La Fundación Don Bosco atiende tanto a jóvenes tutelados como extutelados

La Fundación Don Bosco atiende tanto a jóvenes tutelados como extuteladosFundación Don Bosco

Formarse y trabajar: Esos son los objetivos prioritarios de los menores tutelados en un centro

En la Fundación Don Bosco de Córdoba han atendido, en lo que va de 2025, a unos 100 jóvenes tutelados, de los que aproximadamente un 90% son chicos y un 10% chicas

El perfil del joven tutelado en la Fundación Don Bosco de Córdoba está delimitado por varias circunstancias. Por un lado, hay un grupo importante de nacionalidad española, que, siendo menores de edad, se les ha declarado en situación de desamparo, porque sus familias no han podido hacerse cargo de ellos o no han podido cubrir las necesidades inherentes al acompañamiento familiar que necesitan estos jóvenes y un juez ha dictaminado una resolución de desamparo que ha llevado a que ingresen en un centro de protección de menores.

Por otro lado, se encuentra la población de jóvenes que provienen de otros países, que vienen solos y al no estar su familia con ellos, primando el interés del menor, pasan a estar bajo la tutela de la Junta de Andalucía, que les asigna un centro de protección de menores. Normalmente, estos chicos suelen llegar en torno a los 15-16 años al centro. A los 18 años salen con un permiso de trabajo, normalmente, que les permite entrar en el mundo laboral; algunos han cursado la ESO, o están mejorando el idioma, o realizando algún ciclo medio de FP.

Se contrapone el término sísí al tan manoseado nini de los últimos años, porque, según quienes conviven a diario con ellos, sí demuestran inclinación hacia el mundo laboral y también por seguir formándose académicamente. A juicio de Antonio Alférez, coordinador del Programa de Emancipación Juvenil de la Fundación Don Bosco en Córdoba, la mayoría está muy motivada hacia el empleo, principalmente, pero también hay otros que demuestran interés por continuar en la formación reglada. «Todos los jóvenes que atendemos que son de origen extranjero están estudiando con nosotros a nivel de aprendizaje del idioma y de mejora de competencias en una formación no reglada, más informal, pero luego nosotros también intentamos que se matriculen en Educación Secundaria para Personas Adultas, que compaginan con la búsqueda de empleo».

La prioridad es trabajar sin descuidar la formación, que abrirá más puertas

La prioridad es trabajar sin descuidar la formación, que abrirá más puertasFundación Don Bosco

De hecho, una veintena de jóvenes se van a matricular este año entre el Instituto Averroes y el Instituto Provincial de Educación Permanente, mientras desde la Fundación Don Bosco simultanean esta formación con la que ellos imparten, más directamente encaminadas a la empleabilidad. «Nuestros itinerarios son limitados y ellos deben intentar ser lo más autónomos e independientes económicamente. Y eso pasa por trabajar. Algunos de estos chavales vienen de otros países cuya intención es la de poder ayudar a sus familias. Eso hace que, aunque se planteen estudiar, no pierdan su intención de trabajar. Tenemos bastantes chicos cuyo objetivo es compaginar ambas vías. La del empleo con la formación, tanto reglada como en ciclos. Este año, por ejemplo, tenemos un chico que se ha matriculado en el Grado Superior en Atención a Personas Dependientes, que, a la vez, está trabajando en La Flor de Levante. Ellos entienden que, cuanto más estudien y más se formen, van a poder acceder también a trabajos con mejores condiciones y siempre será una posibilidad de mejorar en sus vidas».

En el caso de chicos y chicas nacionales, ocurre lo mismo. Muchos de ellos, al haber estado en el Centro Protección de Menores, han accedido a formación reglada y estando en Don Bosco han finalizado estudios en Formación Profesional Básica, chicas que han culminado los estudios de Grados Medios y Superiores. Una de las chicas atendida por la Fundación se plantea para el próximo curso acceder a estudios universitarios de Educación Social.

El cielo es el límite para los jóvenes que han pasado por un centro o por pisos tutelados

El cielo es el límite para muchos de los jóvenes que han pasado por un centro o por pisos tuteladosFundación Don Bosco

En el programa de Emancipación Juvenil se atiende a jóvenes entre 18 y 25 años. «Tenemos siete pisos de autonomía, con 35 plazas, de los que tres de ellos, conveniados con la Junta de Andalucía, son específicos para tutelados. En el resto de recursos residenciales que tenemos, puede haber tanto tutelados como extutelados. También tenemos en marcha un proyecto de bienestar emocional que trabaja todo el tema de salud mental y atención psicológica, otro de acompañamiento jurídico con un abogado para personas migrantes y otro de acompañamiento a jóvenes en situación de sinhogarismo. Hacemos el seguimiento de 60 jóvenes que están en casas de acogida de personas sin hogar e identificamos jóvenes que estén en situación de calle para incluirlos en circuitos que tenemos establecidos para que puedan salir de esa situación de calle», comenta Antonio Alférez. «Si nos movemos más o menos en las mismas cifras del año pasado, podemos llegar, a fin de año, a 150 jóvenes atendidos en el Programa de Emancipación Juvenil», concluye.

El ejemplo de Mohamed

Mohamed tiene 18 años. Tras salir de su Marruecos natal y recalar en Ceuta durante año y medio, arribó a Córdoba hace casi tres años, cuando lo trasladaron de centro de acogida. «En septiembre comienzo un grado medio en Peluquería y estoy trabajando los fines de semana en un restaurante y va la cosa muy bien», comenta. Obtuvo el título de la ESO en el Instituto Fidiana de la capital cordobesa y es de destacar que, en tan poco tiempo, ha aprendido el idioma y ha obtenido el título de la ESO en un tiempo récord, con traslado de centro incluido. Además, ejerce como voluntario en el Oratorio Salesiano con niños pequeños donde realizan actividades de verano, a modo de campamento de verano urbano. «Me lo comentaron y a mí me gusta eso. Además, yo quiero estudiar para ser maestro en un centro de menores, trabajando en los pisos de autonomía», comenta en un perfecto castellano. A Mohamed le gustaría ser educador para estar con chavales y chavalas que, como él, han pasado por centros de protección de menores, con el objetivo de ayudar a los demás como a él le han ayudado.

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