El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

El centro de interpretación de los macetones

«El Ayuntamiento de Córdoba ha empezado a dar de comer porciones de los rincones más bellos a estas criaturas no se sabe si del averno o extraterrestres»

Actualizada 04:30

Aparecieron de improviso en la portada de la Feria de Córdoba, procedentes del más extraño de los viveros. Las flores de los macetones gigantescos parecían querer arrancarse por sevillanas, sin duda parientes lejanos de aquella planta carnívora que en ‘La pequeña tienda de los horrores’ entonaba canciones rock con aires funky y soul. Si Audrey II se alimentaba con sangre humana, el Ayuntamiento de Córdoba ha empezado a dar de comer porciones de los rincones más bellos a estas criaturas no se sabe si del averno o extraterrestres, fruto de una tormenta de ideas que tuvo mucho de lo primero y menos de lo segundo.

Si esa especie de juguetes anabolizados ya desentonaban en un recinto como El Arenal, propicio a todo tipo de excesos estéticos, que luzcan ahora en la Torre de la Malmuerta, Las Tendillas o La Puerta del Puente, en una ciudad con cuatro declaraciones de patrimonio histórico, debe obedecer a intenciones que se nos escapan. Quizá los políticos, funcionarios y empresarios cordobeses que han realizado este regalo a Córdoba quieran ofrecer un contraste entre la hermosura de los lugares escogidos y el espanto o estupor que genera la presencia de los macetones, para que sepamos así valorar justamente la gracia y encanto de las zonas históricas por parte de una población acostumbrada a ellas en su vida cotidiana. Y nada mejor que recibir a los visitantes con esa confrontación casi de performance del Centro de Creación Contemporánea: he aquí al geranio mastodóntico de plástico, he ahí la Mezquita. Ese juego quizá favorezca en la mente del turista un análisis desde nuevas perspectivas hasta hace nada impensables, un acercamiento innovador a la beldad y a la verdad.

Puede que sea esto. Puede que sea otra cosa. Ahora que contamos con centros de interpretación de casi todo, e incluso a veces más centros de interpretación que objetos interpretados, de momento nos hurtan el único verdaderamente necesario: El Centro de Interpretación de los Macetones. ¿De dónde vienen? ¿A dónde van? ¿Son reales o una ilusión? ¿Qué significa ser macetón? ¿Hay una conciencia macetónica universal? ¿Son los macetones responsables de sus actos? ¿Son todos los macetones iguales? ¿Tienen los macetones vida trascendente? Y sobre todo ¿sufren los macetones?

Gracias a su tamaño, cada macetón podría contener un centro de interpretación propio en el interior de la maceta, con un funcionario a modo de pitufo que interpretase el macetón, pudiera interpretar otras cosas según la época del año, e incluso realizara funciones de sereno, pues se habló recientemente de recuperar al legendario cuerpo para el casco histórico. Qué mejor que un sereno que, tras aprobar unas oposiciones a la que se presenten 50.000 personas, salga diligentemente de un macetón, desfaga un entuerto, y vuelva con elegancia a la maceta gigante, a la que se le podían poner motor y ruedas para patrullar por los barrios. Todo ello estaría, evidentemente, conectado al Centro de Interpretación de los Macetones principal o central, que ya debería contar con administración, secretaría, puestos de dirección y diversas áreas para funcionar con corrección.

Confiando en que este centro se ponga en marcha para conocer más de cerca a semejantes y misteriosas estructuras, a lo mejor no sería descabellado encargarle una reproducción a tamaño real y en bronce a algún afamado escultor cordobés, para ponerla donde más falta haga y, por supuesto, más tarde interpretarla por su parte, pues las interpretaciones nunca deben mezclarse. Producen algo parecido a la resaca.

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