La verdadera relación personal de García-Page con Sánchez, más allá de lo institucional

Emiliano García-Page y Pedro Sánchez han compartido casi toda su carrera política, pero su relación ha estado marcada por tensiones y divergencias ideológicas que han influido en su trayectoria dentro del partido. García-Page, presidente de Castilla-La Mancha desde 2015, ha sido uno de los pocos líderes socialistas en lograr gobernar con mayoría absoluta, lo que le ha conferido una posición destacada dentro del PSOE. A lo largo de los años, ha consolidado su influencia en la región, convirtiendo Castilla-La Mancha en un bastión inquebrantable para el socialismo. Sin embargo, su relación con Sánchez, quien no consiguió la mayoría absoluta en las últimas elecciones, ha estado definida por diferencias en el enfoque político y las estrategias internas del partido.

García-Page no ha tenido problema en criticar públicamente las políticas de Pedro Sánchez, lo que muchos ven como una muestra de independencia del barón castellano-manchego, quien, aunque crítico, asegura ser leal al partido, pero dejando claro que no es «sanchista». Por su parte, Pedro, que comenzó en la política como concejal en Madrid en 2004, ha seguido un camino más corto. La diferencia entre sus trayectorias y formas de ver la política ha sido un tema recurrente de debate dentro del PSOE. Esta relación de «amor-odio» dará un nuevo paso hoy, ya que arranca la nueva temporada deViajando con Chester este 5 de mayo en Cuatro, donde García-Page será el invitado de Risto Mejide y, como siempre, contará cómo está su relación con el presidente.

En el estreno del programa, el escenario de la entrevista será la zona cero de Letur (Albacete), uno de los lugares más golpeados por la DANA. La conversación promete ser sin adornos ni rodeos, con García-Page respondiendo directamente sobre temas personales y políticos, incluyendo su relación con Sánchez. «No me he forrado con la política. Hay gente que sí, que entra por afán de protagonismo, no es mi caso», asegura. Cuando le preguntan por el último WhatsApp que se enviaron Sánchez y él, García-Page responde con humor: «Me pone que ha cambiado de teléfono».

Antes de la entrevista, es interesante recordar unas declaraciones pasadas de Page, donde dejó claro tres puntos fundamentales: no es 'sanchista', la relación entre ambos es solo de cara a la galería, y dejó patente la ambición de poder de Sánchez.

No hay que irnos muy lejos para saber qué opina Emiliano de Pedro. Basta con retroceder a enero, cuando ya había pasado la Dana y los problemas judiciales en el entorno de Sánchez ya eran de público conocimiento. A ello se sumó la investigación a su esposa, Begoña Gómez, que un año antes llevó al presidente del Gobierno a escribir su famosa carta a la ciudadanía y desaparecer de la agenda pública durante cinco días. En ese contexto, García-Page dejó claro en su intervención en El Hormiguero que su relación con Sánchez es «muy poca» y que no se considera un «sanchista». A pesar de pertenecer al mismo partido, el presidente de Castilla-La Mancha remarcó que su vínculo con el presidente del Gobierno se limita a lo institucional y a lo estrictamente político. «La que se ve, pero cuando hemos tenido ocasión de estar juntos hemos hablado con cordialidad», comentó. Y añadió: «Yo también soy Sánchez de apellido y no quiero que se criminalice». No obstante, también reconoció que «hablar con un presidente del Gobierno es difícil».

Además, criticó la precariedad con la que se formó el gobierno tras las elecciones de 2023, añadiendo que Sánchez debería convocar elecciones si llega a la conclusión de que no puede sacar adelante el proyecto de investidura. García-Page no dudó en señalar las diferencias entre ambos, pero también mostró empatía con Sánchez, especialmente cuando se enfrentó a momentos difíciles, como la reflexión sobre su futuro político en abril del año anterior. García-Page, consciente de las presiones que sufren los líderes políticos, reconoció haber vivido experiencias similares, como el acoso que ha sufrido su familia, y en varias ocasiones se ha cuestionado si realmente vale la pena continuar en la política, dada la carga personal que conlleva.