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D. Guttman o la literatura de Gulag

Actualizada 12:46

Uno de mis géneros preferidos y de los que más libros he leído es sin duda la literatura del Gulag.
Son muchas las obras que se enmarcan en este género, desde las escritas por los míticos rusos (que dieron al gulag la categoría de género literario), como la trilogía Archipiélago gulag de Solzhenitsyn; Vida y destino en su día estuvo largos años descatalogado y resto de publicaciones que han ido saliendo de Vasili Grossman en Galaxia Gutenberg, incluidas interesantes biografías como la de Ediciones Encuentro; Boris Pasternak y su Doctor Zhivago o autores, ya clásicos, como Anne Applebaum, Milan Kundera -recién fallecido-, Bulgakov, Monika Zgustova, la caballería roja de Isaac Babel o Stefan Zweig y su imprescindible Mundo de Ayer. Monika Zgustova ha publicado recientemente una columna titulada «El gulag que viene» denunciando la llegada de un nuevo gulag en la Rusia de Putin.
Si sólo tuviera que escoger uno sería Un Mundo Aparte del polaco Herling-Grudziński. Este libro lleva escrito desde 1959 y solo ha sido editado en estos últimos años en Asteroide. Toda la literatura de este género cuenta más o menos lo mismo pero este libro refleja la experiencia más cercana al sentido o genio religioso.
Las historias contadas son variopintas: altos mandos de los Gobiernos comunistas huyendo a Estados Unidos, americanos llegados a la rusia bolchevique de la revolución engañados por la propaganda del paraíso comunista o sacerdotes enviados a la Rusia comunista por la llamada del Papa a evangelizar la Rusia atea (Caminando por valles oscuros W. Oiszek). Y uno cae en la cuenta de cómo el cristianismo, con sus llamadas al mundo tan ingenuamente arrebatadoras, ha generado una civilización de una humanidad sin igual.
Si hablamos de editoriales: Minúscula y sus Relatos de Kolimá de Shalámov; la editorial Asteroide con el Meteorólogo de O. Rolin; Vientos amargos de Harry Wu sobre el tremendo gulag chino que perdura en nuestros días; Galaxia Gutenberg con sus libros de Grossman Todo Fluye, o Que El Bien Os Acompañe; Acantilado y el clásico de Sin Destino de Imre Kertész, etc
Si hablamos de artistas como Shostakovich, y biografías como El Ruido del Tiempo de Julian Barnes en Anagrama, la dudosa de Solomon Volkov y la más completa de Krzysztof Meyer; escritores y poetas como Natalia Mandelstam y su Contra Toda Esperanza (Editorial Acantilado) que cuenta la suerte del gran poeta Ósip Mandelstam y sus colegas, Marina Tsvietaieva, etc
Si hacemos alusión a países: China y su Cisnes salvajes o Cartas de sangre de Lian XI en Encuentro, Evasión del campo 14 de la Corea del Norte, Camboya y Pol Pot ,El infierno de los jemeres rojos de Denise Affonço en Asteroide, Guantes rojos de E. Schlattner en Rumanía, los túneles de la historia del Muro de Berlín, etc
Mención aparte merecen (¡¡todos!!!) los libros de Svetlana Alexievich, premio Nobel de literatura por sus libros-entrevista a testigos de toda clase de desastres de Estados que aplastan al individuo, desde El fin del «Homo sovieticus», pasando por el infierno de Chernobyl, la cruenta experiencia de pertenecer al corrupto ejército ruso en la guerra de Afganistán de los 80 en Los muchachos del zinc (también hay otro que cuenta lo mismo pero en la más reciente guerra de Chechenia que es increíble:La guerra más cruel en Galaxia Gutenberg) o la hambruna de la Ucrania del 37 de su libro Últimos testigos. Hay que leerlos todos de ella pero si tuviera que elegir solo uno me quedaría con La Guerra no Tiene rostro de Mujer de las mujeres que lucharon en el ejército ruso en la II Guerra Mundial. Tal vez la guerra Rusia-Ucrania a la que asistimos no se hubiera producido si Putin fuera una mujer.
De los campos de exterminio nazis me quedo con uno recién publicado este año 2023, El maestro de fuga ,que cuenta la experiencia de dos judíos huidos de Auschwitz y demuestra la intuición que todos tenemos: que los cobardes, en el libro de la historia, lejos de atenuar los daños del mal, los agravan y multiplican. Acompañar a La familia Karnowsky de Acantilado en tres generaciones hasta Nueva York de los años 40 también es una aventura notable y ejemplo de muchísimo libros escritos dentro de esta temática del exilio judío del SXX hacia América. Más información en el estupendo y profuso libro de Mercedes Monmany Sin tiempo para el adiós.
Pero lo que nunca pensé, ni podría imaginar es que la vida me diera una oportunidad de conocer a uno de los protagonistas sufrientes de un campo de concentración. Una amiga me invitó al congreso que los seguidores del famoso Viktor Emil Frankl y su Hombre en busca de sentido hacen anualmente. Este congreso fue en España y uno de los ponentes fue un amigo personal de V. Frankl, David Guttman, actual decano de la facultad de trabajo social de la Universidad de Haifa, que vivió de joven con 12 años en el gueto de Budapest de 1944. Contaba entre lágrimas este abuelete adorable cómo un militar nazi le perdonó la vida al coger una zanahoria descubierta en el suelo. Se giró y le sonrió y lo que vio aquel soldado preparado para disparar fue un inocente niño de 12 años al que también sonrió. No le disparó mientras él se alejaba andando esperando el tiro de gracia.
El autor del artículo con David Guttmann

El autor del artículo con David Guttmann

Con mi amiga nos acercamos al final de la charla a hablar con él. Le preguntamos si todavía con 91 años lloraba por aquel episodio de gracia y bondad que vivió y, entre lágrimas, nos decía que no había habido día de su vida que no hubiera llorado recordando ese episodio. Se preguntaba en qué consistía la vida y por qué Dios le permitió vivir la suya, cuál era su vocación. Le preguntamos también sobre el mal que sufrimos también a veces nosotros. Ya no me acuerdo qué nos respondió.
Estoy agradecido al Señor de la vida que me permitió conocer a esta gran persona en carne y hueso. No sé qué tiene la Encarnación en la vida del cristiano que nos resulta tan decisivo la carne y los huesos.
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