María de las Mercedes Borbón y Orleans
La plácida muerte de María de las Mercedes, madre del Rey Juan Carlos: así fueron sus últimas horas
El 2 de enero de 2000, la condesa de Barcelona fallecía en la residencia de La Mareta de Lanzarote junto a sus hijos y nietos
La Nochevieja de 1999, la Familia Real cambió las blancas pistas de esquí de Baqueira por los jardines de arena volcánica y vegetación canaria de Teguise. Ese año, el Rey Juan Carlos logró reunir a todos en el palacio de La Mareta en Lanzarote. Una fabulosa mansión mandada construir por Hussein I de Jordania a finales de los 70 y diseñada por César Manrique. El Rey hachemita jamás se hospedó en ella y se la acabó regalando a su íntimo amigo, Don Juan Carlos.
Aquella Navidad tan cálida y familiar acabó teñida de luto. El 2 de enero de 2000, fallecía en La Mareta María Mercedes de Borbón y Orleans, la condesa de Barcelona y princesa de las Dos Sicilias, y madre del Rey Juan Carlos. Tenía 89 años recién cumplidos, tan solo unos días antes (el 23 de diciembre), y se encontraba perfectamente lúcida y con buen ánimo. Aquel día almorzó con normalidad con el resto de su familia, se retiro para echarse la siesta y sufrió un paro cardiaco mientras dormía.
María de las Mercedes Borbón, en el funeral de su marido
Cargada de vitalidad y entereza hasta el final, hacía vida normal en su silla de ruedas, tras romperse el fémur y someterse a una operación que no salió bien. Sus problemas de movilidad nunca afectaron sus planes ni le restaron energía. Era habitual verla en los toros o viajar con su familia como hizo en la Navidad de 1999-2000. Era además una mujer aficionada a la pintura, la música, la cultura andaluza y fue socia de honor del Real Betis.
María de las Mercedes falleció de forma repentina, pero muy cerca de los suyos. Aquel día en La Mareta se encontraban además del Rey Juan Carlos, sus otras dos hijas Pilar y Margarita de Borbón, y sus familias. También la Reina Sofía, con sus hijos; el príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina con sus respectivos maridos, Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin y los primogénitos de las dos parejas Felipe de Marichalar, de un año, y Juan Urdangarin, de solo tres meses. Ese día también se encontraba en Lanzarote el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y su mujer, Ana Botella, quienes almorzaron con la Familia Real.
Tras su fallecimiento se organizó el dispositivo para trasladar el cuerpo de la madre de Don Juan Carlos a Madrid. La capilla ardiente se instaló en el Palacio Real y su entierro se celebró en la basílica del monasterio de el Escorial, en el pabellón reservado a los Reyes de España en el que también reposan los restos del conde de Barcelona.
Según el exjefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, el Rey Juan Carlos tuvo una corazonada de que algo podría ocurrirle a su madre. Relató que cuando el día 1 le telefoneó para felicitarle el Año Nuevo, Don Juan Carlos se mostró feliz por haber reunido a toda la familia en las fiestas y sobre todo porque su madre hubiera pasado unos días rodeada de todos los suyos. Aquel sería su final.
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