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El torero, en la Plaza de tientas de su finca sevillana

Así es el refugio donde Roca Rey es simplemente Andrés

El diestro peruano convertido en figura del toreo del siglo XXI vive en su finca, La Consentida, en la localidad de Gerena, a 23 kilómetros de Sevilla

Una finca de diez hectáreas en la localidad sevillana de Gerena es el hogar español, desde hace cinco años el torero peruano, Andrés Roca Rey que toreó su primera becerra con siete años. Un joven matador de toros que llena plazas, que está entre los que lideran el escalafón taurino y que enamora a los jóvenes aficionados que le siguen cada tarde, de feria en feria. Su casa en el campo es su refugio donde vive sin filtros y en silencio. Un lugar de calma donde se prepara, toreando de salón o con becerras a campo abierto, para salir al ruedo a cortar orejas cada tarde. Un refugio donde el torero que en octubre cumple 29 años se queda en un segundo plano para dar paso al hombre.

Roca Rey a caballo con una garrocha al hombro en su finca, La Consentida

Pero tras la figura del toreo hay también un joven que se refugia en el campo, en como él mismo revela en la revista Hola, en su finca, una propiedad que es un «pedazo de sus raíces en tierra ajena». Un espacio donde puede soltar la presión y volver a ser simplemente Andrés". Una casa de campo encalada en blanco, con una piscina con su hierro dibujado en el fondo, un porche y una plaza de tientas hecha de madera. Un hogar familiar y lleno de recuerdos traídos desde Lima.

La soledad del campo

Leer, escuchar música, hacer deporte, meditar e incluso aburrirse en soledad son algunas de las tareas rutinarias que desempeña y disfruta cada día. Lo que se llama vivir en torero. Concentración y entrenamiento. Su rivalidad con Morante de la Puebla le ha generado gran presión, pero también es un aliciente para los buenos aficionados que disfrutan cuando las figuras del toreo rivalizan dentro y fuera de las plazas. Como en tiempos de Ordóñez y Dominguín o de Joselito y Belmonte. «La ambición es buena si no te ciega. Puedes admirar a un competidor y al mismo tiempo querer superarlo», reconoce orgulloso de la rivalidad entre figuras.

Andrés Roca Rey toreando a campo abierto en su finca

Un hogar en el campo que combina tradición y modernidad y que refleja cómo entiende la vida el diestro. «Paredes que cuentan historias y rincones que hablan de lo que está por venir», explica en la entrevista de Hola donde muestra algunos espacios decorados con trofeos conseguidos en las plazas. Trofeos importantes que están a la vista de todos, «no para presumir, sino para no olvidar». Su casa también está repleta de obras de arte que le «ayudan a entrenar el corazón». Y de visitas de amigos, a veces incluso, de la gran pantalla que se quien «poner delante por primera vez».

Toreando al alimón con Jeremy Irons

Diez años

Su ambición y su ilusión siguen intactas. Vive con intensidad cada instante, sabiendo que puede ser el último. Han pasado 10 años desde que se embarcó en esta aventura, un gusanillo que le viene por tradición familiar. Su abuelo era ganadero de bravo y su hermano, que ahora es su apoderado, antes fue torero. La familia, los amigos y el amor, reconoce que le mantienen con los pies en el suelo. Le permiten ser Andrés, más allá de Roca Rey. Sabe que no hay atajos que valga para alcanzar los sueños.

La Consentida, finca de Roca Rey

Solo el «trabajo, la paciencia y la fe en uno mismo te llevan al éxito», piensa. Roca Rey es un ejemplo para toda una generación que le admira. Su valor, su entrega, su poder y su profundidad delante del animal le han colocado en lo más alto del escalafón taurino. Y, además, ha conseguido devolver la ilusión a muchos aficionados, que la tenían algo perdida y llevar público joven a los ruedos de nuevo. «No hay ningún espectáculo en este mundo, o por lo menos yo no conozco ninguno en el que haya tanta pureza de por medio».