Monasterio de El Palancar, conocido como «el conventino».
El pueblo de Extremadura con el monasterio más pequeño del mundo
La construcción del cenobio se atribuye a San Pedro de Alcántara a partir de una pequeña casa ubicada muy cerca del valle del Jerte
Está muy próximo a la sierra de Cañaveral y los valles del Jerte y Alagón, en el municipio cacereño de Pedroso de Acim, ubicado entre las ciudades de Cáceres y Plasencia, y es conocido como el conventino, la forma diminutiva habitual de Extremadura. Se le considera el convento más pequeño existente, con una superficie de apenas 72 metros cuadrados. Es el monasterio o convento de la Purísima Concepción de El Palancar.
Con una superficie de apenas 72 metros cuadrados, fue fundado por San Pedro de Alcántara en el año 1557
El conventino fue fundado en el año 1557 por Fray Pedro de Alcántara, que posteriormente sería canonizado en 1669 por el Papa Clemente IX. Según la información que figura en el portal de Turismo de Cáceres, para entender el porqué de este monumento hay que conocer la vida del monje. De carácter humilde, estudió en la universidad de Salamanca, donde entró en contacto con San Francisco de Asís. Su cercanía a la gente y su humildad lo convirtieron en una persona muy querida entre quienes le conocían.
Simple y austero
Monasterio de El Palancar.
La construcción del convento se inició a partir de una pequeña casa en Pedroso de Acim. El conjunto arquitectónico y su interior se caracterizan por su simplicidad. Apenas estaba formado por unas celdas con camas de madera donde dormían los frailes. El resto estaba dominado, igualmente, por la austeridad: la capilla tan solo estaba decorada por algunos mosaicos mientras que el claustro lo protagonizaban algunas columnas de madera y un patio de luz. Ya en el siglo XVIII se construyó una iglesia, un claustro y una hospedería.
Interior del pequeño cenobio.
El monasterio llama la atención a todos sus visitantes. Cuentan que Santa Teresa se sorprendió al ver que Fray Pedro de Alcántara «dormía sentado y con la cabeza arrimada a un maderillo en la pared». Cabe destacar que el monje medía 1,90 metros, por lo que la imagen debía ser impactante.
Santa Teresa se sorprendió al ver que Fray Pedro de Alcántara «dormía sentado y con la cabeza arrimada a un maderillo en la pared»
Una capilla muy justa
Una cruz marca el lugar donde el santo rezaba.
Por su parte, Juan de Santa María lo definía como «un lugar con treinta y dos pies de largo y veintiocho de ancho, con una capilla tan pequeña que en ella cabían el sacerdote y el acólito que le ayudaba; si otro alguno entraba, ocupaba mucho».
Aunque se conserva la estructura original, la puerta actual desvirtúa su tamaño, invitando a pensar que es más grande de lo que verdaderamente es. Hoy en día se puede ver también, como recuerdo, una cruz con la que se representa uno de los lugares favoritos del santo y en el que pasaba mucho de su tiempo rezando.