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Luis del Olmo y Mercedes GonzálezGTRES

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El restaurante de Chamberí que enamora a Luis del Olmo

Arroces melosos, gazpacho con guarnición y un sorbete coronel con vodka: así se perfila la carta del restaurante madrileño donde el periodista y locutor de radio español se dejó ver esta semana

Pionero indiscutible de la radio moderna en España, Luis del Olmo pertenece a esa estirpe de comunicadores que no se repite. Su voz —rotunda, inconfundible— acompañó durante décadas a millones de oyentes desde los micrófonos de Protagonistas, el programa que no solo hizo historia, sino que modeló una forma de entender el periodismo y la conversación pública. Polemista sin estridencias y lector apasionado, Del Olmo ha sido testigo privilegiado de la política, la cultura y el pulso del país durante más de medio siglo. Hoy, alejado del primer plano mediático, sigue cultivando sus pasiones con la misma elegancia que siempre le caracterizó.

Una de ellas es, sin duda, la gastronomía. Buen comedor y mejor conversador, aprecia no solo el sabor de una cocina bien ejecutada, sino también el arte de la mesa como espacio de encuentro. Madrid, ciudad a la que siempre regresa —pese a residir en Barcelona—, le ofrece rincones que combinan tradición, discreción y calidad.

El caldero de arroz es una de sus especialidadesLa buganvilla de Almagro

Hace poco, el periodista fue visto en uno de ellos: La buganvilla de Almagro, un restaurante en pleno barrio de Chamberí, hacia las diez y media de la noche del martes pasado. Según ha revelado el detective de LOC, se encontraba allí disfrutando de un momento de ocio. El local, de atmósfera serena y cuidada, es conocido por una carta sobria y una clientela exigente, donde el clasicismo no riñe con el refinamiento.

Inaugurado en 1994, este establecimiento de la calle Almagro número 12 lleva ya más de treinta años cultivando una fidelidad que no se compra en campañas, sino que se gana a fuego lento. Especializado en cocina mediterránea, su propuesta se basa en tres pilares: producto excelente, ejecución sobria y servicio atento. Sin gastroshows ni fuegos de artificio.

El interior habla el idioma del clasicismo funcional: paredes enteladas en madera hasta media altura, mantelería impecable, sillas vestidas de blanco, luz tamizada. Un entorno que privilegia el encuentro y la conversación. En el exterior, una terraza amplia, protegida por toldos y adornada con plantas naturales, ofrece un refugio tranquilo entre las fachadas nobles de Chamberí.

Entrecot a la plancha, uno de los platos más cotizadosLa buganvilla de Almagro

Carta bien afinada

¿Qué pudo haber cenado el comunicador? Las conjeturas son tan sabrosas como plausibles. Para abrir boca, quizá un jamón ibérico de bellota (24 €), cortado a mano y acompañado de pan de cristal con tomate, o el clásico gazpacho con guarnición (9 €), que conserva su dignidad en cada cucharada.

Pero el alma del menú está, sin duda, en los arroces, que aquí se tratan con respeto casi litúrgico. Desde el meloso de habitas con jamón (18,50 €) al a banda con bogavante, cada uno encuentra su punto justo, su carácter. Hay también verduras de temporada a la plancha (14 €), tomates con bonito escabechado (17,50 €), carnes y pescados sin maquillaje innecesario.

En el capítulo dulce, se mantiene la línea: tiramisú, tarta de queso, sorbetes, y una despedida que en otras mesas sería un capricho pero aquí es costumbre: sorbete coronel con vodka Ketel One y cava.

A diferencia de otros locales que convierten cada plato en un espectáculo de egos, aquí la sobriedad es un valor. No hay DJ, ni azoteas, ni tendencia efímera. Hay sala, terraza y reservados. Hay servicio de aparcacoches y carta para llevar. Quizá por eso Luis del Olmo cenó allí.