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Un bebé llorando en manos de su madre

Un bebé llorando en brazos de su madrePexels

El error que cometen los padres «por vergüenza» y pone en riesgo de muerte a su bebé

Las manos de los recién nacidos son adorables, pero también una vía directa para que virus y bacterias entren en su organismo. Aprender a protegerlas es clave para su salud

Una de las escenas más comunes cuando nace un bebé es que, durante sus primeros meses de vida, cada vez que llega a un sitio portado por sus padres se arremolinen en torno a él todos los adultos y niños que tenga cerca. Y parece normal: no solo por la ternura que despiertan, sino porque la crisis de natalidad ha convertido a los bebés casi en una «especie exótica».

El problema es que, en ese trasiego, muchos padres cometen sin querer un error muy grave que puede tener consecuencias muy negativas para su hijo y que, incluso, puede llegar a costarle la vid.

Un error por vergüenza y cansancio

Desbordados por las muestras de afecto e interés que suscitan, con los reflejos anestesiados por el cansancio y las noches en vela, o incluso presionados por la vergüenza y los respetos humanos ante otros adultos con los que no quieren parecer «maleducados», muchos padres no caen en la cuenta de las consecuencias que pueden tener tantos saludos bienintencionados a su retoño.

Pasa con más frecuencia en el caso de los niños pequeños (hermanos, amiguitos, o primos) que se acercan a ver al bebé, o las personas mayores y ancianas –abuelos, tíos, vecinos, amigos o incluso desconocidos–, que no siempre son tan prudentes como parecen.

En concreto, hay un gesto muy típico que resulta más que peligroso: acariciar las manitas del bebé o ponerle cerca un dedo para que lo agarre tiernamente. Una caricia entrañable que no tiene en cuenta los peligros que entraña para un recién nacido, cuyas defensas aún se están formando.

La combinación de dos reflejos innatos

Los recién nacidos tienen desarrollados varios reflejos innatos para garantizar su supervivencia. El primero es el llamado «reflejo palmar», que les hace agarrarse a lo que roce su mano para tener seguridad: incapaces de moverse por sí mismo, agarrarse a algo (que, sea lo que sea, de forma inconsciente confunden con su madre) les permite «garantizar» que no quedarán abandonados.

Y junto a este, está el «reflejo de succión», que les hace no solo agarrarse al pecho, sino también llevarse las manos a la boca constantemente.

La combinación de ambos reflejos convierte cualquier contacto con las manos del bebé en una posible fuente de contagio para él.

Peligrosa fuente de virus y bacterias

Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las manos sucias pueden transmitir, tanto a adultos como a niños, múltiples virus y bacterias, tanto respiratorios como gastrointestinales. Por ejemplo, el virus sincitial respiratorio (VSR) o el norovirus, que en adultos presentan complicaciones leves... pero en bebés pueden ser muy graves.

Además, los bebés no completan su calendario de vacunación hasta pasados los dos meses de vida, y, por tanto, son más vulnerables ante cualquier infección.

La pediatra Rachel Prete, de Orlando Health, advierte de que incluso un simple resfriado en un adulto puede derivar, para un recién nacido, en una infección respiratoria grave o en una meningitis potencialmente mortal.

Establecer límites sin crear tensión

Proteger al bebé no significa aislarlo, sin embargo, sí es necesario establecer normas claras. Por ejemplo, la organización estadounidense March of Dimes distribuye carteles con mensajes como «Por favor, no toques mis manos» para colocar en el cochecito o el portabebés, que cualquier familia española puede crear por sí mismos. Estos recordatorios visuales ayudan a que familiares y desconocidos respeten el espacio del bebé sin necesidad de tener que decirlo de viva voz.

La doctora Edith Bracho-Sánchez, del departamento de Pediatría de la Universidad de Columbia, anima en varias publicaciones de sus redes sociales a que los padres comuniquen sus límites de forma amable pero firme, explicando que es por la salud de su hijo: «No se trata de ser groseros, sino de proteger a alguien muy vulnerable».

Recomendaciones prácticas

Hay, además, algunas recomendaciones prácticas en las que coinciden casi todos los expertos:

Lavado de manos obligatorio: cualquier persona que vaya a tocar al bebé debe lavarse las manos con agua y jabón, durante al menos 20 segundos.

Evitar visitas si hay síntomas: si alguien presenta síntomas de resfriado, gripe o cualquier otra infección, es mejor posponer la visita.

Limitar el contacto físico: además de evitar que toquen las manos del bebé, es recomendable que no lo besen, especialmente en la cara: mejor en los pies, en la cabecita o sobre la ropa.

Uso de desinfectantes: tener toallitas desinfectantes o gel hidroalcohólico a mano para quienes no puedan lavarse inmediatamente, evita disgustos.

En España, la Asociación Española de Pediatría (AEP) también enfatiza la importancia de la higiene de manos para los propios padres como forma de prevenir infecciones en recién nacidos.

Porque proteger las manos de un bebé es un acto de amor y responsabilidad, que pasa por establecer límites claros y educar (con cariño) a quienes lo rodean, para que un hijo nazca sano y seguro en sus primeros meses de vida.

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