Marchas en Las Palmeras para consolar a los nazarenos de la Piedad

Costaleras del Cristo de la Piedad, en la iglesia de San Antonio María ClaretJesús D. Caparrós

El mal tiempo hace que el Miércoles Santo quede sin procesiones

La noche se llena de largas colas para ver los titulares en sus pasos

El Miércoles Santo ha llegado pisando fuerte. La previsión de mal tiempo, adobado con lluvia y fuerte viento, estaba clara desde las 17:00, que era la hora en torno a la cual tenían prevista su jornada las primeras hermandades de la jornada. Las bajas temperaturas, el cierre de los jardines por el temporal y los nubarrones en el cielo confirmaban las previsiones que ofrecían las aplicaciones en los teléfonos móviles.
Las probabilidades de ver procesiones en las calles de Córdoba eran en esos momentos mínimas, por no decir nulas. Los pronósticos del tiempo coincidían desgraciadamente en señalar un alto porcentaje de probabilidad de agua para la tarde y la noche de este día. Además, a estos contratiempos se sumó la previsión de fuertes vientos, lo que obligó al Ayuntamiento a cerrar por la mañana los distintos parques y jardines de la capital para evitar cualquier tipo de incidente con las ramas y los árboles. Este hecho ha tenido una fatal coincidencia, ya que es el Miércoles Santo cuando los jardines del Campo de la Merced tenían su protagonismo cofrade al paso de la hermandad de la Paz y Esperanza.

La Piedad

Los primeros en dar el paso fueron los cofrades de Las Palmeras, ya que la hermandad del Cristo de la Piedad era la primera en ponerse en la calle. Tenían por delante siete kilómetros de recorrido y ningún sitio donde guarecerse en caso de lluvia. Este heroico esfuerzo no podía quedar desbaratado, más aún cuando en el cortejo hay muchos niños que forman parte del mismo.
Con estas razones encima de la mesa adoptó la junta de gobierno la decisión de quedarse en la parroquia de San Antonio María Claret, donde la frustración venía a confirmar los malos presagios que se venían ya digiriendo a lo largo del día.
Antes de que se abrieran las puertas del templo para que los fieles pudieran ver al Cristo de la Piedad y a María Santísima de Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra, la banda de cornetas y tambores ‘Santísimo Cristo de la Expiración’ de Quesada (Jaén) ha que deleitó con sus sones a unos nazarenos desmoralizados por quedarse en casa.

El Perdón

Casi en el mismo momento, con sólo cinco minutos de diferencia, se repetía la misma escena en la iglesia del Buen Pastor, incrustada en plena Judería cordobesa. En la recoleta plaza que precede al templo había paraguas abiertos como premonición de lo que estaba por llegar. En el interior, tras las consultas y la reflexión oportuna se decidió suspender la salida procesional.
El hermano mayor, Jesús Campos, anunciaba la decisión a los nazarenos y antes de terminar de leer el breve comunicado la iglesia del Buen Pastor arrancó un sonoro aplauso de ratificación de un acuerdo siempre doloroso de adoptar.

La Paz y Esperanza

La plaza de Capuchinos era un bullir de público antes de las 17:30, que era la hora fijada por la hermandad de la Paz y Esperanza para iniciar su estación de penitencia. Había paraguas abiertos y mirar al cielo era poco menos que confirmar que así transcurriría toda la tarde.
En el interior del convento del Santo Ángel asistían los nazarenos a un acto piadoso mientras se disponían los pasos para la contemplación de los fieles. Por el interior del huerto conventual fueron los primeros en pasar antes de abrir las puertas del cocherón para que pasaran quienes llevaban un buen rato guardando cola.

La Misericordia

En ese momento ya se intuía que en el Miércoles Santo no se vería nazareno alguno en las calles de Córdoba. El agua caía cada vez con más fuerza que a primera hora de la tarde y ya se dibujaba en el escenario lo que quedaba por vivir. Dos hermandades aún no habían decidido nada pero se intuía con claridad lo que iba a suceder.
La segunda parte de la jornada siguió la misma senda. La hermandad de la Misericordia confirmaba lo que se esperaba. Los nazarenos blancos se mantuvieron en los bancos de San Pedro porque en esos momentos eran ellos quienes tenían el privilegio de estar en oración, frente a frente, con la mirada clavada en el Cristo de la Misericordia y de la Virgen de las Lágrimas en su Desamparo.

La Pasión

La suerte estaba ya echada a la hora de la salida de la hermandad de la Pasión. En San Basilio, como en el resto de Córdoba, habían vivido minuto a minuto el desarrollo de una jornada en el que se iban encadenando las suspensiones en una tarde en la que el fuerte viento y el agua aconsejaban que era la opción más sensata.
Una vez comunicada la decisión al cuerpo de nazarenos, y tras un tiempo de oración, se abrieron las puertas de San Basilio para dar paso a los fieles que rezaron ante los titulares hasta altas horas de la noche.
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