
Cartel de la película 'Raza'
El portalón de San Lorenzo
Algunas mentiras sobre nuestra historia
Lo de América no es el único tema histórico donde poner a España a los pies de los caballos es moneda corriente
Como una excusa más para llamar nuestra atención (y posiblemente distraer la de la justicia) los políticos que nos gobiernan desde Madrid han decidido recordarnos todos los días la figura de Francisco Franco Bahamonde, el militar que ganó la guerra civil a las variopintas tropas de la II República y se proclamó dictador durante cerca de cuarenta años.
En una taberna en la que estuve recientemente, donde de todo se habla y se le saca punta, un parroquiano, medio en broma medio en serio, propuso que lo mejor para los actos recordatorios de su figura sería hacer copias y distribuir en todos los cines, a modo de NODO, la película 'Raza', ese icono del régimen. Vista 'Raza', con su simplicidad argumental, se entiende a la perfección el mensaje propagandístico del franquismo, o por lo menos el de sus primeros años.
La película en cuestión, con guion de Juan de Andrade, seudónimo que utilizó el propio general Franco, ha sido siempre un muñeco de pim-pam-pum para la oposición a su régimen y los 'intelectuales': mal escrita, malos actores, maniquea, pésima dirección, llena de clichés…
Criticando por criticar, hasta el término «raza» es criticado, notando aquí veleidades racistas próximas a los nazis. No saben, o no quieren saber, que la primera vez que se usó este término «raza» fue en 1913 en el contexto de la relación de España con los países de Hispanoamérica. La pronunció el ex-ministro español Faustino Rodríguez-San Pedro Díaz-Argüelles (1833-1925) como presidente de la Unión Ibero-Americana, queriendo con ello significar la unión espiritual de las dos orillas del Atlántico a través de la cultura y la lengua española.
Un año después, el 12 de octubre de 1914 se celebró como Fiesta de la Raza, oficializándose definitivamente en 1915 en la Gaceta (Boletín Oficial del Estado de entonces) bajo uno de los gobiernos de Maura:
Real decreto autorizando al Presidente del Consejo de Ministros para presentar a las Cortes un proyecto de ley de declarando fiesta nacional, con la denominación de «Fiesta de la raza», el día 12 de Octubre de cada año.
Gaceta de Madrid: núm. 137, de 17/05/1918, páginas 443 a 444
Departamento:
Presidencia del Consejo de Ministros

Real Decreto de creación de la Fiesta de la Raza cada 12 de octubre
La fiesta continuó, contra lo que se pueda pensar hoy, durante la II República. En 1958, ya en época de Franco, el 12 de octubre fue declarado Día de la Hispanidad:
Día de la Hispanidad. Decreto de 10 de enero de 1958 por el que se declara el 12 de octubre fiesta nacional, bajo el nombre de 'Día de la Hispanidad'.
Boletín Oficial del Estado: núm. 34, de 08/02/1958, páginas 203 a 204
Departamento:
Presidencia del Gobierno

Decreto de creación del Día de la Hispanidad en 1958
En la prosa de estos decretos queda recogido cómo nuestros gobiernos comprendían el descubrimiento de América en 1492 y la relación con los países americanos, una gesta de la que los españoles de todas las épocas, de forma natural, se sentían orgullosos. Pero hoy día, haciéndose eco de lo propagado por historiadores alimentados por la Leyenda Negra, raro es que no se divulgue y asuma en nuestro propio país una visión muy negativa de la historia española.
Si esto puede ser comprensible (que no justificable) en la historia de España que propagan potencias extranjeras tradicionalmente enfrentadas a nosotros como Inglaterra, Francia u Holanda, lo verdaderamente lamentable es que estos bulos interesados encuentren respaldo en la complicidad cobarde o cómplice de muchos españoles, sobre todo de aquellos que copan los puestos más altos. Y ahí está el ejemplo de algunos personajillos del gobierno actual que es mejor ni nombrar.
También hay que recordar según nos cuenta Juan Manuel de Prada en su novela 'Mil ojos se esconden en la noche' que Gregorio Marañón Posadillo colaboró con la Falange y participó en el Día de la Raza, que se instauró en la Segunda República, no con Franco. Marañón se recrea con minuciosidad en un importante discurso que ofreció en un teatro de los Campos Elíseos de París ante 2.000 personas en 1941. «En esa época tuvo la valentía de decir que para los españoles la raza es la lengua y que igual de español es un moro de Tetuán que un indio de un rancho boliviano».
La expulsión de los judíos
Lo de América no es el único tema histórico donde poner a España a los pies de los caballos es moneda corriente. Y así, es curioso que cuando se quiere criticar la expulsión de los judíos de un país concreto siempre se saque a colación la de los Reyes Católicos en 1492. No vamos a entrar en lo correcto o no de aquella medida, fruto de la razón política que imperaba, pero sí diremos que fue un coletazo de otras expulsiones acaecidas a lo largo de la Historia.
En el año 49 después de Cristo Tiberio Claudio César Augusto Germánico, el famoso emperador Claudio, (10 aC.-54 dC.) decretó la expulsión de los judíos de la ciudad de Roma.
En el año 616, el culto rey visigodo Flavio Sisebuto (564-621) ordenó expulsar de su reino a todos los los judíos que no abjurasen de su religión. Muchos de ellos emigraron al norte de África, desde donde algunos investigadores reflejan su papel clave en el apoyo a la invasión musulmana del 711.
En el año 1146, en el 'idílico' Al-Andalus, los almohades, musulmanes radicales, expulsaron a los judíos.
En el año 1182, Felipe II de Francia, llamado El Augusto (1165-1223) expulsó a los judíos de los territorios de su corona. Son casi trescientos años antes que en los reinos de España. Con el paso del tiempo, de nuevo Felipe IV 'El Hermoso' (1268-1314) ordenaría su expulsión, así como el famoso Luis XIV, 'El Rey Sol', (1638-1715) mediante el llamado Código Negro.
En el año 1290, unos cien años después del precedente francés, ocurre lo mismo en otro gran reino europeo: Eduardo I 'Zanquilargo', rey de Inglaterra (el rey de 'Braveheart'), decretó la expulsión de los judíos de todos sus reinos. Hasta Cromwell no se permitiría oficialmente la vuelta de los judíos a las islas.
En el año 1421 el Archiduque de Austria Alberto V (1397-1439), también conocido como Alberto II de Habsburgo y de Alemania, precedente de los Austrias españoles, mandó expulsar a los judíos de sus tierras patrimoniales.
…es decir, que de los grandes países de la Cristiandad europea, en 1492 sólo le quedaba ya por expulsar a los judíos a la España de los Reyes Católicos. A pesar de ello, parece que sólo nosotros fuimos culpables y merecemos por ello perpetuo castigo.
La democracia orgánica
Se llama democracia orgánica a un sistema por el cual se forman unas Cortes con diputados elegidos según tres patas: el Tercio familiar, el Sindical y el Municipal. No hace falta decir que no se considera una democracia homologable a las occidentales donde los representantes de los partidos políticos son los depositarios de la voluntad popular. Sobre la idoneidad de dicho sistema no vamos a hablar, pero sí de la idea que se transmite relativa a que fue un «invento» que instauró el general Franco después de ganar la guerra civil y acabar con la 'democracia' de la II República.
Recordatorio
Antes de acceder al poder, en 1935, el mando supremo del ejército se reunió en el Hotel Nacional de Madrid con un político liberal e intelectual distinguido, don Salvador de Madariaga, y Rojo (dos veces ministro, de Justicia y de Instrucción Pública y Bellas Artes. Con el cargo de Jefe del Estado Mayor del ejército (JEME), como asistente a esa reunión estaba un joven general llamado Franco.

Salvador de Madariaga y Rojo, autor del libro 'Anarquía y Jerarquía', publicado en 1934
Hacía sólo unos meses que había organizado, bajo las órdenes civiles del ministro de la Guerra, José María Gil Robles, la defensa del orden constitucional contra las milicias alzadas en el golpe de estado de la revolución de octubre de 1934 en Asturias y Cataluña. Acabada ésta, las izquierdas no moderaron su actitud, antes el contrario, se radicalizaron aún más y constituyeron una coalición de intereses en el denominado Frente Popular, bajo la aparente fachada de un político burgués 'presentable' como Azaña. Sin embargo, en realidad se ocultaba detrás un expreso deseo de revancha, sobre todo por el empuje de las amplias masas enfervorizadas del PSOE, ya que los comunistas y similares apenas eran cuatro gatos entonces. No hará falta decir que una de las primeras medidas tras tomar el Frente Popular el poder en 1936 fue, precisamente, amnistiar y liberar a los prisioneros del 34, considerados luchadores por la 'democracia' (hay que ver lo que se repite la Historia).
La República iba de mal en peor desde aquel comienzo tan 'prometedor' con la quema de conventos en 1931, las revueltas anarquistas, los pistoleros, la inclinación de gran parte de la izquierda hacia los postulados de la III Internacional, es decir de la URSS, etcétera. Ante esa situación y el negro futuro que se avecinaba, Salvador de Madariaga se preguntó: ¿qué hacemos? Y se propuso concertar la reunión citada.
En esa reunión del Hotel Nacional Madariaga le hizo entrega a Franco de un libro escrito por él un año antes llamado 'Anarquía y Jerarquía' en el que desarrollaba la doctrina política que, según su opinión, podría salvar a España.
Su idea del nuevo Estado partía de una premisa contundente: «Al pueblo no lo representan los partidos políticos», que hoy puede parecer chocante, pero que era aceptada por muchos «liberales clásicos» a los que les producía pavor el sufragio universal. Como alternativa, Madariaga proponía en su libro la democracia orgánica, una organización del Estado basada en cuerpos intermedios, muy similar a lo que luego se implantaría en el franquismo. Según el comentario de Díaz Llanos a esta obra, la democracia orgánica sería un corporativismo atenuado, muy en boga en los años 20 y 30 (recordemos que el Vaticano lo veía con simpatía y que sólo aceptó plenamente la economía capitalista liberal tras la Segunda Guerra Mundial). Este corporativismo buscaba la paz social fomentando el bien común de las clases para evitar conflictos políticos o sociales entre ellas, tendiendo además a la reducción gradual de la esfera política a lo meramente instrumental, con una gran mayoría de la sociedad (las llamadas masas neutras) de acuerdo en los asuntos básicos y esenciales, los realmente importantes.
Como puede deducirse de esta síntesis y lo que pasó después, Franco se apropió plenamente de esta idea (su «yo no me meto en política» parecería sacado del libro), así que la puso en marcha por su cuenta sin tener el detalle de llamar a don Salvador para que le aconsejase. No le sentó muy bien al intelectual y quizás explique su anti-franquismo posterior, aparte de que luego fue adoptando puntos vistas muy diferentes a los sustentados en este libro, virando hacia un liberalismo más actual de corte anglosajón.
Además de los políticos mienten hasta los cómicos
Hubo importante gente de izquierdas que se inventaron una biografía a medida de lo que se llevaba en la época del Franco, y este fue el caso de Enrique Tierno Galván (1918-1986) el viejo profesor como se le llamó. Sin discutir sus méritos como intelectual, sí se inventó una historia que el periodista y ensayista César Alonso de los Ríos (1936-2018) desmontó.
El escritor César Alonso de los Ríos fue un periodista de izquierdas colaborador en 'Cuadernos para el diálogo', y la revista 'Triunfo'. Entre 1962 y 1982, esta revista encarnaba las ideas y la cultura de la izquierda del país y fue símbolo de la resistencia intelectual al franquismo. Durante esos años estuvo afiliado al Partido Comunista de España, por aquellos tiempos clandestino, lo que le supuso importantes problemas con el régimen. Además fue director de la revista 'Calle', en donde trabajaría con Vázquez Montalbán entre otros. También trabajó en un nuevo semanal, 'El Independiente' y tras su cierre, se incorporó a 'El Sol' un diario editado por el Grupo Anaya.
En una de las facetas más importantes de su trabajo intelectual se dedicó precisamente a desmitificar las biografías que algunas gentes de izquierdas se habían elaborado, quizás por aquello que era lo que se llevaba. Y este sería el caso de el libro 'La verdad sobre Tierno Galván', publicado en 1997, en donde sin discutir su valía intelectual como hemos dicho, si viene a demostrar con detalles si se quiere que la mayoría de la biografía popular que se elaboró el viejo profesor era falsa o llena de mentiras inventadas.

Portada del libro 'La verdad sobre Tierno Galván' (Anaya 1997)
También, el famoso humorista Miguel Gila Cuesta (1919-2001) sería otro 'inventor'. Igualmente nadie le discute haber sido posiblemente el mejor cómico de España. Pero también es verdad que se inventó una historia. Así lo han demostrado varias autores que lo llegaron a conocer bien e incluso llegaron a ser sus amigos.
Gila, es bien conocido, tenía simpatías izquierdistas desde su juventud. Luchó en el bando republicano durante la guerra civil donde, según comentaría muchos años después, sobrevivió a un fusilamiento ejecutado por tropas de regulares borrachos en el frente de Pozoblanco (algo inventado en plan gracioso) Terminada la guerra inició sus colaboraciones periodísticas en un diario de Zamora llamado 'El Imperio' que, como todos, pertenecía a la llamada Prensa del Movimiento.
No quedó ahí su vinculación con el régimen, sino que además llegó a ser funcionario de la Organización Sindical. Empezó además a publicar sus primeros dibujos, año 1942, en el semanario 'Flechas y Pelayos' (es decir, niños falangistas y carlistas, respectivamente). Al final de esa década trabajaría en la famosísima 'La Codorniz', dirigida por Álvaro de la Iglesia, (que fue un viejo militante de aquella División Azul), y empezó poco a poco a destacar por sus actuaciones humorísticas.

Miguel Gila
Creció su fama, tanto que el jefe de la Casa Civil de Franco tenía línea directa por la cantidad de veces que lo llamaba al Palacio de la Granja para que actuase ante el Jefe del Estado con motivo de las fiestas veraniegas del 18 de Julio. Era el preferido de doña Carmen Polo de Franco y eso, cualquiera que recuerde esos años, eran palabras mayores. Todavía se recuerda como doblaba el espinazo en aquellos saludos de cara al palco.
Y así siguió, bien situado en el panorama cultural y social del régimen. Sin embargo, desapareció de los escenarios en los años 60. Llegada la democracia, empezó a decir que lo que había pasado es que en 1962 se 'exilió' de España «harto de la Dictadura».
Pero esta no era la verdad. En realidad, viviendo 'amancebado' con una mujer se marchó por un lío que tenía con otra anterior, con la que se había casado oficialmente en 1940 durante su estancia en Zamora. Esta primera mujer denunciaba que no le pasara la pensión acordada por un juez, por lo que se dictó orden de embargarle el sueldo donde actuase. Y por eso se fue de España, no por el aura de un exiliado político, como esos que habían vivido tan bien en la Francia de los años 40 incluso en los años bajo ocupación alemana (aunque luego todos dijeran que habían estado en esa mítica resistencia).
Inconstante en los asuntos amorosos, Gila de nuevo cambió de pareja y se unió a la que llamaban La Gitana Rubia con la que tuvo dos hijos, llegando a reconocer sólo al varón, de nombre Miguel. Y de nuevo otra pareja, la actriz María Dolores Cobo, con quien tendría una niña, Malena. Entre tantos líos amorosos le quedaría poco tiempo para preocuparse de Franco, por mucho que luego se pusiese la medalla de «luchador contra la Dictadura».