El rodadero de los lobosJesús Cabrera

Curarse en salud

«Hay pánico a ver la foto de la rama podrida en el suelo que se podía haber quitado en el transcurso de una inspección rutinaria»

Esta semana se ha cumplido el primer aniversario de la dana que principalmente en Valencia pero también en Castilla-La Mancha y Andalucía dejó daños considerables, siendo el más grave la pérdida de 229 vidas, algo que no tiene ni precio ni justificación.

Durante estos últimos 12 meses hemos asistido a una politización vergonzosa de algo que sólo requería, como recordó Felipe VI este jueves, unidad. Las instituciones se han dedicado, en cambio, a olvidar las responsabilidades y culpas de cada una de ellas para reprochárselas a otras.

Todo esto de lo que hemos sido testigos directos ha generado un clima de tensión tal que nadie quiere pasar por un calvario similar y por eso se extralimitan en la adopción de medidas preventivas tanto para evitar desgracias humanas como para esquivar ataques políticos.

No hay que ser un lince de la sierra de Montoro-Cardeña para advertir que hay cosas que han cambiado en el último año. Desde que ocurriera la riada de Valencia se ha adoptado un patrón de comportamiento que consiste en ir más allá de lo que lo que la práctica, el conocimiento y el sentido común aconsejan.

Si va a llover hay muchas probabilidades de que caiga una alerta amarilla que subirá a naranja con mucha facilidad. El objetivo es curarse en salud, ir más allá de lo posible para tener las espaldas cubiertas, poder afirmar con cierta tranquilidad «eso ya lo avisé yo».

Si no se han dado cuenta de esto obsérvenlo a partir de ahora. Comprobarán cómo siempre hay una vuelta de tuerca más, una hipérbole predictiva. Luego, vendrá el «pues no era para tanto». Claro.

Este canguelo frente a los fenomenos naturales de toda la vida ha encontrado un gran aliado en el alarmismo meteorológico que han contaminado a algunos medios de comunicación. En estos tiempos del titular llamativo sin importar que sea verdad o no, genera muchas lectura aquella noticia que incluya términos apocalípticos. Tornado siempre será mejor que fuertes vientos, más impactante. Si a esto colaboran las administraciones cerrando los jardines y ordenando quitar los tiestos de los poyetes de las ventanas, mejor que mejor. Habrá quien piense que no hay nada mejor que estar encerrado en casa por orden gubernativa.

Lo que se han conseguido es que al ver un jardín cerrado antes de pensar que efectivamente hay un riesgo cierto de que una rama o un árbol caigan por efecto de un viento inusualmente fuerte la realidad sea que no exista una inspección real del estado de salud de todos los ejemplares. Hay pánico a ver la foto de la rama podrida en el suelo que se podía haber quitado en el transcurso de una inspección rutinaria. Así pasó el viernes por la noche en Camino de los Sastres.

El sensacionalismo climático siempre tendrá más lectores en la prensa de nuestros días que aquella información que se atenga a la realidad. La sociedad prefiere que sean otros los que piensen o que, al menos, den órdenes de lo que hay que hacer. Aún queda nostalgia de los confinamientos.

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