Los hermanos Gómez del Moral

Los hermanos Gómez del Moral

El portalón de San Lorenzo

Los ciclistas 'carboneros' de Cabra

Se quiera aceptar o no, muchos deportistas tienen la proyección y la importancia que los medios de comunicación le quieran dar

Puede afirmarse, sin ninguna duda, que los hermanos egabrenses José y Antonio Gómez del Moral han sido los ciclistas de ruta nacidos en nuestra provincia que más lejos han llegado en este duro deporte. Como tantos otros, estos muchachos, que empezaron trabajando en el campo como carboneros, tuvieron muchas dificultades para poder llegar a la élite, esa amalgama de éxitos deportivos y reconocimiento social.
Probablemente, uno de los motivos para que les costase tanto fuera haber nacido en Cabra, el bello pueblo de la Subbética cordobesa, porque el ciclismo español de entonces parecía que se limitaba al centro y norte del país, y sólo los ciclistas de esas regiones, vascos, cántabros, asturianos, castellanos... merecían objeto de atención. Aquí, en el sur, creerían que éramos todos toreros, cantaores o que estábamos de romería en romería.
Además, y esto influiría en su olvido posterior, se declaraban con orgullo amigos de su paisano José Solís Ruiz, la «sonrisa» de aquel régimen de Franco. Esto ya era demasiado para los creadores de opinión, que son los que dan y quitan el reconocimiento social.
Como ejemplo de esta gran relación de los hermanos con Solís, José Gómez del Moral comentaba en una entrevista que «pude ir a la Vuelta a Colombia de 1957 porque (José Solís) me hizo fácil el camino de acudir a correrla ante la oposición de la Federación Española, que creía que correr en Colombia era cosa de locos. También le pedí ayuda porque no me habían incluido en el equipo español para el Tour de 1959 a pesar de tener méritos entre los diez primeros ciclistas de España. y por ello acudí a él, que supongo que hablaría con el Delegado Nacional de Deportes y aquello se arregló. No obstante tuve que aguantar que el director del equipo Langarica me mencionara como el recomendado».
Además, apenas retirado del ciclismo, porque lo de vivir con lo ganado en el ciclismo era una utopía entonces, José Gómez del Moral se encontraba «arruchi”, como se decía en su pueblo a los que iban justos de dinero, y le pidió ayuda a Solís, que le resolvió la situación buscándole un trabajo en Sevilla para Urbanismo en las 1.200 viviendas »Diez Mandamientos" donde incluso montaría una tienda de bicicletas.

José Gómez del Moral y el Tour de Francia de 1959

En ese año de 1959, luego histórico para nuestro ciclismo, la España deportiva presentaba el siguiente equipo para competir en el Tour de Francia (entonces se corría por selecciones, no por equipos), dirigido por el citado Dalmacio Langarica Lizasoain (1919-1985), antiguo ciclista vasco:
Federico Martín Bahamontes, (1928-2023), «El Lechuga», como al principio se le apodaba por su extrema delgadez. Después en Francia lo rebautizarían como «El Águila de Toledo» por su facilidad escaladora. Ese año sería el primer español ganador del Tour de Francia, toda una gesta deportiva. Aunque el director del equipo era Langarica, en todo momento fue asesorado entre bambalinas por Fausto Coppi, que le hizo ver que, dada su gran calidad subiendo, podía aspirar a todo y no conformarse con el premio de la montaña como en años anteriores. En su «maillot» aparecía «Tricofilina Coppi» una marca de brillantina de la leyenda italiana.
Julio San Emeterio Abascal (1930-2010), doméstico de lujo de Bahamontes. Su mayor éxito deportivo lo obtuvo precisamente en 1959 cuando logró una etapa en la Vuelta España.
José Herrero Berrendero (1934), otro gregario de la confianza del jefe de filas. Es el único que todavía vive de aquel equipo de 1959.
Fernando Manzaneque Sánchez (1934-2004), excelente corredor en la modalidad de carreras por etapas. Corrió 11 Vueltas a España y ocho Tours. Matías Prats en las retransmisiones de radio le puso el apodo de «Manzanaque de la Mancha» por sus largas escapadas.
René Marigil de Mingo (1928-2009), ciclista muy completo, sus mayores éxitos los obtuvoen la Vuelta a España, donde logró un triunfo de etapa. Pero su victoria más sonada fue en el Tour de Francia de 1956 al ganar en la etapa que ascendía la mítica "Cruz de Hierro” (Croix de Fer), logrando además el récord de subida del momento.
Antonio Suárez Vázquez (1932-1981), gran ciclista, a pesar de su modestia, su triunfo más destacado fue la general de la Vuelta a España de ese 1959, toda una sorpresa porque en ella participaron destacados ciclistas extranjeros y españoles como Brankart, Geminiani, Roger Rivière, Bahamontes, Loroño, Van Looy y el campeonísimo Fausto Coppi (aunque este más bien como homenaje) que cobraba 11.000 pesetas por día de competición. Fue también tres veces campeón de España de fondo en carretera, una de ellas ese mismo año de 1959.
Y por último el cordobés José Gómez del Moral (1931-2021), ciclista de constitución recia, muy fuerte, ganador de una Vuelta a Colombia, una Vuelta a Andalucía y una Vuelta a Cataluña, e injustamente olvidado hasta última hora para ser seleccionado. Sin embargo, fue decisivo para el triunfo de Bahamontes en ese Tour, como explicaría en unas declaraciones suyas al «Diario de Sevilla» de 8 de junio del 2008:
«Si yo no estoy junto a él en los Dolomitas no lo gana. Todo lo que tenía de facultades lo tenía de torpe. Bahamontes tenía facultades para haber ganado cuatro o cinco Tours y sólo ganó uno. Allí, aquel día en los Dolomitas, fue la etapa tan dura que todo el equipo español llegó fuera de control. Sólo aguanté yo tirando de Bahamontes, al que le di de comer, de beber, e incluso me tuve que bajar de la bicicleta »bimba en mano« para enfrentarme a un grupo de forofos franceses que con tal de que ganaran Anquetil, Anglade o Rivière intentaron obstaculizar de malas maneras aquella ascensión del »Águila de Toledo".
Al final de aquella carrera si bien Langarica se disculpó conmigo por lo de «recomendado» la prensa deportiva sólo hablaba de Julio San Emeterio y Herrero Berrendero, y de mi actuación nada de nada".

Antonio Gómez del Moral: el mejor ciclista joven del mundo

A la sombra de su hermano mayor, Antonio Gómez del Moral (1939-2021) ganó en 1962 el Tour del Porvenir de forma brillante. Para los que no lo sepan, esta carrera, inaugurada el año anterior 1961, era una especie de Tour preparatorio para las jóvenes promesas, y sólo podían participar ciclistas por debajo de una determinada edad. Ganar esta carrera otorgaba una carta de recomendación privilegiada para ser considerado como un futuro ganador del Tour de Francia de los «mayores». Uno de los ciclistas españoles que ganó este Tour del Porvenir fue un tal Miguel Indurain.
En aquel año 1962 Antonio Gómez del Moral se encontraba cumpliendo el servicio militar en Canarias. Tuvo que intervenir personalmente de nuevo José Solís Ruiz para conseguir que el capitán general de las islas le concediera el permiso necesario para poder competir en el Tour del Porvenir, que se celebraba también por selecciones nacionales. El equipo español, a las órdenes de Gabriel Saura, lo formaban, además de Antonio, Eusebio Vélez, José Antonio Momeñe, Martín Colmenarejo, López Cano, Mayoral, Ginés García y Quesada.
Como la mayoría de los ciclistas españoles de entonces, y encima de todo siendo jóvenes inexpertos, cayeron lamentablemente ante la habilidad de los belgas, holandeses y franceses en los «abanicos», perdiendo mucho tiempo en las etapas llanas. Aun así, Antonio resistió como un jabato, y en los Alpes dio una exhibición colosal enfundándose el «maillot» amarillo. Ya lo retendría hasta el Parque de los Príncipes.
Era el gran campeón, pero los periódicos deportivos y los informativos de la radio oficial le dieron una proyección infinitamente inferior a la que le habían dado un año antes al vizcaíno Pachi Gabica por conseguir el segundo puesto en la misma carrera. Fue tal la resonancia nacional que le dieron al segundo puesto obtenido por el ciclista vasco que incluso el sonsonete de «Gabica, Gabica…» se lo aprendieron de memoria los que escuchaban la radio sólo para oír el número de los «ciegos». Sin duda, que la enorme afición al ciclismo en el País Vasco (y el apoyo, como deber ser, a los suyos) también contribuyó a ello, y además Gabica, hay que ser justos, fue un gran corredor, que ganó una Vuelta a España y quedó entre los diez primeros en Giros y Tours. Pero aun así, nuestro paisano fue injustamente tratado por los medios.
Se quiera aceptar o no, muchos deportistas tienen la proyección y la importancia que los medios de comunicación le quieran dar. Y si, por ejemplo, José María García la tomó en su día nada menos que contra una figura como Pedro Delgado, qué suerte les iba a quedar a corredores con menos victorias como los «carboneros de Cabra». Por eso creo que es justicia reconocer sus méritos, y al menos recordarlos.
Y además no es sólo lo deportivo, que al final tiene la importancia que tiene. Los medios a las órdenes de sus amos hablan sin parar de lo que tienen que hablar, y el resto que no les interesa o lo dan de pasada o directamente no existe. Pasa como ahora con el célebre trazado del AVE de Granada, que por tener que conectarlo con Antequera de mala manera tiene que realizar maniobras tan poco propias de un tren de alta velocidad como dar «marcha atrás» o transitar por zonas a 50 kilómetros por hora (casi como Indurain en una contrarreloj). Como mucho lo despachan con un condescendiente «es que somos así».
Pero qué podemos decir de un país donde nos bombardean horas y horas, días y días, semanas y semanas, televisiones, radios y diarios con el «piquito» del impresentable Rubiales, «escándalo» nacional e internacional, y el intento de asesinato de Vidal-Quadras en plena calle con un tiro a la cabeza poco menos que lo relegan al teletexto.
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