El rodadero de los lobosJesús Cabrera

El marrón de Ana

«Por poco que se tire de memoria o de hemeroteca se comprobará que el fortalecimiento de la red eléctrica en Los Pedroches y en el Guadiato es una reivindicación antigua»

Las subdelegaciones del Gobierno hacen de filtro, de delegado comercial, de representante distinguido y también de percha de las guantadas que van dirigidas al Ejecutivo de la nación. No es lo mismo ocupar lugar precedente en todos los actos o presidir el 12 de octubre en la Comandancia de la Guardia Civil que recibir las quejas que van dirigidas a La Moncloa.

Periódicamente hay manifiestaciones ante la Subdelegación. Siempre las ha habido. Con no abrir las ventanas es suficiente. Y a otra cosa. Pero hay cuestiones en las que hay que fajarse más allá de sacar pecho por una obra que no se sabe si se ejecutará por la falta de presupuestos o por presumir de que el Ingreso Mínimo Vital -«la vital», en la calle Torremolinos- llega cada vez a más gente, algo altamente inquietante.

La subdelegada del Gobierno en Córdoba, Ana López, lleva unos días preocupada desde que se conoció la denominada Planificación Eléctrica con horizonte 2030. Aquel documento cayó como un jarro de agua fría -también para ella- al comprobarse que después de muchos meses de trabajo entre técnicos del Ministerio y de la Junta el norte de la provincia de Córdoba quedaba marginado por el Gobierno de Pedro Sánchez, con todo lo que esto conlleva negativamente para la economía de la zona o para lo que ellos llaman «reto demográfico».

Por poco que se tire de memoria o de hemeroteca se comprobará que el fortalecimiento de la red eléctrica en Los Pedroches y en el Guadiato es una reivindicación antigua, que los municipios reclaman con insistencia al ver cómo por culpa de esto no sólo vuelan las inversiones sino también la población.

Ese trabajo de los técnicos de ambas administraciones dejó todo listo para que la propuesta prosperara pero su denegación a última hora tiene claros tintes políticos. A la vez que se sabía que a los cordobeses nos habían dejado fuera de esta planificación desde aquí se escuchaban las campanas y los fuegos artificiales lanzados por los nacionalistas catalanes para celebrar que se les había concedido todo lo que habían pedido. ¿Un poco raro, no?

El malestar de los cordobeses está más que justificado y la prueba de que el golpe recibido por Córdoba ha sido doloroso está en las notas de prensa que enviaron aquel día tanto la subdelegada como la secretaria general del PSOE, Rafi Crespín. Ambas intentaban justificar lo injustificable con una argumentación que no había por dónde cogerla.

La Junta, la Diputación, la patronal y los sindicatos unieron al momento sus fuerzas y consensuaron un duro documento que calificaba de «inaplazable» el refuerzo de la red eléctrica en el norte de la provincia. Como era de esperar, esta unidad de acción no cayó nada bien en el Gobierno, por lo que su subdelegada en Córdoba ha vuelto a intentar calmar los ánimos con escaso resultado.

El pasado jueves se reunió con empresarios y sindicatos para intentar amortiguar el berrinche pero todo salió del revés. El comunicado que Ana López emitió esa tarde condicionando la mejora de la red eléctrica en Córdoba a la existencia de «proyectos empresariales reales y maduros» complicó aún más las cosas. Como respuesta, a los pocos minutos saltaban al ruedo CCOO, UGT y CECO con un contracomunicado en el que rafirmaban que su petición era «urgente y fundamental».

La estrategia de la subdelegada pasa por hacer creer que el plazo para resolución de alegaciones es realmente un «periodo de audiencia» en el que todo se va a resolver.

La Administración andaluza va a alegar con el respaldo de todos y en el mejor de los casos atenderán alguna de las peticiones, aunque es difícil que se incluya todo el paquete que se reclama desde Córdoba. El papel de Ana López en todo esto es muy complicado porque la decisión no depende de ella, que ha intentado despistar al personal con lo de los «proyectos empresariales reales y maduros», algo difícil de demostrar en otras regiones.

Su marrón es de los gordos, porque quien tiene la última no es ella, sino alguien que no se encuentra a diario con Adolfo Molina, Salvador Fuentes, Antonio Díaz, Marina Borrego o Encarna Laguna, que están de uñas. Si Ana López consigue que a Córdoba, como a Cataluña, se le dé todo lo que pide pasará a la historia; en caso contrario cargará con esta pesada losa porque está claro que no va a dimitir.

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