
Puente de Segovia
Madrid
El puente de Segovia, desde Gaspar de la Vega hasta Góngora
El puente de Segovia, ubicado en el cruce de la Calle Segovia con el río Manzanares es el más antiguo de la capital española. Se trata de uno de los emblemas de Madrid, pues desde 1996 es Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento. Hoy es un puente transitado tanto por peatones como automóviles gracias a su robusta estructura.
Su procedencia se remonta unos siglos atrás, en el SXVI, cuando Madrid era una simple villa, hasta que en 1561 Felipe II mandó establecer ahí su corte. Su importancia como urbe se disparó pues pasó a ser la capital del reino. Por este motivo se veía en la obligación de mejorar sus comunicaciones con las distintas ciudades, así que el rey ordenó construir un puente que conectase Madrid con los territorios del norte, entre ellos Segovia. Justamente, se dice que el nombre del puente proviene de su conexión con la ciudad de Segovia, aunque algunos indican que se debe al nombre de la calle, «Calle Segovia». No obstante, parece ser que esta ha recibido otros apodos como calle Nueva, calle Nueva Grande y calle de la Puente.
En principio el rey encargó el puente al maestro mayor de obras del rey, Gaspar de Vega, quien presentó un primer proyecto. Sin embargo, solo se cimentaron las cepas principales, pues tras su muerte en 1577 el trabajo paso a realizarlo el nuevo arquitecto mayor y el preferido del rey, Juan de Herrera (1530-1597), el autor del Monasterio de El Escorial y del Palacio Real de Aranjuez. El presupuesto de la obra fueron unos 200.000 ducados, con los que realizó unos diseños de concepción renacentista sobre las cepas de De Vega, desde 1582 hasta 1584.
En cuanto a su arquitectura, el puente está asentado en sillares de granito y formado por nueve ojos con arcos de medio punto almohadillados. Si uno se fija, comprobará como el arco central es el de mayor tamaño y que a partir de este el resto van decreciendo gradualmente hacia ambos lados. Debido al derrumbamiento de anteriores puentes en el Manzanares por la fuerza de sus aguas, como el de Toledo, sus pilares están apoyados en tajamares que facilitan el flujo de la corriente. Sus medidas son 10 metros de alto y 172 de largo
A lo largo de estos siglos ha sufrido distintas reparaciones de arquitectos como José de Villarreal en 1648 o Teodoro Ardemans, quien en el mismo año colocó una puerta ornamental para darle mayor monumentalidad, pero con el paso del tiempo se eliminó. Otros autores como José del Olmo y Juan Ruiz en 1682, y grandes autores como Pedro de Ribera en 1721 o Ventura Rodríguez en 1775, fueron diferentes profesionales que restauraron el puente. Sin embargo, el viaducto sufrirá un tráfico desenlace en la Guerra Civil. En 1936, fue volado por el bando republicano para evitar la entrada del ejército nacional en la ciudad, liderado por el general Yagüe. Una vez terminada la guerra fue reconstruido con algunas modificaciones, con respecto al diseño original. Los cambios que experimentó el puente fue un aumento del ancho del tablero, que pasó de 8,65 a 31,00 m de anchura. Para lograrlo se abrió el puente en dos separando los frentes laterales y reconstruyendo la estructura interna. Esto permitió adaptar el puente a las nuevas necesidades de la ciudad: la circulación de tráfico.
Poco después, entre 1955 y 1960, el mismo ingeniero restituyó parte de los alzados ocultos por la canalización del Manzanares, llevada a cabo en 1915, y añadió nuevas manguardias, (las paredes que refuerzas por los lados los estribos de un puente).
Más adelante, se vio afectado por las obras de la M-30, tanto por su construcción en la década de 1970 como por su soterramiento realizado entre 2004 y 2007, que fue parte de la operación Madrid Río que inició en 2005. Esta transformó el entorno del puente, dotándolo de espacios verdes con fuentes, estanques y caminos; un lugar ideal para pasear.
La burla de los artistas del Siglo de Oro
El puente, mientras que hoy es un monumento emblemático de la capital española, en el siglo de oro (SXVI) fue objeto de burla de muchos escritores de la época. Esto se debía al divertido contraste entre la grandiosidad del puente sobre el pobre caudal del río que inspiró a grandes escritores como Lope de Vega, Quevedo, Góngora o Tirso de Molina a escribir sátiras y poemas burlándose de la desproporción entre el robusto puente y el ridículo río.
Así lo expresa Lope de Vega en el soneto «Laméntase Manzanares de tener tan gran puente». En este el poema el propio Manzanares recita que la segoviana es demasiado para él y que debería estar en otro río más digno.
¡Quítenme aquesta puente que me mata,
señores regidores de la villa! [...]
Pues yo con la mitad estoy contento,
tráiganle sus mercedes otro río
que le sirva de huésped de aposento.
Luis de Góngora también ironizaba sobre el tema, escribiendo:
Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice por ahí la gente
que no eres río para media puente,
y que ella es puente para muchos mares.
El puente de Segovia es todo un testigo de la ciudad de Madrid, su valor arquitectónico e histórico lo convierten en un lugar turístico clave, donde disfrutar de las vistas de la ciudad al Palacio Real y a la Almudena.