Tercer día de peregrinación

Tercer día de peregrinación

Crónicas desde la JMJ

Encuentro de corazones

«Aquí es cuando se descubre que son muchas las necesidades que nos creamos cuando vivir es más sencillo y gratificante»

Nos despedimos de la Virgen de Fátima pidiendo por todos los enfermos que padecen en el cuerpo y también, de un modo especial, por los que las heridas del pecado los tienen postrados en la tristeza y en la falta de esperanza.

A media mañana llegamos a Lisboa sin incidentes hasta la Universidad Católica de Portugal a realizar el check-in que para recoger las acreditaciones y los kits, es decir, la mochila de toda la vida con tus vales de comida, gorra al uso y otros menesteres propios.

Con nuestra acreditación colgada nos pusimos en marcha en búsqueda del alojamiento, tirando de las maletas cuesta arriba y cuesta abajo, por ese pavimento de taco portugués, que es muy bonito, pero que para ir con la maletita cargada de cosas innecesarias no es lo más indicado. Y para colmo, mi parroquiana había reservado un apartamento en una cuarta planta sin ascensor. Llegué para una ducha y casi para solicitar el santo sacramento. Me faltó luz y entendimiento en el momento en el que preparaba la dichosa maleta en casa. Aquí es cuando se descubre que son muchas las necesidades que nos creamos cuando vivir es más sencillo y gratificante.

Superado el flato, (o en el argot ciclista, 'la pájara'), salimos a recuperar sales minerales con una buena cerveza y algo de alimento. ¡Qué maravilla de jóvenes! Haciendo cola en los diversos locales de restauración donde, con el vale de comida expedido por la organización, pedían el menú del peregrino en medio de una algarabía exultante de cantos y bailes, saludos, abrazos y las bolsas de comida ocupando el centro de la reunión. Paciencia y buen humor para estar una hora y media para conseguir el deseado avituallamiento.

Y sin pausa, camino del parque de Eduardo VII donde a las 7 de la tarde hemos celebrado la Santa Misa. Mucha seguridad para acceder al recinto. Poco a poco el precioso parque adquiría un colorido impresionante fruto de una ola multicolor venida de todos los rincones del mundo. Al mismo tiempo el espacio destinado a los sacerdotes pasó de los colores grises y negros a tornarse en un remanso de blancura. La espera se hizo muy agradable amenizada por grupos de una música embriagadora que hasta los más pausados les hacía saltar. En la punta del iceberg de este parque un escenario colosal donde los motivos marinos se evidenciaban desde el color azul, la mesa del altar que simulaba una barca y el fondo, entre mis cercanos, piensan, en un acantilado y algunos que veían un castillo de cuento.

Escenario donde ha tenido lugar la primera misa de la JMJ

Escenario donde ha tenido lugar la primera Misa de la JMJLVC

Comenzaba la celebración eucarística de inauguración del JMJ donde el Sr. Cardenal nos invitaba a sentirnos en casa. El cardenal Manuel Clemente que presidía la Misa de Apertura en la 'Colina do Encontro': «Lisboa te acoge de todo corazón» nos saludaba diciéndonos que, como María, estamos llamados a ponernos en camino, algo que es difícil por multitud de razones y circunstancias y que hemos podido experimentar en estos últimos tiempos.

Un camino que hemos de vivir cada día en un tiempo en lo que predomina lo virtual. Todo está al alca de un clic. Pero no deben estos nuevos medios privarnos de la relación y el contacto personal, del encuentro de cada corazón; como en estos días tenemos la oportunidad de hacerlo con personas de distintas culturas y lugares diversos de los cinco continentes.

María nos lleva al encuentro de Cristo por medio de la Palabra y la vivencia de los sacramentos. María, poniéndose en camino, nos muestra también el espíritu de la generosidad, del compartir, del amor de Dios. Nos enseña cómo llevar el rostro de un Dios amoroso a todas las gentes. Ser esperanza para la humanidad..

Aprendamos con María a querer a todos y favorecer el encuentro.

Un nuevo mundo nace con la novedad de cada encuentro. Esto me anima a pensar que, como ha repetido muchas veces el Papa Francisco, el anuncio de la Buena Nueva hay que hacerla cuerpo a cuerpo, persona a persona, sin excluir a nadie.

Tras la celebración toca disolverse y volver a hacer cola pacientemente, entre cantos y júbilo, y muchos a coger el autobús para desplazarse a ciudades cercanas a Lisboa para descansar porque mañana nos espera otro día maravilloso.

Un servidor, también camina con unos parroquianos buscando zona de avituallamiento, especialmente para recuperar sales minerales, que son muy necesarias.

No lo olviden, no dejen de rezar por estos maravillosos jóvenes.

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