Presentación de los ciclos formativos de FP para la Base Logística de Córdoba
Aplauso (con matices) a la oferta de FP para la Base Logística de Córdoba
La Consejería de Educación elabora 31 ciclos formativos para atender la demanda del Ejército
El hecho de que la Consejería de Educación haya diseñado 31 ciclos formativos para atender la demanda de personal que tendrá la Base Logística del Ejército de Tierra ha contado con un alto grado de aceptación entre los expertos después de que los propios alumnos hayan decidido ocupar el 90 por ciento de las 2.100 plazas ofertadas.
Este diseño curricular a medida de unas necesidades concretas supone una novedad en el sistema educativo, donde los últimos pasos dados por la FP han sido los de adaptarse al tejido productivo de cada zona aunque de un modo más genérico.
Ahora, los requisitos que exija el Ministerio de Defensa en las oposiciones que convoque ya serán cumplidos por los alumnos que hayan pasado por alguno de los 40 centros de FP repartidos en la provincia de Córdoba y que están abiertos para cualquier andaluz y para cualquier edad.
Un estímulo para todos
Este hecho, que supone la formación cualificada y la retención del talento, ha sido valorado de forma generalmente positiva por los expertos consultados por La Voz de Córdoba. Así, el empresario Alfredo Romeo ha destacado que esto demuestra «cómo los elementos tractores, como la Base Logística, permiten un impulso a la economía de la ciudad». En su opinión, «tenemos una oportunidad fuerte como ciudad».
Además, ha explicado que esta cualificación formativa generará un estímulo para la mejora en el sector privado, porque «nos obliga a todos a crecer porque hay más competencia y es un impulso para todos».
Romeo subraya que el paso dado supone «un cambio importante», ya que es la educación la que se amolda a las necesidades del mercado laboral, donde «hay demanda de sobra».
La estabilidad educativa
El profesor y experto en educación Fernando Alberca señala que la iniciativa llevada a cabo por la Consejería de Educación es «algo muy concreto, que está muy bien si va a ser duradero en el tiempo». Añade que es fundamental la estabilidad de los planes educativos, que hay que establecer a largo plazo y que «no puede cambiar cada 15 o 20 años».
En su opinión, «el sistema está putrefacto desde hace tiempo» además de que «los sistemas educativos están llenos de apaños» y lo que se ha hecho ahora en Córdoba «es actualizar lo que ya existe».
Alberca reclama una mirada a más largo plazo porque «lo inmediato es casi contrario a lo educativo» y en el caso de los ciclos orientados a la Base Logística «si es un traje a medida que no se puede extrapolar es pan para hoy y hambre para mañana».
También reclama que se cumplan los requisitos de comprender al propio niño, comprender el mundo y vivir eficazmente en el mundo. Esto, añade, «tiene que garantizarse a largo plazo» para poder comprobar sus frutos.
La Formación Profesional en el siglo XX
Sobre la formación orientada al empleo, el colaborador de La Voz de Córdoba Manuel Estévez recuerda que en el siglo XIX ya se pusieron en marcha escuelas de comercio o agrícolas y que en 1911 surge en España el contrato de aprendizaje. A comienzos del siglo XX nacieron también las escuelas y talleres de formación profesional de la mano de congregaciones religiosas como La Salle, Maristas, Salesianos, Jesuitas o Dominicos, que «fueron pioneros en una labor que nunca se les ha reconocido».
Con el Gobierno de Primo de Rivera se pusieron en marcha las Escuelas de Trabajo, pero su final llegó con la segunda República, cuando «sólo el 6% del presupuesto del Estado republicano se dedicaba a educación de cualquier tipo o modalidad, por lo que poco se podía hacer».
En 1940, añade Estévez, el Ministerio de Industria promulga una orden que «obligaba a las empresas de más de cien trabajadores a tener sus propias escuelas de este tipo». La primera que hubo en Córdoba fue la de Cenemesa en 1943, de donde salieron aprendices que triunfaban en los campeonatos nacionales y sirvieron para nutrir las plantillas de sus propias empresas con profesionales cualificados.
Estas escuelas acabaron en la Transición, un momento en el que los sindicatos emergentes hacían acto de presencia en estas grandes empresas. «No cabe duda de que, salvando honrosas excepciones, que siempre las habrá, a la mayoría de toda esta juventud se les inculcó lo que era vivir de la política».
Por último, Estévez expone el caso de las Universidades Laborales, de las que fue alumno. «Estos centros modélicos, punteros en muchos sentidos (por ejemplo enseñaban inglés como lengua extranjera, cuando lo habitual entonces era el francés) salieron del dinero de las Mutualidades Laborales, con unos completísimos y modernos talleres, un espléndido profesorado, pistas para el deporte, piscinas para la natación, y salones de actos para conferencias», apunta.
Esto se completaba con multitud de Centros de Formación Acelerada, que se denominaban PPO, e incluso la Formación Profesional se impartía durante el año de Servicio Militar. Pero el fin de las Universidades Laborales llegó con la Transición, puesto que «eran una obra franquista y por ello tenían que desaparecer, desmantelándolas poco a poco».