejos. Pero hay que ser valientes, hay que empezar a dar esas batallas. Es una batalla cultural que tiene que ver con valores, con principios, y que tiene que ver también con la cultura política. Creo que en España hay un problema muy grave que es la incultura política. La gente no sabe lo que es la democracia, no sabe cómo funciona, no tiene conocimiento de la historia de las democracias, no sabe cuáles son los consensos fundamentales para que funcione el sistema democrático. Tenemos una gran incultura política y eso explica mucho de lo que está pasando.
- Publicamos esta entrevista el día de las elecciones gallegas. Se ha abierto en la campaña electoral el manual completo de guerra sucia, desde los pellets de plástico en la playa hasta Feijóo, dando supuestamente por bueno un indulto a Puigdemont.
- No cabe duda de que la izquierda en España tiene una larga tradición, muy poco democrática, de embarrar siempre. Esto ocurre desde la época de la República. Después en la nueva democracia siempre han sido muy de descalificar al contrario, muy poco argumentativos y siempre buscando todos aquellos atajos que hoy la sociedad te sirve. En el caso gallego, lo de los pellets es que era una broma. Estamos hablando de unas bolitas, de un asunto cuya competencia era del Ministerio de Fomento, no de la Xunta de Galicia. Esos pellets están en mil playas de España todos los años, porque desgraciadamente se caen con frecuencia. Y era curioso, hasta que lo publicó El Debate, que las dos playas con más pellets estaban en Tarragona. Pero el problema se centró en Galicia porque había que amplificarlo y se amplificó todo lo que se pudo, aunque creo que se les volvió en contra. Pienso que este tipo de cosas, aunque lo intenten, ya no mueve a la gente. No creo que nadie haya cambiado su ánimo electoral, su voluntad de votar a uno u otro partido por aquella campaña de los pellets .Ni a quien vaya a votar a la derecha ni a quien lo haga a la izquierda. En el caso de Feijóo, a mí me parece también algo muy torticero, porque está claro que Feijóo no es presidente porque no llevó un acuerdo con el señor de Junts. Feijóo tenía el mandato del rey Felipe de intentar la investidura, y en ese mandato tenía la obligación de hablar con todas las fuerzas. Después, cada uno habla con las que puede y habla como puede. El Partido Popular tuvo la obligación constitucional de intentar investir a su candidato o hablar con los partidos que forman el arco parlamentario. Es más, es la mayor evidencia de que aquí no se quería la amnistía que sí parece que desea el partido socialista.

No cabe duda de que la izquierda en España tiene una larga tradición, muy poco democrática, de embarrar siempre.

- Seguimos en clave electoral, porque el 24 de julio del pasado año gran parte de la prensa conservadora descubrió una España que parecía no conocer. ¿Hace falta más calle y menos encuestas?
- Sí, sin duda alguna. Cuanto más conoces al país, por un lado más lo quieres y por otro más lo entiendes. Pero, probablemente sí. A veces nos encerramos en los despachos donde trabajamos como una especie de laboratorio sociológico y el trabajo de campo lo tenemos rechazado. Pero bueno, pienso que tampoco ahora tenemos que creer que ahí estuvo el error.
- Le tenemos de nuevo en Córdoba, una ciudad que sabemos que le gusta.
- A mi de Córdoba me gusta todo. Córdoba es una de las grandes ciudades, no diría solode España, sino de Europa. Posee las tres culturas famosas que Toledo reivindica también, la judía, la cristiana y la musulmana. Pero es que Córdoba es como una gran síntesis histórica, maravillosa en todos los órdenes, con un magnífico ambiente. A mí, Córdoba, me encanta. Es una de mis ciudades favoritas, pero claro, creo que no soy objetivo. Siendo profundamente gallego, a mí esta ciudad me tiene seducido. Ya en mi corazón está Córdoba.
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