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The President of the Government, Pedro Sanchez, is seen during a meeting with Yolanda Diaz (not in view), the second Vice President at the Moncloa Palace. The meeting between Sanchez and Diaz takes place to address the crisis caused by the alleged link in the Koldo plot of the former secretary of Organization of the PSOE Santos Cerdan.
Pedro Sanchez meeting with Yolanda Diaz in Madrid, Spain - 16th Jun 2025 *** Local Caption *** .

El presidente del Gobierno con su pulsera roja de hiloGTRES

La pulsera roja de hilo de la que no se separa Sánchez

El presidente del Gobierno la lleva desde el año pasado y su significado está abierto a varias interpretaciones

Pedro Sánchez compareció este lunes en la sede del PSOE para, una vez más, intentar contener el escándalo político provocada por el caso PSOE. Lo hizo apelando a la transparencia, anunciando una comisión de investigación y asegurando que su partido es «una organización limpia». Todo esto mientras, por supuesto, advertía que «son las cinco y no he comido», como si el ayuno voluntario de un presidente en apuros pudiera despertar la compasión ciudadana. Pero más allá de las palabras, la escena tenía todos los ingredientes del manual de supervivencia sanchista: rostro serio pero no derrumbado, contorno de pómulo perfectamente definido, bronceado calculado y ojeras marcadas en el punto justo —ni desbordadas ni del todo disimuladas—, lo suficiente para parecer humano, pero con la dosis justa de drama.

Ahí estaba él, traje azul diplomático, postura ensayada y esa pulsera roja en la mano derecha, como un amuleto de combate. No es la clásica de los siete nudos. De hecho, está colocada en el lado «incorrecto»: no en la muñeca izquierda —por donde, según las creencias esotéricas, se recibe la energía y se repelen las malas vibraciones—, sino en la derecha. ¿Un fallo de protocolo místico? ¿Un gesto simbólico de «acción» para repeler críticas, no energías? Tal vez también un guiño ideológico: el rojo, además de protector en lo espiritual, es el color históricamente asociado al socialismo. Aunque en este caso, más que blindar al presidente, parece limitarse a completar el atrezzo.

Pulsera roja

Pulsera roja

De este tipo de amuletos existen muchas versiones, pero la más similar a la que lleva el presidente es la del Hilo rojo tibetano de la suerte, un objeto que, según ciertas creencias populares, protege de las malas energías y atrae bendiciones. En Amazon se vende por seis euros y se promociona como una pulsera tejida artesanalmente, «llena de energía positiva». Aunque, a la vista de los acontecimientos, el efecto protector no parece estar dando resultado.

Desde septiembre del año pasado —cuando ya se le veía con ella en actos institucionales como el del Instituto Cervantes— hasta ahora, todo ha ido cuesta abajo. Estaba presente en la cumbre con Macron por Ucrania, en el 40.º aniversario del Tratado de Adhesión junto al Rey Felipe VI, y sigue ahí, colgada como símbolo inexplicable de un presidente que se resiste a caer. Mientras tanto, en las redes sociales se especula de todo: que si empezó a llevarla tras el conflicto con Israel, que si lo hace por superstición, que si es una moda. Lo único claro es que Sánchez no se despega de su hilo rojo, como si de él dependiera el equilibrio de su ya tambaleante mandato.

Y lo que hay sobre la mesa no es precisamente liviano. El caso PSOE afecta a Koldo, Ábalos y Santos Cerdán, envueltos en una trama de corrupción en el corazón del partido.

Y por si fuera poco, está el caso de su mujer, Begoña Gómez, en el centro de la tormenta mediática, judicial y política. Acusaciones de tráfico de influencias, vínculos con empresas beneficiadas por el Gobierno, y una investigación en marcha que amenaza con arrastrar aún más la ya maltrecha imagen presidencial.

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