En corto y por derechoJosé Juan Jiménez Güeto

Hay esperanza

Actualizada 12:50

Hace unos años, les decía a unos alumnos que terminaban enseñanzas medias que todo aquello que pudieran soñar tenía muchas posibilidades de hacerse realidad. Que para alcanzar esas ilusiones bastaba con sacrificio, trabajo, perseverancia y grandes dosis de libertad para asumir los riesgos, así como fortaleza para no sucumbir ante el fracaso.
El ser humano es muy propenso para deprimirse cuando todo parece derrumbarse y excesivamente histriónico cuando le va de maravilla. Ni una cosa ni la otra. Como reza el dicho, «en el término medio está la virtud».
El año al que damos carpetazo esta noche nos ha dejado de nuevo dolor, sufrimiento, muerte, violencia y cierta incredulidad en la bondad del ser humano. Y lo más preocupante: la indiferencia con la que vivimos este derrumbe. Sorprende y genera indignación momentánea pero rápidamente se diluye y volvemos a la rutina como si nada fuera con nosotros. La sociedad se limita a dar soluciones rápidas, inconexas, ausentes de análisis y reflexión serena. ¿Cómo afrontar el futuro con estos parámetros?
Estoy convencido de que la única salida es que el hombre vuelva su mirada a Dios y recupere su amistad. Sólo ahí hallará esperanza y alegría. Hace unos momentos nos dejaba el Papa Benedicto XVI y en la carta Spe Salvi nos decía: «Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza». Una sociedad sin Dios es una sociedad sin esperanza.
La esperanza radica en la fe en la vida eterna. Vivir con este horizonte siempre presente hará que afloren los mejores y más nobles pensamientos, acciones, actitudes que rompan la dinámica del mal y se pueda hacer realidad el sueño o aspiración más profunda del ser humano que no es otra cosa que vivir para siempre en una paz eterna.
Que este año que comenzamos, siempre con buenos propósitos, pero muy terrenales, se transformen en la determinación de ejercitarse en la vida de fe, esperanza y caridad. La práctica de estas virtudes nos harán libres para construir un mundo justo y en paz donde la alegría campe a sus anchas.
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