Lo que no son cuentas, son cuentosSamuel Díaz

Repitan conmigo: rebotar no es crecer

Actualizada 05:00

España cerró el año 2022 con unos datos económicos que a ojos de los españoles pueden ser fantásticos y, además, «dejan palpable la fortaleza y solidez de nuestra economía». Unos datos que han llevado al gobierno de la nación a sacar pecho por su magnífica gestión y en ningún caso me escucharéis afirmar que todos los males de nuestra economía sean única y exclusivamente responsabilidad de este gobierno, esa afirmación es rotundamente falsa. España lleva en su mochila desde hace décadas problemas que ya parecen haberse vuelto crónicos y que, para más inri, combatirlos es tremendamente impopular lo que representa una situación muy delicada de afrontar para cualquier gobernante en este año electoral que tenemos por delante y más sabiendo, que casi todos ellos se rigen por la ley del corto plazo absoluto.
Días atrás se ha podido leer en muchos medios de comunicación que la economía española se ha comportado de forma extraordinaria a lo largo del año 2022, coincidiendo con la presentación de la cifra de crecimiento del año anterior que alcanzó el 5,5%, dato que parece muy bueno y así nos lo hace ver el presidente del gobierno Pedro Sánchez para mostrarnos que realmente la economía española atraviesa un buen momento y también, posee la inflación más baja de Europa y récord de empleo.
La economía española aún no ha recuperado el nivel de PIB de 2019, según informa el INE, tenemos un crecimiento económico que cada vez es menos intenso y va camino de estancarse. Como decía, los problemas económicos de España no son un problema actual, pertenecen a una vieja historia a la que infinidad de políticos dieron patada hacia delante para que fueran otros, y no ellos, los que bailaran con la más fea, pero ¿Y quién es la más fea? Las pensiones, el mercado de trabajo y la fiscalidad, entre otros, pero en esos tres asuntos los políticos intentan ceñirse a lo políticamente correcto y al discurso que sus clientes, los votantes, están dispuestos a aceptar da igual si son medidas más o menos beneficiosas para la economía, lo importante es conseguir el mayor número de clientes, perdón, votantes posibles para conseguir auparse a la poltrona política en nuestro país.
El 50% del empleo neto en 2022 corresponde a empleo público, los denominados fijos discontinuos cobrando la ayuda de desempleo se contemplan como ocupados, los salarios reales llevan más de 20 años estancados, las pensiones han sufrido infinidad de recortes desde 1986, la contratación jamás ha sido más costosa para el empresario, jamás en la historia un rey absolutista tuvo el valor de cobrar los impuestos que pagamos los españoles actualmente, la inflación española es más baja que la de nuestros socios europeos en mayor medida porque no importamos gas ruso y como consecuencia, no importamos su inflación. Y un largo etc. de datos que nos muestran que la economía española no atraviesa una buena situación pese a quien le pese y que seguir negándolo hará más dolorosa la recuperación.
El partido político que gane las elecciones no va a tener tiempo de saborear el éxito electoral, ya que, de forma inmediata tendrá que acometer las reformas y recortes que nuestra economía lleva muchos años pidiendo a gritos. El partido que llegue a la Moncloa tendrá en sus manos la responsabilidad de cambiar el rumbo de nuestra economía… O no.
Quiero finalizar diciendo que no soy una persona para nada pesimista, sino realista, con datos en la mano. Y es verdad que hay aspectos positivos a destacar y que he recalcado en mis artículos como el cambio de mentalidad del empresario español tras la crisis de 2008 a una mentalidad abierta, global y de expansión que ha llevado a España a convertirse en un país en el que las exportaciones juegan un papel importante en la generación de riqueza. Ser optimista cuando los datos muestran una realidad diferente, es ser un completo ignorante. Lo que no son cuentas, son cuentos.
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