Aventuras en un SancheskiÁlvaro García de Luján Sánchez de Puerta

Cuando yo era 'progre' llevaba J'Hayber

«¿Dónde están las manifestaciones y 'flotillas new-age' en defensa de los derechos del pueblo saharaui del Sáhara Occidental, oprimido por Marruecos?»

La cosa es que el otro día quedamos el Galleto y yo, y luego, ya sabes, la noche se hizo larga y pillamos unas litronas en el Parque Figueroa. No eran horas, la verdad. La noche se acababa y ninguno de los dos supo bien cómo salir de aquello. Cómo volver a casa con una dignidad cortada al peso. Hablo de hace dos semanas. Él estaba en busca y captura por una orden judicial. Nunca quise preguntarle el porqué.

Dicen por ahí que, desde hace un tiempo para acá, desde que escribo en 'La Voz de Córdoba' -carajo, que voy a cumplir un año en esta bendita y heterodoxa casa-, yo ya no molo tanto. Suelen decirlo mis amigos progresistas; ya no de izquierdas, más que nada porque eso ya no existe. También, dicen, que yo ya no soy tan moderno. Que he cambiado. Que me he convertido en algo parecido a un maldito facha. Tío, tú antes no eras así. Tú antes molabas más. Que ahora no soy más que un hijo pródigo perdido en las fauces de la fachosfera. Repiten.

Ha habido otro par de amigas que me han cancelado: «te bloqueo del guasap, guapo, eres un fascista, pero sin mal rollo, eh», me dijeron, porque no les gustan mis artículos; porque consideran que estos son ofensivos para su perspectiva de género; porque no caso con su geopolítica barata de barbis-gazas y otanistas furibundos, ni asumen que a mi Putin y lo ruso me caen simpáticos, y porque tal vez la posmodernidad nos jodió la vida. Y también porque sus malditos problemas de pijas-progres de Malasaña me importan -lo juro- un bledo. Pero un verdadero bledo.

Se lo dije al Galleto, litrona en mano, aquella noche en el Parque Figueroa. Oye, qué le vamos a hacer -me puse algo pesao- si me cancelan en todos lados. Le dije, así disfrazado de siempre, que intento decir que el sionismo no mola. Que llevan acribillando palestinos -cristianos y musulmanes- desde 1945. Pero que también los de los pañuelos palestinos New-Age del Temu que ahora reclaman algo que desconocen en nuestras calles -lo del barco de la Flotilla enarbolando una 'estelada' y el tipo musulmán pirándose de los barcos porque había un travelo en la expedición es de traca- es digno de Jardiel Poncela.

¿Dónde están las manifestaciones y 'flotillas new-age' en defensa de los derechos del pueblo saharaui del Sáhara Occidental, oprimido por Marruecos? Oiga, pues ni mutis por el foro. Eso no entra en el pack progre, bro.

En los bares, en los centros de salud, en los bares de viejo con tragaperras donde malgasto el tiempo, en el chino donde pillo la litrona de cruzcampo y el pan, en la cola del paro, en afirmar que leo a Mishima antes que al previsible e insufrible Pérez-Reverte; en todos lados dicen que yo, antes, cuando era progre, molaba más. Poco después, si no antes, comenzaron mis compañeros de por entonces a intentar dirigir, manipular, la forma de relacionarse entre el hombre y la mujer; a tergiversar la Historia según el buenismo, y a intentar condicionar nuestra forma de respirar y de pensar, de sentir y de amar; qué raro será que vuestro intento de manipulación social no os salga rana.

¿Cuándo empezó el drama? ¿Cuándo fue 'La Broma Infinita' de Foster Wallace, ese idolatrado pelmazo que leí una vez? ¿Quién me reparará por el daño sufrido? ¿Cuándo la literatura de chino yanqui irrumpió en el barrio de Santa Rosa? ¿Fuiste tú, el que ibas de rojo con demasiada pasta en el bolsillo? ¿O fuiste tú: el vito-quiles insípido de interminables pulseras rojigualdas en la muñeca? ¿Quién pagará por lo sufrido por el pueblo español? Entre mis amigos progres y los otros de derechas, me cancelarán entre ambos brindando quizás en Bruselas en sus ratos libres. Ahora, de fondo, mientras escribo, no me lo puedo creer, suena a través de la ventana una de Calamaro.

La otra noche -era jueves- El Galleto y yo acabamos en el Limbo: el que probablemente sea el mejor bar del mundo. Y entonces me encontré con una vieja ex: «Álvaro, cuando ibas de progre, molabas más». Al instante, busqué al Galleto con la mirada, pero, entonces, supe que hacía horas se había ido. El muy cabrón.

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