Al tenazónRafael del Campo

Finito de Córdoba y Jorge Javier Vázquez

Actualizada 05:00

De entre las miserias que tienen los seres humanos, tal vez sea la impertinencia una de las más despreciables. Si esta impertinencia se ejercita desde una posición de superioridad, que obliga a la otra parte a “tragar “, la cosa denota una falta de categoría humana muy notoria.
Viene la reflexión al hilo del comentario que Jorge Javier Vázquez hizo a Finito de Córdoba, hace unos días, en un programa de televisión, en el que celebraba que en ese momento el torero estuviera en el plató y no «matando toros». Con su pretendido y estúpido gracejo soltó tal pingajo verbal en forma de ataque, subrepticio pero evidente, a la Fiesta de los Toros y a la dignidad de su invitado. Este tipo de excesos son habituales en el proceder del supuesto periodista y las víctimas de ellos suelen achararse y apenas reaccionar e, incluso, en algunos casos, casi pedir perdón.
Finito, por su parte, respondió de modo elegante y medido y quiso dejar zanjada la cuestión sin encevorarse en una discusión que no habría llevado a ninguna parte. La categoría humana de Juan Serrano quedó patente; la vileza de Jorge Javier Vázquez también.
Todo ello me recuerda la curiosa inversión de papeles que se ha producido en nuestro país en los últimos tiempos. Antaño, los tertulianos, comunicadores y periodistas, eran comedidos, razonables y educados. Y existía, a su vez, una imagen popular del torero como personaje descarado, chulo y atrabiliario. Yo recuerdo una disputa que enfrentó, hace décadas, en un plató de televisión a Palomo Linares y Paco Camino, que estuvieron a pique de llegar a las manos, ante la mirada sorprendida y la actitud apaciguadora del recordado Jose Maria Iñigo.
Hoy, en contraste, hay muchos tertulianos y presuntos comunicadores groseros y ramplones, chillones y verduleros, en el peor sentido de la palabra, afanados en ofender y vociferar. Los toreros, por el contrario, se comportan de modo elegante, moderado y comedido. No voy a poner ejemplos de ambos grupos. Son de sobra conocidos unos y otros.
Nuestro Premio Nobel Camilo Jose Cela dejó escrito que había cosas a las que un caballero no podía negarse jamás : por ejemplo, a dar una buena bofetada a un impertinente.
Me acordé de la frase de Don Camilo cuando me enteré por la prensa escrita del impertinente comentario de Jorge Javier (El programa no lo he visto, ni lo veré. Uno todavía se valora algo a sí mismo ) Vistas las circunstancias, me congratulé de que Finito se refrenara y de que no haya leído a Cela. O, si lo ha leído, de que no aplique su doctrina.
Y es que los toreros suelen ser señores y el zascandil Jorge Javier evidentemente no lo es.
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