Los megamacetones
Que si tuvieron su sentido en la feria de mayo, al día de hoy son un ejemplo de mal gusto, un ejercicio de feísmo y una banalización de la hermosura del patio cordobés
Estos días, al pasear por Córdoba, nos toparemos con otro obstáculo callejero que se suma a los muchos que ya hay.
Me refiero a los megamacetones de color azul y verde («que muerde», se decía) que nos han plantado, por que sí, por aquí y por allí. Que si tuvieron su sentido en la feria de mayo, al día de hoy son un ejemplo de mal gusto, un ejercicio de feísmo y una banalización de la hermosura del patio cordobés.
Y lo peor es que, según titula un periódico de Córdoba del día 3, «las macetas se quedan», porque un munícipe ha dictado en Pleno que «ya forman parte de la ciudad». Pues la ciudad ha vivido tan rebién sin ellas hasta ahora; así que rogamos a quien lo pueda haga el favor de meter los megamacetones en los almacenes, que ya los hemos visto todos y todas, y hasta la próxima feria que vendrá; antes de que su normal deterioro dé para acusar de incívicos a los sufridos cordobeses (y haya que comprar otros para el mayo que vendrá).
Y mientras, el Gran Capitán más que nunca comido de palomina, mirando ansiosamente los chorritos limpiadores (a ver si esta temporada no los cortan tan pronto, que nada más verlos es un alivio en el severo verano cordobés).
José Antonio Ponferrada Cerezo es Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba.
