El ensanche del Realejo que le dio su aspecto actual
Una vivienda bombardeada en la guerra civil era la causante del estrechamiento de la calle
El Realejo es uno de los puntos más concurridos del casco histórico, corazón de la Córdoba más popular, frontera entre los barrios de San Andrés y San Lorenzo y no siempre ha tenido el aspecto que se conoce en la actualidad. Hasta mediados del pasado siglo tenía un 'tacón' que lo estrangulaba y que desapareció con una nueva alineación de fachadas.
En los años 40 y sobre todo en los 50 del pasado siglo se eliminaron en el casco histórico numerosos 'tacones' que no eran otra cosa que construcciones fuera de alineación y que en muchos casos estrechaban considerablemente la calzada, y llegaban a dificultar, cuando no a impedir, el tráfico rodado.
Éste 'tacón' del Realejo efectivamente era una molestia para el tráfico y para los peatones pero, además, constituía un problema estético, ya que se trataba de una casa en ruinas, destrozada por un bombardeo en la guerra civil y que con el paso del tiempo, más de 12 años, se había convertido en un foco de insalubridad para el barrio.
Los bombardeos
En los primeros meses de la guerra civil fueron frecuentes los bombardeos de la aviación republicana sobre la población civil. A primeras horas de la mañana estallaban las bombas en instalaciones estratégicas, como recintos militares o fábricas, pero también lo hacían en calles de barrios populares donde no había ningún objetivo bélico.
Los aviones republicanos descargaron su mortal carga sobre en la calle Roelas, Gutiérrez de los Rios, Conde de Torres Cabrera, Ruano Girón, calle Colombia, carretera de Trassierra y hasta en los chozos del Marrubial, entre otros muchos puntos. Además, hay que sumar la predilección por el bombardeo en iglesias y conventos.
El historiador Patricio Hidalgo, en su libro 'La guerra civil en Córdoba. Los bombardeos aéreos sobre la capital (1936-1939)' detalla minuciosamente las acciones bélicas de este periodo y describe cómo en la tarde del 19 de agosto de 1936 sobrevolaron la ciudad dos bimotores que dejaron caer sus bombas en los Olivos Borrachos, Vista Alegre, Campo de la Verdad, huerta de la Marquesa, Jesús y María, María Cristina, Arroyo de San Rafael, Arroyo de San Lorenzo y El Realejo.
Sólo este bombardeo vespertino -hubo otro esa misma mañana- dejó al menos una veintena de muertos y entre los daños materiales hay que contabilizar este inmueble del Realejo, comprendido entre las calles Isaac Peral y Machado. El destrozo fue de tal calado que hizo imposible su reconstrucción. Mientras los daños se fueron reparando poco a poco, esta casa quedó olvidada durante un largo periodo de tiempo.
Doce años años después estaban borradas prácticamente todas las huellas de la guerra civil, pero esta casa del Realejo seguía estrechando la calzada y ofreciendo una mala imagen. El Ayuntamiento había tapado por su cuenta los huecos, para evitar problemas de todo tipo, y de pronto surge la polémica.
La polémica
En la prensa local de la época se puede apreciar un cruce de acusaciones en 1949 sobre quién es responsable de que esta casa siga así y que no se haya dado una solución. Son tres los actores principales de esta polémica: por una parte el Ayuntamiento, por otra la Comisión de Monumentos y, por último, la propiedad del inmueble, que era la empresa Tectum.
La Comisión de Monumentos argumentó que la única información que les llegó fue en mayo de 1948, cuando el Ayuntamiento les informó de sus intenciones de ampliar El Realejo y la calzada, así como alinear las viviendas de esa acera, según un anteproyecto que databa de 1945. Este requerimiento se resolvió 20 días más tarde cuando este órgano responsable del patrimonio emitió un informe dando respuesta al Consistorio.
La empresa Tectum argumentó que ya en 1946 había solicitado al Ayuntamiento el preceptivo permiso para edificar en el solar y que al cabo de tres años todavía no había obtenido respuesta alguna.
La polémica subió de tono y tuvo que terciar el entonces alcalde, Alfonso Cruz Conde, quien explica que el ensanche del Realejo está previsto por el Ayuntamiento desde 1935, desde antes de la guerra, y que al reactivarlo en 1946 se encontraron con que la Comisión de Monumentos puso «reparos que no permiten, mientras no se resuelvan, la alineación de la línea de fachada ni la aprobación de los proyectos de edificación».
Al estar El Realejo en la zona artística de la ciudad, la resolución de esos reparos debía, además, contar con el dictamen de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la de la Historia, siendo el Ministerio de Educación quien firmase la resolución final. Ante esto, se había optado por consensuar las posturas entre la Comisión de Monumentos y la Oficina Técnica Municipal de Ensanche, «ya que las discrepancias no son tan grandes como parecen».
El alcalde, por último, confiaba en que «pueda llegarse a una solución rápida y satisfactoria del problema, en beneficio de los propietarios, de la población y del acervo artístico de la ciudad»; en caso contrario, «tardará mucho en resolverse, sin que al Ayuntamiento le quepa responsabilidad, porque no está en sus manos abreviarlo».
Esta historia tuvo final feliz, puesto que se alcanzó un acuerdo entre las partes y el Pleno del Ayuntamiento aprobó a los seis meses el proyecto para la alineación de la acera norte del Realejo.